Herbert Mujica Rojas

De repente, como predican los moralistas de novela, el crimen no paga. En cambio, en la política si hay algo que la gente repudia, odia a muerte, considera abyecto y criminal pero que está presente en un amplio porcentaje, por encima del 90% de todo escenario de esta naturaleza, es la mentira, monda y lironda, que sí paga y lo hace con dólares contantes y sonantes.

 

mentiroso

La mentira sufraga propaganda engañosa y, por citar, tan solo algunos casos: convierte los pagos en impuestos de las grandes empresas, en procesos judiciales que envejecen y, lo que es peor: ¡no se pagan nunca!

Pero los grandes estudios de abogángsteres salen a la prensa, declaran y defienden que sus representadas NO PAGUEN lo que el resto de peruanos sí honra: impuestos.

Ni los partidos, ni la sociedad, o el Congreso o ningún organismo de control, de cualquier especie o pelaje, tienen poder, real o formal, para pulverizar los elementos podridos porque toda la mentira que es el Perú “democrático” tiene ¡absolutamente corroída sus bases morales!

La política posee transmisores, los políticos. Pero ¿qué aprenden, como lección príncipe, y fundamental, estos ciudadanos?: ¡a mentir! Sin la mentira coyuntural o perenne, no son tales, carecen de capacidad de convicción y están huérfanos de “argumentos”.

Por ejemplo muy simple, una experiencia que conozco de cerca. La iniciativa de crear una agencia de noticias alternativa, libre, independiente, audaz que reemplace la basura cotidiana que las pandillas de poder lanzan al mercado para que la gente crea sus “verdades”, recibe apoyo entusiástico, vítores de todo tipo.

Pero a la hora de emprender la marcha triunfal de sufragar sus primeros arrestos ¡entonces, los soportes virtuales, los paladines ofertantes de fondos, arrugan, mienten cualquier cosa, retiran su estímulo y, lo que es peor, demuestran que jamás tuvieron franqueza ni interés, sólo cobardía franca y pusilánime!

¿A qué aspiran los empresarios que dicen sacrificarse por sus trabajadores si no respaldan esta clase de iniciativas a las que tan solo contribuyen con algunos billetes? ¡No ponen el cuerpo, el apellido, la valentía de decir lo que otros callan!

La mentira ha guillotinado cualquier reclamo porque todo el tejido político se basa en engaños por conveniencia y la trama discurre por do ut des, en la que si alguien quiere figuración, sueldo fijo a fin de mes y una parte de la torta, entonces debe callar y no hacer olas que malogren o cuestionen la putrefacción que, aunque pestífera, es políticamente correcta.

Ningún partido –o mejor dicho- los clubes electorales, tiene fuerza para remover a vendepatrias que son ministros; buhoneros responsables de las instituciones estatales; ignorantes en Comercio Exterior; a ciudadanos que aún no se han enterado que son titulares de alguna cartera.

La mentira muy bien pagada, ha inoculado su concepción acrítica que los puestos importantes deben ser de “independientes” que no lo son, son más bien embajadores del poder porque son empleados de bancos, empresas potentes y jamás juegan por los intereses del Perú sino de quienes les pagan.

¿Puede darse crédito a la “sociedad civil”? Así gustan de llamarse los consorcios o grupos de amigotes o proffesional beggars –mendigos profesionales- agrupados en ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que son islotes que custodian intereses financiados, en la mayoría de los casos, por USAID o fundaciones como la Ford con ligazones marcadas con la CIA y con otras entidades, siempre dentro del esquema geopolítico de dominación estadounidense.

Los que ayer denostaban del dólar imperialista, hoy cobran del mismo, protegen líneas de inversión creadoras o proseguidoras de los grandes problemas porque de ese modo perpetúan las donaciones abundantes y dolarizadas.

Sostiene la mentira el edificio del “sistema democrático” peruano. ¿Qué democracia puede ser aquella en que menos del 5% gobierna como testaferro de poderes de ultramar a quienes vía cuenta corriente y servicio de la deuda externa, rinden arqueos exactos y puntuales?

La mentira sí paga. ¿No es cierto acaso que débiles mentales, idiotas consuetudinarios, nulidades intelectuales repetidoras de lugares comunes, pasan en Perú como faros de cultura, estrategas, analistas, sabios, amautas, líderes luchadores y demás monsergas?

¿No son aquellos vividores profesionales de dineros raros, los que se halagan entre ellos, se invitan a sí mismos, rotan por los poquísimos programas políticos y hasta escriben “libros” para justificar los dólares que reciben del exterior?

 

26.11.2023
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