Otra vez sobre la crisis alimentaria
verduras frutas

Por Humberto Campodónico


Hace unos días, Mark Plant, subdirector del Departamento de Políticas de Desarrollo del FMI dijo: "Nadie podría haber previsto que la crisis financiera, el alza del precio del petróleo y que grandes masas de dinero se hayan destinado a comprar alimentos y minerales (lo que hace subir su precio) iban a darse de manera simultánea, justo cuando los stocks de alimentos están bajos". Agregó: "Somos conscientes de que la seguridad alimentaria es uno de los objetivos claves de cualquier gobierno. Las políticas que recomienda el FMI están orientadas a apoyar este objetivo" (www.imf.org).


La primera afirmación de Plant casi como que nos dice que la crisis alimentaria es producto de coincidencias y circunstancias fortuitas. Cosa que no es cierta, porque la crisis tiene su origen en los excedentes agrícolas de EE. UU. y Europa, generados por los millonarios subsidios que les dieron a sus productores. Luego, vendieron esos productos en el mercado internacional, sobre todo a los países en desarrollo, a precios de dumping. Y ayudaban a la compra de estos alimentos otorgando préstamos baratos (Ley PL 480) (ver, Crisis alimentaria: no es un rayo en cielo sereno www.cristaldemira.com, 17/5/08).

El tema de fondo es que Plant revela la impotencia del FMI para cumplir sus objetivos: prevenir las crisis de balanza de pagos y garantizar la estabilidad monetaria internacional. Hace años que existe un déficit de la Balanza Comercial y de la Balanza de Pagos de EE. UU., equivalente al 5% de su PBI. Como el FMI no puede imponerle a EE. UU.  un "plan de austeridad" (ya que EE. UU. es el socio mayoritario del FMI), entonces ese desbalance económico mundial se mantiene. Y lleva a la crisis.

El otro lado de la moneda, literalmente hablando, es la devaluación del dólar. Desde la crisis de Bretton Woods en 1971-72, terminó la equivalencia oro-dólar, la que fue "sustituida" por tasas de cambio flotantes "manejadas" por el Grupo de los 7 (no por el FMI) con acuerdos de corto plazo para devaluar o revaluar el dólar. Pero los cambios en la geografía económica mundial (ascenso de China e India y declive, relativo, de EE. UU. y Japón) hicieron inviable ese manejo de "acuerdos" del G-7 y la irrelevancia del FMI.

La segunda afirmación de Plant acerca de que el FMI apoya la seguridad alimentaria simplemente no es cierta. Desde fines de la década del 70, el FMI y el Banco Mundial apoyaron las políticas de reducción de aranceles en los países en desarrollo en todos los ámbitos, incluido el alimentario. La liberalización comercial, incluida la desgravación arancelaria fue parte fundamental de los Programas de Ajuste Estructural que los organismos multilaterales pusieron como condición para otorgar préstamos de apoyo a la Balanza de Pagos en momentos de la crisis de la deuda externa de los años 80.

Hace poco, Bloomberg se preguntaba: "¿Contribuyó el Banco Mundial a la actual falta de alimentos?" (Gestión, 19/5/08) y menciona el ejemplo de Honduras: "Los productores de arroz estaban protegidos por aranceles altos cuando el presidente Callejas en 1990 derogó las barreras comerciales que ayudaban a satisfacer más del 90% de la demanda nacional, por un acuerdo para obtener un préstamo del Banco Mundial en setiembre de ese año, lo que hizo que las importaciones inundaran el mercado".

Agrega: "Los precios pagados a los agricultores cayeron 13% en 1991 y un 30% adicional en 1992 (…) Como resultado, actualmente solo existen 1,300 productores de arroz en Honduras, en comparación con más de 20,000 en 1989". Lo que pasó en Honduras sucedió en casi todos los países en desarrollo y, también, en la Región.

La crisis alimentaria ya está aquí y golpea sobre todo a los países más pobres donde la población destina más el 60% de sus ingresos a comprar alimentos. En esta crisis, las políticas recomendadas durante años por el FMI y el BM tienen la más alta responsabilidad. Eso es lo que tratan de evadir, afirmando que apoyan la "seguridad alimentaria" y "que nadie podía prever [sic] la crisis económica" que sí fue prevista por numerosos economistas. La tormenta financiera perfecta estaba en el horizonte cercano. Pero ellos no vieron nada.

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