BM advierte a China para reformar su economíarobert zoellick.jog

Crecimiento es insostenible, señala

El presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, advirtió a China, la segunda economía más importante del mundo, que se encuentra en un momento crucial de su desarrollo económico y deberá realizar reformas profundas, pues su ritmo de crecimiento caerá a la mitad en 20 años.

 

China creció  una media anual del 10% del Producto Bruto Interno (PBI), perodebe cambiar de modelo de expansión, que ahora se fundamenta en la inversión y las exportaciones. El informe prevé que se resistirían a las reformas las empresas del Estado, porque se plantea reducirles los privilegios y el peso económico.

Las advertencias fueron expuestas durante  la presentación del estudio "China: 2030", donde Zoellick calificó de insostenible el modelo de crecimiento actual chino, por lo que debe anticipar y adaptarse a los grandes cambios en el escenario internacional y en las economías mundiales y nacionales.

La exposición fue respaldada por Liu Shijin, viceministro del Centro de Investigación sobre el Desarrollo del gobierno, que preparó el informe con el BM, quien precisó que la economía china aumenta 9% actualmente, pero la cifra se reducirá a un 5% a 6% en los próximos 20 años.

Por su parte, el Gobierno chino apoyó el informe a través del vicepresidente Xi Jinping y del viceprimer ministro Li Keqiang.

También se señala la necesidad de mejorar aspectos como los ecológicos y laborales. En los últimos años se suceden las noticias de casos serios de contaminación en China y de explotación laboral en condiciones de esclavismo (ver Microsoft se enriquece con la brutal explotación de trabajadores chinos).

El informe completo:

    
Discurso del Presidente del Banco Mundial, Robert B. Zoellick para el "Desarrollo para una sociedad de ingreso alto moderna, armoniosa y creativa: Experiencias internacionales y opciones estratégicas de China”

Alocución inicial

Conferencia de alto nivel sobre “Desarrollo para una sociedad de ingreso alto moderna, armoniosa y creativa: Experiencias internacionales y opciones estratégicas de China”


Robert B. Zoellick, presidente,
Grupo del Banco Mundial

Hotel Diaoyutai, Beijing, 27 de febrero de 2012

Introducción

Honorables señores ministros; damas y caballeros:

Es para mí una gran satisfacción encontrarme aquí en el día de hoy para presentar el “Informe sobre la China del 2030”.

La idea para la realización de este estudio fue concebida hace 18 años, cuando me reuní con el viceprimer ministro ejecutivo Li Keqiang en ocasión del trigésimo aniversario de la asociación entre China y el Banco Mundial.

Ambos analizamos la manera en que podíamos profundizar esa asociación basándonos en el conocimiento y el aprendizaje, el respeto y la amistad recíprocos entre China y el Banco, desarrollados a lo largo de tres décadas.

El viceprimer ministro Li respaldó una propuesta consistente en que trabajáramos juntos en la identificación y el análisis de los desafíos que tenía ante sí China para un desarrollo a mediano plazo, con la mirada puesta en 2030. La propuesta fue acogida favorablemente por el presidente Hu Jintao y el vicepresidente Xi Jinping.

Agradezco, pues, al viceprimer ministro Li por su firme compromiso con este proyecto.

Agradezco también al ministro Xie Xuren y al ministro Li Wei como anfitriones de la conferencia de hoy y por haber congregado a esta distinguida audiencia para analizar la labor realizada.

Reciban también mi reconocimiento el ministro Zhang Yutai por el papel que ha cumplido en la iniciación y orientación de este estudio, así como el viceministro Liu Shijin, quien dirigió el equipo en el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) del Consejo de Estado en relación con nuestra labor conjunta. Su liderazgo durante todo el desarrollo de este proyecto ha sido ejemplar.

Contexto

Ningún momento más adecuado que el actual para analizar el notable proceso de desarrollo de China, así como los desafíos que esta enfrenta de cara al futuro.

La economía internacional de hoy muestra la presencia de múltiples polos de crecimiento. Los mercados emergentes —muchos de ellos en Asia— han venido compensando el tambaleante desempeño de las economías avanzadas. En los últimos cinco años las economías en desarrollo generaron los dos tercios del crecimiento mundial.

China es un componente esencial de ese proceso.

El desempeño económico logrado por China en los últimos 32 años ha sido excepcional: una tasa media de crecimiento del 9,9%; más de 600 millones de personas han salido de la pobreza.

China ya ha logrado la condición de país de ingreso mediano alto. Si llegado 2030 registra un nivel de ingreso per cápita de U$16 000, en comparación con la cifra actual, de US$5000, su economía habrá alcanzado un nivel quince veces mayor que el actual de Corea del Sur.

Esa evolución suscitará en el mundo profundos y duraderos efectos de carácter económico, social y político.

Desconfiemos, no obstante, de las tendencias rectilíneas. Como saben las autoridades de China, el actual modelo de crecimiento del país es insostenible.

China ha reconocido los desafíos que supone pasar de un crecimiento orientado por la exportación y un papel excesivamente prominente de la inversión a un aumento de la demanda y el consumo internos.

China tiene ante sí desafíos que surgen específicamente de las circunstancias del país:

  • Una población que envejecerá antes de enriquecerse;
  • La presión a la que están sometidas las existencias mundiales de energía, alimentos, materias primas y agua;
  • Peligros ambientales;
  • Una fuerza de trabajo en la cual, en el término de cinco años, habrá más jubilados que nuevos trabajadores, y la concomitante necesidad de fomentar la productividad, y
  • Los riesgos sociales de una creciente desigualdad.


China fijará su propia senda de desarrollo hacia una sociedad moderna y creativa, de altos ingresos, que pueda superar esas dificultades.

Una China exitosa no solo seguirá brindando oportunidades y mejorando las condiciones de vida de cientos de millones de sus habitantes, sino que podría ofrecer un ejemplo para otros países —en desarrollo y desarrollados— en el sentido de que el progreso económico no tiene por qué realizarse a expensas del desempeño social y ambiental ni de la responsabilidad mundial.

China puede también tratar de vincular sus reformas con la creación de una economía internacional más sólida, más interconectada y basada en mayor medida en la cooperación.

Respeto la seriedad con que las autoridades chinas formulan esas preguntas, que se basan en el reconocimiento de la necesidad de una reforma estructural.

Sería prudente que los países desarrollados actualmente abocados a los programas de estabilización consideraran sus propias dificultades estructurales en materia de crecimiento e innovación.

No es hora de limitarse a pugnar penosamente por salir del paso, sino de anticiparse a los acontecimientos y adaptarse a los grandes cambios que han de darse en el mundo y en las economías nacionales.
Los encargados de la elaboración de políticas de China han identificado lo que se requiere. El undécimo y el duodécimo plan quinquenal son la expresión de las metas de la reforma; en ellos se centra la atención en el crecimiento, en reformas estructurales tendientes a aprovechar la innovación y la eficiencia económica, y en la inclusión social para superar la división entre las zonas rurales y las urbanas y las insuficiencias en materia de igualdad de ingresos.

Ahora China tiene que adoptar las medidas que hagan realidad esos planes: a partir de la identificación de “lo que” hay que hacer, determinar el “cómo” hacerlo.

El informe
Hace seis meses nos reunimos en este mismo lugar para examinar un borrador inicial del “Informe sobre la China del 2030”. En esa oportunidad, expertos chinos e internacionales aportaron recomendaciones acertadas y valiosas tendientes a mejorar ese texto. El ministro Li Wei brindó una orientación especialmente importante sobre la manera de convertirlo en un instrumento más útil para las autoridades chinas.

El equipo conjunto del CID y el Banco Mundial se ha esforzado en estudiar esos comentarios e inquietudes y mejorar la estructura, la argumentación y la aplicación de sus investigaciones y análisis.

Creo que ha realizado una excelente labor.

Su resultado es un informe que no se limita a ofrecer una solución académica, sino que se basa en el reconocimiento de los desafíos de economía política existentes.

Es un documento práctico. Siguiendo lo recomendado por el ministro Li Wei, no es excesivamente prescriptivo, sino que ofrece orientaciones, reconociendo así la necesidad de seguir debatiendo esas ideas dentro de China, antes de redactar detalladas políticas, leyes, directrices y reglamentos precisos, y luego aplicarlos.

Es un informe realista. No es fácil realizar reformas; estas, a menudo, generan retrocesos. Hemos tratado de identificar los obstáculos que se les oponen, sugerir la secuencia de su realización y los beneficios que puedan obtenerse rápidamente y constituyan pasos que faciliten su ejecución. Hemos tratado de considerar riesgos de corto plazo, pero al mismo tiempo formular ideas sobre la manera de dar carácter participatorio a las reformas, generando el apoyo de toda la sociedad, y estableciendo circuitos de intercambio de información basados en la experiencia.

Este es también un informe que puede ser atractivo para una audiencia internacional; especialmente para otros países de ingreso mediano que se encuentren en una situación similar a la de China y enfrenten desafíos similares a los que esta experimenta. Por ello me complace ver que en la audiencia de hoy figuren expertos en desarrollo de una amplia gama de países, con formación en diversas disciplinas.

Finalmente, en este informe se plantean preguntas difíciles. Se centra la atención en los problemas cardinales de políticas que China, y otros países de ingreso mediano alto, tendrán que enfrentar:

  • ¿Qué papel debe cumplir el sector público en la economía del futuro?
  • ¿Qué papeles deben cumplir los individuos, las familias, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil?
  • ¿Cómo pueden los países reconciliar el crecimiento económico con la protección del medio ambiente y los recursos naturales y la transición hacia un desarrollo “verde”?
  • ¿Qué tienen que hacer los países para que todos sus habitantes gocen de igualdad de oportunidades, protección social básica y cuidados a largo plazo para las personas de edad, y para que esos servicios sean económicamente asequibles para el sector público, las empresas y los hogares?
  • ¿Cómo pueden adaptarse los países a un rápido proceso de urbanización?
  • ¿Qué se requiere para desarrollar una economía creativa, abierta e innovadora, en condiciones de competir a escala mundial con países avanzados?
  • ¿Cómo podemos aprender de la reciente crisis financiera mundial y crear sistemas fiscales y financieros no sólo resistentes, sino además justos, transparentes y a los que todos tengan acceso?

A fin de dar respuesta a esas preguntas, en el informe se recomienda una nueva estrategia para China, para las próximas dos décadas.

Esa estrategia se basa en los considerables factores favorables que presenta la situación de China —alto nivel de ahorro, mano de obra abundante y con creciente grado de capacitación, grandes mercados, un historial de resolución de problemas para que el crecimiento siga estando bien encaminado, y potencial para una urbanización aún mayor— aunados al aprovechamiento de oportunidades externas, tales como la globalización, el acelerado crecimiento de otras economías emergentes, y nuevas tecnologías promisorias.

El programa de reforma propuesto se basa en seis pilares estratégicos.

  • Primero, redefinir los papeles del Estado y del sector privado, para que China pueda completar su transición a una economía de mercado. En la actualidad, China se basa en una combinación de medidas de mercado y de otro tipo para configurar incentivos para los productores y los consumidores, y las funciones del sector público, las empresas estatales y el sector privado no se distinguen claramente. China tiene que resolver esos problemas. Una de las reformas específicas recomendadas se refiere al sistema de permisos de residencia, denominado hukou. Debería darse prioridad a la protección de los derechos de los agricultores sobre las tierras agrícolas, ampliando el registro de tierras y los derechos de arrendamiento. Es necesario que en el futuro la economía del país se base en mayor medida en los mercados y en el sector privado.
  • Segundo, avanzar en las esferas de la innovación y la adopción de un sistema de sociedad abierta con vínculos con redes mundiales de investigación y desarrollo. Es preciso que esas mejoras estén vinculadas con mercados de capital y empresariales y estén respaldadas por un cabal imperio de la ley y de los derechos de propiedad intelectual.
  • Tercero, promover un desarrollo “verde”. China tiene una significativa oportunidad de transformar sus desafíos ambientales en un crecimiento “verde” como motor del desarrollo.
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  • Cuarto, garantizar a todos igualdad de oportunidades y una protección social básica, lo que implica facilitar el acceso en condiciones de igualdad al empleo, el financiamiento, servicios sociales de calidad adecuada y un sistema de seguridad social transportable, y todo ello en un contexto de mayor capacidad, transparencia y rendición de cuentas.
  • Quinto, fortalecer el sistema fiscal y aumentar la sostenibilidad fiscal. Este pilar abarca tres dimensiones clave: adecuado financiamiento para los diferentes niveles de Gobierno, que permita a estos hacer frente a sus gastos; movilización de ingresos adicionales, y reasignación del gasto, orientándolo hacia objetivos sociales y ambientales.
  • Sexto, hacer que China, como actor en la escena mundial, continúe su proceso de integración con los mercados internacionales. China ya es un protagonista clave en la economía mundial, aunque quizá no haya terminado de evaluar la manera de combinar sus necesidades de desarrollo con sus responsabilidades internacionales. En el futuro debe ser un asociado clave en la búsqueda de soluciones mundiales en esferas tales como desarrollo internacional, comercio abierto, estabilidad financiera mundial, un sistema abierto en materia de inversiones, energía y productos básicos, y el medio ambiente.

Los cambios estructurales enunciados en el “Informe sobre la China de 2030” también ofrecen oportunidades de establecimiento de vínculos internacionales más sólidos y constructivos.

Hace poco más de diez años, en 2001, en mi carácter de Representante Comercial de Estados Unidos cuando culminó el proceso de adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio, me impresionó la manera en que Jiang Zemin y Zhu Rongji utilizaban ese proceso de internacionalización para impulsar la reforma interna. Luego observé la manera en que la siguiente generación de dirigentes, empresarios y trabajadores se esforzaban en recoger los beneficios de las reformas y del sistema de la OMC.

Por lo tanto, debemos también tratar de vincular esta generación de reformas estructurales de China con los cambiantes objetivos económicos internacionales: un nuevo equilibrio del crecimiento, el ahorro y el consumo; un mercado más abierto y competitivo en el sector de los servicios, con mayor competencia internacional; el desarrollo de la tecnología para potenciar la productividad, con protección de las inversiones y la propiedad intelectual; fomento de un desarrollo agrícola mundial en que se preste atención a la seguridad alimentaria; uso más acertado y eficiente de la energía; oportunidades abiertas para la realización de inversiones tanto en las economías en desarrollo como en las desarrolladas; internacionalización de las principales monedas, avance hacia la liberalización de las cuentas de capital y la adopción de sistemas cambiarios flexibles, y promoción del comercio mundial a través de nuevas medidas de apertura y ampliación de oportunidades en las cadenas mundiales de suministro.

Gran parte del mundo centra actualmente la atención en las políticas de estabilización macroeconómica, las cuales son necesarias, pero no suficientes.
El mundo necesita también reformas que impulsen el crecimiento, y este requerirá cambios estructurales que intensifiquen la productividad, la competencia y la innovación.
A través de reformas estructurales en las economías desarrolladas y en desarrollo pueden abrirse nuevas vías para una cooperación más intensa y la obtención de beneficios mutuos. En lugar de quedar atascados en disputas tradicionales —con sus resultados de suma cero— son quizá las reformas estructurales las que ofrecen oportunidades de elaboración de estrategias conjuntas para superar los intereses creados que alzan barreras a un crecimiento mutuo.

Conclusión
Espero que el “Informe sobre la China del 2030” constituya un material de referencia útil para los encargados de formular políticas, así como una invalorable oportunidad para que los países intercambien conocimientos y experiencias: la oportunidad de lograr lo que el padre del moderno desarrollo de China, Deng Xiaoping, denominaba “extraer la verdad de los hechos”.

Pero espero también que este informe sea tan solo el punto de partida. Nuestra meta es avanzar a partir de la investigación, el análisis, la cooperación y la asociación que logramos en los últimos 18 meses, para que este estudio pueda ser la base para la creación de instituciones y políticas, en especial en materia de gasto fiscal, protección social, imperio de la ley y competencia.

Uno de los aspectos más destacados de la exitosa experiencia de China ha sido la capacidad del país de partir del nivel local, poner a prueba lo realizado, y luego aumentar la escala de las medidas adoptadas. Los proyectos piloto pueden ser instrumentos de aprendizaje increíblemente útiles. Los pequeños pasos pueden, con frecuencia, producir grandes cosas.

El Grupo del Banco Mundial está dispuesto a respaldar los esfuerzos que realice China para dar esos próximos pasos. Uno de los grandes beneficios emanados de este proyecto conjunto consiste en los lazos que se han establecido a lo largo del proceso de preparación del informe. Vikram Nehru, el jefe del equipo del Banco Mundial, me ha informado que al cabo de su labor el equipo chino y el del Banco Mundial se habían convertido, genuinamente, en un único equipo, con objetivos comunes y profunda amistad entre sus miembros.

Por lo tanto, reitero mi agradecimiento a las autoridades chinas y a nuestras contrapartes chinas por su excelencia como asociados. Espero que podamos seguir trabajando juntos.

Gracias. Escucharé con interés sus opiniones.