Por. Félix F. Quispe Mamani (*)

Concordante con su modelo neoliberal, el gobierno aprista con el presidente García a la cabeza, para beneplácito de la derecha y las multinacionales, guarda silencio sepulcral sobre el anunciado ingreso masivo al Perú de semillas genéticamente modificadas, comúnmente llamadas transgénicos.

 

Pues, esto era de esperarse. En la última cumbre del ALCUE, realizado en nuestro país, que convocó a varios Jefes de Estado y de Gobierno, García se esmeró en presentar a su gobierno como uno de los promotores de la defensa del medio ambiente en esta parte del continente, con el anuncio de la creación del Ministerio del Ambiente, que hasta hoy es más sólo un cliché burocrático que acción efectiva. Pero, oiga, al mismo tiempo daba instrucciones a la delegación peruana que, en esa misma fecha, participaba en el Foro Mundial de Bioseguridad (en Bonn, Alemania) para que se opongan a la iniciativa de casi la totalidad de países asistentes, que pedían se incorpore en el código internacional sobre el tema, que señale que las empresas que producen y exportan transgénicos sean corresponsables por los daños y perjuicios que sus productos podrían ocasionar en la biodiversidad de los ecosistemas, otros muy complejos, como es el caso de nuestro país, que es uno de los principales productores y exportadores de productos orgánicos y libre de transgénicos, cuyo destino son principalmente Europa, Japón y otros mercados.

Pero ¿Cómo no ha de ocurrir esto si meses antes, a inicios de año, el propio García se reunió con un alto funcionario de la multinacional “MONSANTO”, principal productora de transgénicos en el mundo? ¿Acaso en esa “reunión secreta” fue García el que se ofreció a defender los intereses de dicha empresa en nuestro país y también en los foros internacionales? ¿Es, entonces, plan del gobierno aprista ayudar a las multinacionales a consolidar sus propuestas globales de expansión en nuestro país?

Por los hechos, esto sí que es así.

Ante este interés gubernamental que ha creado un escenario favorable a los productores de transgénicos, en pasados días, por ejemplo, la empresa ecuatoriana La Fabril anunció que invertirá en el Perú implementando una planta productora de etanol en Piura, dizque porque “…prevén que el año 2009 se iniciará en el Perú la era del biocombustible”, cuyo insumo principal son precisamente los productos transgénicos e, inclusive, productos orgánicos que, de implementarse como lo tienen pensado, va a tener repercusiones nefastas, como las que viene ocurriendo en la propia tierra del Tío Sam (crisis alimentaria), ante los cuales el gobierno no dice nada.

Entonces, no cabe duda que el gobierno aprista se ha convertido en eficaz implementadora de las decisiones de las empresas trasnacionales, que quieren “carta blanca” para sus “sagradas inversiones”, cero regulación estatal, libre de impuestos, mayor apertura del mercado interno através de los TLCs, y también, como es este caso, nula responsabilidad por daños y perjuicios ocasionados al medio ambiente. En suma, consolidan la continuidad del modelo neoliberal, al amparo de los elogios y aplausos de Jaime Cárdenas Sayán, presidente de la CONFIEP , que unos días atrás pidió eso mismo para seguir “atrayendo inversiones” y desde allí generar apoyo para los pobres con la implementación de programas sociales, ya que la “…derecha y los ricos tienen un “buen corazón” para con los pobres del país”.

Por poco me muero de risa.

Se diría que García y sus acólitos, son una especie de transgénicos, que han avanzado en el camino de la mutación, que reemplazaron su bandera antiimperialista con el del imperialismo, el de los pobres por el de los ricos, el de nuestro país por el de las transnacionales, acosando ahora no sólo a la biodiversidad y a la protección medioambiental, sino a sus propios pobladores, comunidades andinas, nativa y étnicas, que hoy defienden sus territorios, su ecología y sus recursos naturales, oponiéndose a la voracidad incontenible de las transnacionales y el imperialismo, exigiendo, más bien al gobierno, la declaratoria en emergencia de la producción agropecuaria, la protección de sus cultivos, la soberanía alimentaria, y, también, rechazando la importación de alimentos, en especial de los productos transgénicos.

Los apristas celebran un nuevo aniversario de la fundación de su partido. Lo hacen sobre la transgenetidad de su pensamiento y acción.