La inflación ¿vuelve a ser lo que era?


Por: Humberto Campodónico


En agosto, la inflación ha sido negativa en 0.21% y el acumulado enero-agosto es de tan solo 0.01%. Qué gran diferencia con lo que sucedía el año pasado, cuando la inflación de agosto fue 0.47% y el acumulado enero-agosto fue 4.7%, lo que superaba ampliamente la meta anual del BCR, que tiene un techo de 3% y un piso de 1%. De hecho, la inflación del 2009 incumple el rango meta, no por exceso sino por defecto.


En esos meses del año pasado, una de las discusiones centrales entre los economistas tenía que ver con el porqué de la inflación. Uno que otro despistado decía que el problema era la excesiva emisión monetaria del BCR, por lo que la receta era disminuirla. Pero el verdadero debate tenía que ver el hecho de saber si la inflación creciente era importada o si existía un recalentamiento de la economía.

Para los primeros, las causas de la inflación eran, principalmente, externas. Para defender esa tesis señalaban que la inflación subyacente (que excluye los precios de los alimentos y los combustibles) era de solo 3.9% de enero a setiembre del 2008, mientras que la inflación no subyacente era de 7.1%.

Para sustentar este planteamiento, se hacía alusión a diferentes factores internacionales: el aumento del cultivo del maíz para los biocombustibles, lo que reducía su producción –así como la de la soya, pues numerosas hectáreas abandonaban este cultivo para pasarse al maíz–, la creciente demanda de arroz de los países asiáticos, el crecimiento de la economía mundial, que incidía en el alza del precio del petróleo. Una de las principales medidas para combatir esta inflación era terminar con los oligopolios alimenticios y mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores.

Se decía que estos fenómenos habían causado cambios estructurales en los mercados, motivo por el cual había que modificar los enfoques (escribí un artículo con esos planteamientos, “La inflación subyacente ya no es lo que era”, www.cristaldemira.com, 26/05/08).

Para los partidarios del “recalentamiento de la economía”, uno de los argumentos centrales era que, en el I Semestre del 2008, la demanda interna estaba creciendo al 12.3%, mientras que el PBI solo lo hacía al 10.1% (qué tiempos aquellos). Este crecimiento de la demanda por encima del PBI potencial estaba causando la inflación, motivo por el cual había que “desacelerar la economía”.
Quizá el mayor creyente de esta tesis fue el ex ministro Luis Valdivieso, quien entró en julio del 2008 con el hacha de leñador del FMI desenvainada y comenzó a cortar el gasto corriente y la inversión pública a diestra y siniestra, con los resultados que conocemos.

La cuestión es que, un año después, la inflación enero-agosto 2009 está por los suelos: EEUU (-0.3%), Japón (-1.1%), China (-0.8%), Área Euro (0.5%). Una de las razones centrales es, claro está, la recesión económica global, que ha hecho caer la demanda en cada uno de esos países y mercados.

Pero otra razón importantísima (y que poco o nada se tomaba en cuenta el año pasado) fue la gran especulación de capitales financieros que entraron a los mercados de productos básicos (alimentos, minerales y petróleo) buscando ganancias especulativas más allá de su habitat tradicional: tasas de interés, tipo de cambio, bolsas de valores, derivados financieros, fusiones y adquisiciones.

Dice hoy la CFTC, organismo regulador de EEUU de los mercados de commodities, que la “especulación excesiva” de esos actores financieros provocó, en gran medida, la excepcional alza de precios de los productos básicos en el periodo junio 2007 a julio 2008. Motivo por el cual ha comenzado ya a poner límites a las inversiones que realizan en los mercados de commodities.

Sea lo que fuere, lo real y concreto es que hoy ya nadie discute si la inflación era importada o si era producto del “recalentamiento” de la economía. La inflación salió de los radares de los economistas ahora que, con 0.01%, está por debajo del rango meta del BCR. Pero eso significa, también, que quizá las lecciones no fueron bien aprendidas, lo que puede llevar, en el futuro, a cometer los mismos errores.

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