¡El décimo: No codiciarás a la mujer de tu prójimo!
(El caso de Víctor Raúl Sotelo)
por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA


Es el grito santo que se remite al libro del Exodo (20:1-17) y que constituye no solamente un paradigma insoslayable de la conducta ética del ser humano, sino además un valor esencial para la convivencia en toda sociedad civilizada interesada en entronizar, como derecho fundamental y común a todo ser viviente, la consideración y el respeto por el prójimo.

 

Desde ese irreprochable punto de vista, que interpela a la conciencia moral de cada uno de nosotros, lo ocurrido con Víctor Raúl Sotelo el último domingo 18 en el programa “El Francotirador” constituye un hecho aberrante, hipócrita y claudicante.
Y no estoy aludiendo al conductor de ese programa. Estoy referiéndome concretamente a su platea que aplaudió sin ambages la burla, el escarnio, la fisga y el desprecio, a través de un medio masivo de comunicación social como es la televisión, de normas elementales de convivencia social que deben prevalecer bajo cualquier circunstancia, sino es en nombre de la ética entonces en nombre del sentido común.


La respuesta masivamente amoral de un público totalmente divorciado de consideraciones elementales que deberían significar el alma y el espíritu de la nación, es dos veces condenable por cuanto el tema que se debatía afecta directa e infortunadamente a dos criaturas, dos niños que ya dejaron de ser víctimas, desde el último domingo, de un acto individual perpetrado por un hombre público y transgresor de un precepto cristiano - consignado, además, en el libro santo que alumbró para occidente normas que inspiraron, siglos despúes, los derechos fundamentales del ser humano- para convertirse, esta almas de Dios, en feroces víctimas de la liviandad y la lascivia con la cual se aproxima hipócrita y concientemente a estos delicados temas una sociedad dominada por el machismo ignorante y perverso, deificador y gratificador de la promiscuidad del hombre y la disminución de la mujer a un simple objeto sexual y blanco infame de comentarios que la rebajan a la condición humillante de simple “material” de apareo.


Con sorna que averguenza en su totalidad a la nación, fueron 15 minutos de asco y barbarie en los cuales, como en los sangrientos circos romanos, se mutiló sin piedad con cada aplauso y carcajada cómplice todo aquello que es, al menos en el papel, para una sociedad mayoritariamente cristiana como la peruana, precepto inviolable, norma coercitiva de conducta moral y orden expresa que viene de lo alto.


Son públicas mis diferencias políticas con Víctor Raúl Sotelo y la conducción que se le está dando a un movimiento político que pudo hacer la diferencia, privilegiando la propuesta política a la denunica policial. Pero no puedo ni podré cohonestar con mi silencio a un acto público que constituye una verguenza nacional perpetrado en un medio de comunicación masivo y por la exclusiva responsabilidad de una platea cómplice y moralmente liviana, que es la triste expresión de una sociedad capturada por la rusticidad y la crueldad de la ignorancia.


El conductor de ‘El Francotirador” ha cumplido otra vez su cometido. La noche del domingo último ha dado en el blanco de la barbarie que caracteriza la cultura-ambiente del Perú. Mi solidaridad con Víctor Raúl Sotelo.
Boston, 20 de noviembre del 2007


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