Luis Luján Cárdenas

Aunque no hay investigaciones sobre el daño medioambiental que viene ocasionando la violencia social en las ciudades peruanas, especialmente Lima, es claro que sí hay un efecto inmediato en los últimos dos meses en los que han recrudecido las protestas de miles de personas, que piden la renuncia de la presidenta, cierre del Congreso, nueva Constitución y elecciones inmediatas.

 

dina asesina

 

El principal contaminante es el gas lacrimógeno. Toneladas de bombas han sido empleadas por las fuerzas antidisturbios para dispersar a los manifestantes en diferentes puntos del país, desequilibrando los ecosistemas citadinos.

El gas lacrimógeno fue creado por los norteamericanos Ben Corson y Roger Stoughton, en Middlebury College en 1928. Su compuesto principal es el clorobenzilideno malononitrilo (fórmula química: C10H5ClN2) y es considerado un gas no-letal, pese a que recientes investigaciones[1] señalan que podría causar severas afecciones a los seres humanos en un mediano o largo plazo, entre otros, “daños pulmonares, como también dañar significativamente el corazón e hígado”, además de trauma emocional.

Solo en los últimos diez días, las fuerzas del orden han empleado nueve toneladas de gas lacrimógeno en el sur del país. Si consideramos los dos últimos meses de disturbios se habrían empleado más de 50 toneladas de gas.

Los gases se expanden a baja distancia de suelo y propagan en un radio de hasta 300 metros y durante casi una hora permanecen contaminando el aire. Al permanecer por un largo tiempo a ras del piso, calienta la tierra, el asfalto o los adoquines y se provoca un mini efecto invernadero, que afectaría directamente a la flora y fauna de las ciudades en convulsión social.

Si a los humanos les afecta la piel, ojos, sistema nervioso, alteración del ciclo menstrual, efectos mutagénicos, sicológicos, tos, asfixia, salivación, vómito, diarrea, opresión en el pecho y probablemente aceleración del cáncer[2], es de imaginar los efectos directos y letales en los animales silvestres, insectos y plantas que viven en las ciudades. El permanente bombardeo gasífero alterará su ciclo biológico, reproducción, metabolismo, fotosíntesis y polinización, amén de la muerte en algunos casos.

Los gases también contaminan el agua de los servicios públicos. En el día más encarnizado de violencia callejera, hace dos sábados, los manifestantes dañaron la infraestructura pública y privada, destruyendo locales y viviendas, veredas, pistas, tachos de basura, letreros, árboles, jardines, parques, pintarrajeo de paredes y otros vandalismos, por un millón y medio de soles, según voceros de la Municipalidad de Lima. El centro de la ciudad aparentaba haber sido bombardeada y naturalmente el paisaje fue alterado. El barrido y la limpieza con agua de los residuos sólidos y tóxicos obviamente contamina el alcantarillado.

Es lamentable que sea mucho más fácil al Estado la represión directa con armas "no-letales" a las personas que reclaman o exigen algo a las autoridades, que atender vía el diálogo la preocupación social. Se aprovecha un vacío de la ciencia, y, por lo tanto, no importa los efectos colaterales a mediano y largo plazo al medio ambiente de las ciudades. Parece que a las autoridades no les interesa (o no les conviene) investigar sobre el tema, que parece ser un buen negocio privado de corporaciones extranjeras, que comercian tanto con sociedades democráticas como con dictaduras. No hay pierde.

Sociólogo y Periodista, Magíster en Administración, especialista en Comunicación para el Ecodesarrollo, articulista en diversos medios escritos de Perú.

[1] The Use of Chemical Weapons: Conducting an Investigation Using Survey Epidemiology.

[2] https://www.laopinion.com.co/zona-verde/gases-lacrimogenos-y-sus-efectos...