Herbert Mujica Rojas

Los pueblos votan en la urnas pero también botan con los pies cuando salen en marchas de protesta contra las grandes mafias y sus hampones que ensucian la cosa pública, la distorsionan y convierten en chacra y productora masiva de dineros innobles.

 

contra la corrupcion

¡Botar con los pies, es pues, un derecho, expresión multánime y acción formidable contra la corrupción! Los bandidos no son de derecha o de izquierda, son todos aquellos que con uña larga expoliaron el dinero de los peruanos para sus intereses egoístas.

Hasta el mediodía de ayer, no renunciaban los caraduras del Ministerio Público, la Defensoría y ¡ni que se diga! del Congreso. Antes bien, con la insolencia del bruto, afincan tercos en el supuesto errado que la gente cree sus mentiras, todas descubiertas.

Si las marchas, en plural y en todo el país, frente a las oficinas del Ministerio Público, son la forma cómo los pueblos botan a las malas autoridades, esta demostración es la prueba que el pueblo es más sabio que todos los sabios.

Las reyertas, apuñalamientos, enjuagues, zancadillas y traiciones que la ciudadanía está contemplando desde hace más de 48 horas, en instituciones que debían cautelar la justicia, equidad y honradez, describen inequívocamente a sus protagonistas.

Para algunos bobos y cretinos, se trata de un asunto en que la izquierda golpea a la derecha y viceversa. ¿Desde cuándo el malhechor reclama su filiación política para usar las uñas largas y sucias? Diestros y zurdos se acompasan bien a la hora de pedir la coima, en la venta de sentencia y en el reparto de impunidades.

¿No será que voces interesadas a vivir del poder, están enviciando el debate con fines aviesos y muy ladrones?

¿Cómo y a cambio de qué se consiguieron voluntades a favor? La “limpieza” de antecedentes y el “borrado” de los casos sucios y sin duda alguna, el trueque de “coimisiones” en seres deleznables, es un hecho innegable. ¿O todo fue comercio gratuito?

Voces diversas reclaman y expresan su entusiasmo porque el pueblo interprete los hechos delictivos de sus rufianes de cuello, traje y corbata, y salga a la calles a hacerse escuchar. No puede ser de otro modo.

Los zafios no quieren desprenderse de sus cargos. Nadie renuncia por desverguenza congénita y connatural a sus mediocres existencias. Esperar gestos de altura en quienes son chatos por convicción y temperamento, es bastante bobo.

Día que pasa, hora que confirma la mínima calidad humana, política o jurídica de que estaban investidos los sinverguenzas a quienes todo el Perú puede llamar por su nombre y apellido, registros que hay conservar para evitar su reciclaje.

Fundamental es reconocer que en esta hora aciaga, pasadas ya 48 horas de los sucesos que provocaron este vómito en las alturas, los llamados partidos políticos (más bien clubes electorales), carecen de cualquier fuerza, identificación con el pueblo y no se atreven a convocar marchas de ninguna especie. La gente descree de ellos porque los ha visto robar, esquilmar y destrozar al país durante los últimos 40 años.

Cruel ironía constatar que esas agrupaciones de oxidado cascarón, reciben dinero de los peruanos y porque así lo dispone la llamada ley de partidos. Los cabecillas controlan todo y hasta el último centavo, y los no escogidos deben ir a llorar a la playa.

El pueblo que urge de botar a los delincuentes de la cosa pública, debe protestar en todas partes. Concentrarse en Lima los que están próximos a la capital. En los últimos procesos electorales se evidenció la presencia de bloques regionales significativos.

¿Es el lío o merienda de caníbales en el Ministerio Público un tema local? ¡Por el contrario, es la gran oportunidad de hacer sentir a los sinverguenzas, en todo el país, que su vocación hacia el mal, no será consentida ¡nunca más!

Todos aquellos, de capitán(a) a paje y que tienen concurso delictivo en el vergonzoso espectáculo que da el Ministerio Público, deberán formar parte de la lista de negados vitalicios para contratar con el Estado.

La mano blanda con los crímenes contra el Estado tiene infinidad de perdones durante los últimos 200 años. Cantamos somos libres pero permanecemos engrilletados al vaivén que los rufianes impulsan desde sus tarimas sucias.

Y es hora que el pueblo con los pies proclame su desprecio categórico hacia quienes han torcido el deber de servir a los ciudadanos. A esos traidores, debiera aplicárseles el fusilamiento moral urbi et orbi.

Y lo anterior significa un letrero con sus fotos, nombres y apellidos y con leyenda gigante que diga: ¡Robó dinero del pueblo!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

29.11.2023
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