La transparencia fiscal brilla por su ausencia

Por Humberto Campodónico


En el Perú la legislación vigente obliga al gobierno a depositar en el Fondo de Estabilización Fiscal el saldo de los ingresos y egresos proveniente de los recursos ordinarios. Dicho en cristiano, si al final de año hay superávit fiscal, dice la Ley 27245, Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal, entonces ese dinero se debe depositar en el FEF.


En el 2006, 2007 y 2008 se alcanzaron importantes superávits fiscales, equivalentes al 2.1%, 3.1% y 2.1% del PBI, respectivamente. La suma equivale aproximadamente a S/. 24,500 millones, unos 8,000 millones de dólares. Así, se esperaría que el FEF cada año se vea incrementado en esa cantidad. Pero sucede que a fines de marzo del 2009, el saldo del FEF fue de solo US$ 1,800 millones.

El porqué de esta situación tiene algunas explicaciones plausibles y otras que no lo son tanto. Veamos las primeras. Los recursos que reciben los gobiernos regionales y locales por canon minero y petrolero quedan en su poder, aunque no se utilicen en su totalidad en el año en que se reciben. Este dinero, entonces, ya no lo tiene el MEF. Pero en términos contables forma parte del superávit fiscal.

¿A cuánto asciende? Acaba de decir el ministro Carranza que los gobiernos regionales y locales tienen S/. 9,000 millones “ahorrados”. Por eso, dice, no es cierto que se les vaya a recortar sus respectivos presupuestos (lo cual discutiremos en otro artículo). Y a ese dinero ya le ha puesto la puntería el gobierno central, “proponiendo” por ejemplo que una parte se destine a financiar el presupuesto del VRAE.

Pero, entonces, ¿dónde está el resto de los superávits fiscales? La respuesta es que no hay respuesta clara porque, año a año, se emiten leyes que disponen que esa plata no vaya al FEF —por razones siempre “extraordinarias”—.

Así, por ejemplo, el Decreto de Urgencia 016 2009 establece que para poner en marcha el Plan de Estímulo Económico “resulta necesario exonerar el saldo presupuestal de libre disponibilidad del Tesoro Público obtenido al final del año fiscal 2008 en la fuente de financiamiento de Recursos Ordinarios”.

En otros años, lo que se ha hecho con los saldos no ejecutados del presupuesto de inversiones (que también se contabiliza como superávit fiscal) ha sido destinarlos al presupuesto del año siguiente “para asegurar la continuidad de las inversiones”.

Pero ese no es el único destino de los superávits fiscales. Dijo el blog Ophèlimos de la Universidad Católica, a principios del 2008: “Al menos este año, no se han dado medidas excepcionales, como la creación de nuevos fondos, para utilizar los recursos del superávit fiscal, por lo que esperemos que este año lo que se destine al FEF sea un monto de ahorro importante representativo del alto nivel de superávit alcanzado” (Cifra récord del superávit fiscal peruano, http://blog.pucp.edu.pe/item/19998). Eso no se hizo.

Lo que tenemos, entonces, es que si bien la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal dice una cosa (que los superávits deben ir al FEF como parte de la política contra cíclica), el gobierno dispone de esos fondos como mejor le parece, a través del uso de diversos dispositivos, entre ellos los decretos de urgencia.

Ciertamente, algunos de esos usos forman parte de la política contracíclica, como por ejemplo el Plan de Estímulo Económico de este año. Pero lo que brilla por su ausencia es la transparencia fiscal, a la que, justamente, hace referencia la Ley que lleva ese nombre, la misma que ha sido “perforada” varias veces. Así, los dineros del superávit no van al FEF sino que están depositados en diversas cuentas bancarias en el sistema financiero, lo que es de difícil vigilancia para quien quiera hacerlo. Urge, entonces, que se restaure la transparencia.

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