prohibicion alcoholAutor: Paúl H. Castro García*


Como es costumbre cada vez que tengo oportunidad, de regreso a mi casa sintonizo la radio para escuchar el programa Pulso Informativo conducido por el destacado periodista Rodolfo Lara. Es así que el día de ayer viernes me encuentro con una entrevista al casi mediáticamente desconocido congresista Agustín Molina, actual presidente de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso de la República.

 

Entre los temas tratados, el congresista Molina hizo mención como uno de sus grandes logros en su calidad de presidente de dicha Comisión, un proyecto de ley presentado por él que busca prohibir la venta de bebidas alcohólicas en la periferia de los centros de estudios superiores.

 

Es siempre una tentación para muchos congresistas presentar proyectos de ley que busquen solucionar un problema social determinado a través de mecanismos aparentemente fáciles y con gran impacto en los electores antes que realizar estudios más técnicos sobre el problema que buscan resolver con las leyes que proponen. Es por ello que solemos encontrar varios congresistas candidatos a la reelección presentando a la opinión pública como parte de sus “logros” que han propuesto X o Y número de proyectos de ley, como si la cantidad fuera sinónimo de calidad o eficiencia.

 

 

En el presente caso al parecer estaríamos ante esta situación, ya que si revisamos los datos oficiales del congresista Molina encontraremos que en la legislatura anterior (2011-2012) el señor Molina presentó a título de autor o co-autor un total 106 proyectos de ley (ver aquí), de los cuales sólo cerca del 10% se convirtieron en ley. Esta casi infructuosa labor legislativa del actual presidente del Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso podría verse reflejada en la necesidad de presentar proyectos de ley sin mayor sustento técnico como el proyecto de ley 1313/2011-CR, por él defendido y ahora promovido como su gran aporte en la defensa de los consumidores. Es así que si leemos con atención la exposición de motivos del proyecto de ley encontraremos que, basado en una suposición, descubre el congresista que el consumo excesivo de bebidas alcohólicas es debido a la falta de leyes más drásticas y en tal sentido presenta dicha propuesta normativa que prohíbe la comercialización de bebidas alcohólicas en la periferia de las universidades, institutos superiores y centros educativos.

 

Pero de manera contradictoria, luego se menciona en dicha exposición de motivos que para poder disminuir o desaparecer el consumo de bebidas alcohólicas en las personas de  ”edad estudiantil” es necesario “conocer las causas que facilitan el consumo de alcohol tales como personales, familiares, sociales, políticas”, asi como “el consumo de bebidas alcohólicas en la universidades es un problema de todos, es por ello que nuestra sociedad debe participar activamente fortaleciendo: la familia, la escuela, el colegio, institutos superiores y las universidades”.

 

El congresista Molina no termina por entender que el problema del consumo excesivo de bebidas alcohólicas por parte de la personas, sean jóvenes o adultos estén o no estudiando, no se resuelva prohibiendo la comercialización de bebidas alcohólicas cerca o en la periferia de los centros educativos si no fomentando, como el mismo lo menciona pero no lo percibe, valores y educando a nuestros hijos.

 

La defensa de los consumidores, señor Molina, no se puede entender únicamente como una lucha basada en prohibiciones a diestra y siniestra (Ud. las llama leyes drásticas) trasladando la responsabilidad de los padres o de los propios jóvenes a manos del Estado. Ya existen leyes que prohíben la comercialización de bebidas alcohólicas a menores de edad, y estas conductas sí deben ser sancionadas con todo el rigor de la ley, pero creer que los jóvenes universitarios o estudiantes van a dejar de consumir bebidas alcohólicas porque las venden más allá de dos o tres cuadras de sus centros de estudios es como pensar que basta con guardar bajo llave las botellas de vino o whisky de su casa para que sus hijos nunca beban alcohol, es simplemente engañarse uno mismo.

 

Otro tema que es importante resaltar de la entrevista comentada es la pregunta que hace el periodista Lara al congresista Molina acerca de la opinión de las asociaciones de consumidores sobre dicho proyecto de ley, contestando el congresista que sí lo había consultado a la asociación de consumidores ASPEC, y que ésta estaba de acuerdo con el proyecto presentado. Esta respuesta me llama la atención viniendo del presidente de la Comisión de Defensa del Consumidor porque revela su total falta de conocimiento del tema, no solo por el proyecto presentado si no porque ignora que en nuestro país existen más de 80 asociaciones de consumidores (ver aquí) y hasta donde tengo conocimiento no han sido llamadas o consultadas salvo la mencionada.

 

Cuando se busca resolver un problema social como es el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, en este caso, por parte de nuestros jóvenes, se debe entender que no es sólo un problema de número de establecimientos existentes cerca de los centros de estudios si no principalmente es un problema que se debe atacar educando e informando a los consumidores jóvenes acerca del daño y el peligro a los que se exponen ellos mismos y quienes estan a su alrededor cuando beben desmesuradamente. No caigamos en la creencia errada de “muerto el perro se acabo la rabia”, porque la enfermedad no está únicamente en quien la porta.


*Abogado y profesor universitario
Presidente del CONACUP