Inversiones extranjeras: Buscando mayor beneficio para el Perú

Llegó a nuestra redacción una interesante carta del señor Jhon Sucso, cuyo contenido llama a reflexión. Se trata de una idea sobre un tratamiento diferente que se puede dar a las inversiones extranjeras. Reproducimos parte de lo que escribió:


“Si bien la economía progresa a pasos agigantados, creo que se podrían corregir muchas cosas; pero, al parecer falta valor y una verdadera apuesta a ello, entre los que puedo señalar de que en lugar de ofrecer nuestro país en ganga a los ‘inversionnistas’, [se puede] ofrecerlo pero en calidad de socio mayorista, tenemos creo 35 mil millones de dólares en reserva, sería una buena forma de invertir en minería. El detalle solo afinándolo sería que en contrapartida a la mayoría de acciones el manejo gerencial, financiero, administrativo y laboral estaría a cargo de la empresa o socio privado, nosotros aportaríamos el capital, de más está saber que las mineras u otras empresas estratégicas nunca o casi nunca tienen pérdidas.”

Nuestro lector observa que la economía peruana, en cifras grandes, en el llamado nivel macro, tiene buenos indicadores; hay ganancias porque los productos que exporta el Perú tienen buenos precios en el mercado internacional, especialmente los minerales. Sin embargo, tal como están las cosas ahora, el estado peruano recibe de las empresas mineras nada más que el pago de impuestos y canon; pero la mayor parte de la ganancia va a manos de las empresas mineras, pese a que los dueños de todo lo que hay en nuestro territorio somos los peruanos.

Un argumento de quienes dicen que no se debe tocar ni con el pétalo de rosas a los inversionistas es que no se pueden cambiar las condiciones de un contrato; pero la realidad es que muchas veces se han cambiado (caso Telefónica, consorcio Camisea, etc.) cuando favorece a la empresa, ¡pero no se hace cambio cuando favorece al Perú! Sostienen, además, que la empresa que viene a invertir en determinados proyectos pone su dinero, algo que el Perú no tiene. Pero esto no es cierto: ahora el Perú sí tiene dinero. Entonces, respecto de qué hacer con las empresas extranjeras inversionistas, se abren varias opciones (no excluyentes entre sí) para el estado peruano: a) que compre un buen porcentaje de acciones, para tener participación en las utilidades; b) que se asocie invirtiendo algo en la parte inicial de los trabajos; se puede hacer que eso dé también más participación en la ganancia final.

Importante es el detalle que señala el señor Sucso: que en estas asociaciones estado-empresa privada, la dirección y conducción de la empresa esté a cargo de los socios capitalistas privados, para evitar distorsiones o corrupción si entran funcionarios del gobierno. Es obvio que los capitalistas, más que nadie, desean asegurarse de que su negocio marche bien, de manera eficiente y sin zánganos o “comechados”.

Pero no se crea que a priori tachamos de ineptos o corruptos a los funcionarios o técnicos estatales; el problema se produce cuando un gobierno de turno empieza a tener ingerencia o control en una empresa y coloca a sus partidarios, sin ningún criterio técnico. Cuando esto no sucede, cuando el estado no degenera una empresa estatal, ésta funciona bien. En el Perú tenemos los casos de Petroperú y Enapu, que son prósperas pese al sabotaje y oposición del propio gobierno, que quisiera quebrarlas para rematarlas a precio ínfimo a sus patrones chilenos. En Brasil la empresa estatal Petrobras es próspera y eficiente; en Chile la empresa estatal del cobre, Codelco, es tan exitosa que dedica un porcentaje fijo de sus ganancias para comprar las armas con que la fuerza armada chilena va a atacar al Perú. En Rusia las empresas estatales de petróleo y gas se asocian con empresas privadas de otros países, pero siempre manteniendo los rusos una participación de al menos 51%.

Para evitar que el final de la fiesta sea tan triste como cuando se acabaron el guano y el salitre, es necesario que políticos, economistas e ingenieros se propongan la meta de formular un modelo de asociación que permita al estado peruano, dueño de las riquezas, asegurar mayores ganancias. Por supuesto esto implica saber qué objetivos y acciones se desarrollen ahora, para que cuando se acaben los minerales seamos un país que tiene otras formas de mantener el desarrollo.