Los contextos y coyunturas influyen si se leen como información y datos sociales en una dinámica de clases, no sólo de consumidores o de habitantes de territorios urbanos, rurales o casi despoblados del país. En nuestra sociedad se asoma una recomposición de clases en curso a la que debemos prestar mucha atención.

 

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Es una tarea ardua, aunque indispensable, la que tenemos por delante para conocernos mejor y entablar acercamientos que permitan actuar para encontrar y establecer espacios de consenso: la ansiada igualdad, la justicia, los derechos y los deberes de cada quien en democracia. Es un ejercicio difícil porque se contrapone con otras agendas cuyas prioridades son el orden, la propiedad privada, el individuo atado a una comunidad o la libertad plena dentro de las reglas de una economía capitalista regida por la oferta y la demanda que llevan a la concentración extrema. 

La necesidad del cambio en nuestra sociedad nos obliga a ensayar un ejercicio de lecturas múltiples. Distintos investigadores de la realidad nacional han reflexionado sobre temas como el control de nuestra economía por el gran capital internacional en alianza no solo con los sucesores directos de una parte de la oligarquía nacional, sino también con aquellos provenientes de otros grupos económicos de poder, por fuera de esas familias y grupos ligados al capital limeño. Surgen desde ciudades como Ayacucho, Trujillo, Arequipa, Piura y otras, menores o mayores. En parte algunos de estos capitales formaron o consolidaron en el negocio de la minería hormiga, el narcotráfico y el contrabando, cuyos montos son solo estimados. Es dinero que ha sido blanqueado en inversiones inmobiliarias, de comercio y otras, en medio de la informalidad que nos rige, que constituyen el sustento y los intereses de estas nuevas clases sociales.

Los cambios legales no cambian la realidad en ninguna parte. Con muchas de las leyes que tenemos, estamos en situación similar que lo más avanzado de la humanidad, aunque únicamente de modo declarativo y no en la realidad de las cosas. Las prácticas sociales se instauran solo si son aceptadas, se instituyen y se acuerdan o son toleradas por los valores que se han enraizado. Pero, es paradójico el hecho que siempre la realidad puede cambiar todas las leyes y relaciones entre las clases, pudiendo desaparecer a varias de éstas a la vez. En ese proceso está el Perú

A las clases dominantes se les ha aflojado la mascarilla que las ocultaba y eso está llevando a personas y familias de origen subalterno a buscar pertenecer a ellas o aspirar a formar parte de su entorno cercano. Se ha creado una nueva clase intermedia, organizada para consumir con estándares impensables para sus abuelos, que alimenta la defensa de un orden económico y de poder que no les da cabida, pero sí la ilusión de aparentar ser como ellos, en sus vidas públicas. Presionan sobre las viejas clases medias urbanas empobrecidas, que en ese contexto se han sumado con su silencio a una alianza de clases conservadora, unida por el temor al cambio. Sin embargo, la crisis económica nacional e internacional las tiene jaqueadas y no puede garantizarles que se mantengan.

Esta recomposición, desde los intereses de la derecha política en el control del Estado, trae nuevas formas de articulación, nuevos escenarios, en los que el peso de la derechización de la humanidad contrasta con el fortalecimiento de los movimientos ambientalistas, de género y de las redes de derechos humanos que juegan un papel que no tuvieron antes en la conformación de las clases sociales. 

Un segundo elemento a considerar es el de la circulación creciente de los individuos. Hoy la profundidad de la recomposición de las clases sociales ha dado paso a la transformación paulatina de los campesinos y trabajadores rurales en comerciantes y proletarios, obreros de grandes medianas y pequeñas fábricas e instalaciones, muchas conectadas directamente con el mercado internacional. Tomar conciencia de esto ya ha generado fuertes movilizaciones y protestas.

La circulación de individuos hacia y desde el extranjero constituye en la actualidad un factor a tener presente mucho más allá de verlo tan sólo como dinamizador de la economía local. Interesa reflexionar, y que se conozca el efecto de mostración que significa su presencia para las clases nacionales.

El proceso migratorio hacia el exterior, que se extiende ya por medio siglo, inserta a la sociedad peruana en dinámicas nuevas de circulación de individuos en el mundo. Los peruanos en el extranjero no son sólo futbolistas. Este hecho obliga a reconocer el surgimiento de una nueva realidad que aporta otros elementos en la dinámica de las clases sociales en el país y sus estrategias de vida: educación, empleo, ingresos, salud, derechos políticos y también inversiones pequeñas. La llegada de algo más de un millón de extranjeros, como nunca antes había ocurrido en nuestra historia, mostrando sus creencias, formas de organización, valores, conciencia de derechos y más, cuya idiosincrasia diferente a la peruana aporta elementos positivos o no, debe estudiarse en esta recomposición.

Las clases sociales existen, son algo más que categorías de análisis para su clasificación descriptiva, para medir bienestar o consumo. Expresan intereses y desarrollan identidades. Están vivas y cambian.

 

desco Opina / 24 de marzo de 2023