Herbert Mujica Rojas

¿Qué tiene en común un recio poblador altiplánico con otro ciudadano de la cuasi tropical de calores agudos, de Piura? Hasta es posible que uno de Iquitos, jamás se tope con alguien de Tacna. El mosaico, difícil, precario, polémico que divide al Perú, va más allá de la geografía y se desparrama incontenible en prejuicios, color de piel, apellidos y demás majaderías.

 

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La semana que pasó y los meses pretéritos volvieron, pesarosamente, a dar muestra de las divisiones que hacen frágil al cuerpo social del Perú. Desde el 7 de diciembre del 2022, se produjeron en actos violentos de bala, casi 70 fallecidos. Y ningún policía, soldado o agente encubierto, ha sido hallado responsable o castigado por la comisión de estos crímenes.

Pero “claro” las víctimas eran, todas o casi todas, de provincias. Por tanto, en la lógica perversa de quienes cortan el jamón aquí, la tragedia tiene contornos menos punibles. Y hasta olvidables.

¿Se acuerdan que pocos años atrás, el señor Alan García Pérez, desde la presidencia, lanzó la monserga de “ciudadanos de segunda”? Tal insolencia vocinglera se la cobró la ciudadanía cuando, años después, le obsequió apenas el 5.6% de votos, relegándolo al 3er o 4to puesto de la justa electoral.

El día 19 la PNP dio muestras de haber entendido, de alguna manera que los caminos de la violencia indiscriminada no llevaban a ninguna parte. Pasó el 19 y ya se han registrado agresiones, perdigonazos, faltas contra la integridad física de mujeres. Coinciden los hechos con horas de menor atención o vigilancia exhaustiva de los medios de comunicación.

Repica una legítima pregunta aún sin respuesta. ¿Cómo la PNP saca efectivos con paso marcial y ligero por las calles de Lima, dando demostración de unidad disciplinada, ritmo y claridad de opciones y TODOS los días hay pistoleros que asaltan, asesinan, vejan y producen una violencia indetenible en esas mismas rutas de todo el país?

 

Kuelap

 

Ni la burocracia gubernamental, o los ministros y sus gabinetes de asesores, o la policía, las FFAA, la diplomacia o cualquiera que cobre del Estado, pueden caminar por el libre albedrío o hacer lo que le venga en gana. ¡Todos viven pagados por el dinero del contribuyente!

Si hay recompensa, pago o estipendio, asiste al ciudadano el derecho de exigir buen trato, eficacia, respeto, decoro. Que lleven uniforme y arma no le faculta a zarandear, insultar o agredir ¡a nadie! A menos que sean delitos in fraganti. Pero ¡los asesinos se escapan las más de las veces!

Y lo propio debe ocurrir en las dependencias burocráticas lugares en que los gerentes o jefes o responsables, se han creído el cuento de su autoridad autónoma y que en sus oficinas “mandan ellos”. ¡Hay que exigirle probidad y limpieza, ninguna coima o “coimisión”!

La Patria no es solo el confín geográfico al norte y al sur, al este y al oeste. Tampoco las historia sesgadas por la geografía de tal suerte que, casi siempre, la historia de una Lima horrenda, termina siendo la “historia” total de un país dividido en decenas de fragmentos cada cual con su tradición, riqueza de vivencias, orgullo y producción musical y artística.

Años atrás en la calle 15 de enero en San Antonio, Miraflores, pregunté a unos jóvenes en edad escolar, por curiosidad inocente, ¿si sabían la razón de ese nombre? Uno de ellos me contestó: “mi papá me dijo que ese día, en Lima, años atrás, se produjo una lluvia que parecía un diluvio”. Debí explicarle que esa fecha recordaba con unción a los caídos en la Batalla de Miraflores y que pisábamos escenarios donde los peruanos defendieron al país contra los invasores en 1881.

¿Sienten al Perú los peruanos?

Es más fácil describir la acción de gavillas y patotas a la caza del presupuesto nacional que partidos políticos premunidos de ideales de construcción ciudadana o revolución con pan y libertad. ¿No hay un exmandatario que prefirió el camino cobarde del suicidio antes que rendir cuentas en público, de pie y con documentos para probar su inocencia, si así hubiere sido necesario?

Con bellaquería académica hay quienes pretenden minimizar los desplazamientos ciudadanos en todo el país, la semana anterior. Se han quedado en la era del “manifestómetro” cuando El Comercio y La Prensa “calificaban” qué grado de adhesión tenían los partidos con sus medidas caprichosas. ¿Y las redes sociales, los teléfonos celulares, las apps de comunicaciones y video?

Si los peruanos no sienten al Perú, es hora de agilizar los contenidos, impulsar su difusión edificante y dejar de mentirnos con fórmulas para Europa o Asia o Estados Unidos. Bien decía Haya en su discurso a la Asamblea Constituyente de 1978: Por un Perú libre, justo y culto.

 

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24.07.2023
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