A más de un mes del desastre ambiental causado por Repsol en el mar peruano, en diferentes zonas puede observarse aves marinas hambrientas sin que sean socorridas por nadie, ni Repsol, ni el gobierno ni los políticos, quienes ocupados están líos por sus ambiciones.

 

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Aves desplazadas por el petróleo buscan alimento

 

Las ONG defensoras de animales que lo único que pueden es rescatar a decenas de aves empetroladas, trabajo minucioso y respetable, pero que sólo alcanza par a una escasa cantidad de aves.

Ante la desesperación de los animales, el ministro del Ambiente, Modesto Montoya, sólo atina a decir que exigirá a la empresa Repsol que cumpla con restablecer las condiciones anteriores al derrame de petróleo en la calidad de agua superficial, fondo marino y costa. ¿Acaso no es un científico que sabe que eso va a tomar mucho tiempo? Peor aún, esta empresa, procedente del país más atrasado y corrupto de Europa, España, tiene antecedentes de burlarse de las multas y sanciones. En el Perú tienen patrimonio para realizar acciones coercitivas pero todos estos mecanismos son para el futuro. Ahora se necesita acabar con el hambre de las aves.

¿Por qué no convocan a las empresas pesqueras para alimentar estas aves? Esto debe ser parte de los gastos de indemnización al Perú de Repsol. Y si la burocracia estatal con su habitual ociosidad no puede realizar desembolsos de urgencia, mientras habilitan las partidas correspondientes, deberían buscar alternativas, como ofrecer a estas empresas el pago en cuanto esté disponible el dinero, o al menos ofrecerles que en lugar de pagar impuestos a la Sunat se les considere el valor de la entrega de pescado.

¿Qué pasa con el SERFOR, que debería ocuparse de esto? Si al ministro del Ambiente no le interesa la vida de estas aves, nosotros mantenemos en el SERFOR a gente especializada en fauna silvestre, que debería proponer salidas urgentes al ministro que parece estar durmiendo y cree que con un paseo en helicóptero hizo gran cosa.

Estas aves son seres vivientes que forman parte de la gran biodiversidad peruana y pobladoras de uno de los mares más ricos del mundo y deben ser salvadas. A ver si el presidente Castillo, que ahora degusta finos platos en Palacio, se acuerda del hambre de estos animales.