Más de 10 millones de empleos
Jorge Manco Zaconetti

A la crisis política que agobia al país desde el 2016, agudizada por la pretensión del desprestigiado Legislativo de arrasar con las autonomías de otros poderes del Estado, más la ambición de llegar al 2026 de la Sra. Boluarte como Presidenta de la República y todo lo que ello significa con papelones internacionales incluidos, se agudiza la recesión económica, con el creciente descontento social y una mayor pobreza en un contexto internacional desfavorable. Con un crecimiento negativo en el 2023 el próximo no será mejor si es que no se hacen los ajustes necesarios.

 

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A la subida de los precios de los hidrocarburos en el 2022 producto de la guerra Rusia y Ucrania, inflación importada etc. se suma desde el 7 de octubre del 2023 el conflicto en el Oriente Medio, con la respuesta militar del estado israelí a las acciones terroristas del radicalismo árabe palestino.

Se tiende al agravamiento político militar por la generalización del conflicto, que puede disparar el precio del petróleo, si Irán un gran productor con más de 3.5 millones de barriles diarios, obstaculiza el acceso al estrecho de Ormuz, vía por donde transita más del 35% del petróleo mundial que consume Estados Unidos, Europa y Japón en especial.

A ello debemos agregar los efectos perversos del “Fenómeno del Niño” con el calentamiento global, la reducción de las áreas
cultivables, la falta de abonos nitrogenados, los desbordes de ríos e intensas lluvias en el norte del país, más la falta de lluvias en la sierra sur, la afectación a los niveles de pesca, el crecimiento económico del país será menor al 2 % en el 2024, insuficiente para absorber los más de 400 mil nuevos trabajadores que acceden al mercado de trabajo por vez primera.

Si bien el presente gobierno no es directamente responsable de la pertinaz disminución de la inversión privada, sobre todo minera energética que viene decreciendo desde el 2016, agudizada por los efectos negativos de la crisis sanitaria del 2020, donde algunos sectores como el turismo no superan los indicadores del 2019, se necesita un “Shock de confianza” frente a la inseguridad ciudadana, corrupción y el desánimo social que genera el empobrecimiento generalizado, salvo de las grandes empresas y grupos de poder que tienen su capital a buen recaudo en el exterior.

Por la fortaleza macroeconómica el Perú, no es Venezuela, Argentina ni Bolivia, se tienen reservas internacionales por más de US $ 73 mil millones de dólares, el déficit fiscal en relación al PBI es manejable uno de los más bajos en la región, la inflación anualizada tiende a la baja, la deuda pública es relativamente baja, de allí la importancia de un “Shock de confianza” para promover la inversión privada, con medidas reactivadoras del mercado interno que generen empleo, y la promoción del sector exportador como la minería y la agroexportación que han tenido un comportamiento espectacular de crecimiento en los últimos treinta años.

Pero sería propio de los avestruces negar lo que le espera al país, si no se fomenta el crecimiento económico promoviendo la inversión privada y la generación del empleo, superando y administrando los conflictos sociales. De allí la importancia de promover grandes proyectos mineros que reproduzcan el efecto Antamina o Quellaveco con más de US $ 8,000 millones de dólares anuales de inversiones.

 

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Todavía los precios del cobre y oro se mantienen elevados, atractivos y rentables.

Pero tan importante como promover los grandes proyectos mineros con la debida responsabilidad social, ambiental y tributaria cuyas inversiones generan demanda y capacidad de compra al conjunto de la economía por el efecto multiplicador de la inversión, es fundamental promover el empleo en el segmento de las micro y pequeñas empresas que son responsables de más de 10 millones de empleos en el país.

Por definición las micro empresas son aquellas unidades productivas que pueden llegar a tener no más de 10 trabajadores y una facturación anual de 150 Unidades Impositivas Tributarias (UIT), en cambio la pequeña empresa es aquella unidad productiva que puede tener hasta 50 trabajadores y facturar no más de 1,700 Unidades Impositivas Tributarias por año un promedio de S/ 8.4 millones de soles.

IMPORTANCIA ECONÓMICA

Según el Informe Anual 2018-2022 de Comex Perú sobre la realidad de “Las Micro, Pequeña y Mediana Empresa” (MYPYMES)
entre unidades empresariales formales e informales estamos ante un universo de más de 6.1millones de empresas que generan empleo a más de 10 millones de peruanos, aunque es verdad, una gran parte de las microempresas (3.8 millones) se reproducen en la informalidad, pobre productividad, bajos salarios sin acceso a la seguridad social.

Es más, el 24 % de las micro y pequeñas empresas acceden a métodos propios del ahorro informal, con altas de interés, no llevan libros de contabilidad, y gran parte son empresas cuyos trabajadores son familiares cercanos. Son empresas con altos índices de mortandad pues así como se crean desaparecen del mercado, y solamente sobreviven las más fuertes y exitosas. Es más, la jornada de trabajo supera de lejos las 8 horas sin seguro ni protección del Estado. Todo ello es propio del capitalismo salvaje inherente a las sociedades con instituciones políticas y económicas extractivistas.

 

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Sin embargo, la importancia económica de las Micro y Pequeñas empresas es fundamental en la demanda interna y sus efectos multiplicadores en el empleo. Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) para el 2022, sus ventas anuales representaron el equivalente al 17 % del Producto Bruto Interno (PBI), es decir su participación es mayor a la minería que tiene una ponderación promedio del 15 % en relación al PBI, con no más de 600 mil empleos directos sea de planilla y contrata minera.

Por ello, podemos considerar insuficiente el Plan del Gobierno liderado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), “Plan Unidos Para la Reactivación” para el 2024 con 25 medidas, de las cuales en relación al “Impulso a la recuperación de las Mypes”
al cual apenas se destinan S/100 millones de soles, y la otra medida referente a la compra de un millón de kits escolares para impulsar las compras a las Mypes.

En verdad, cifras ridículas e insuficientes si se tiene presente que el “Plan Reactiva Perú” del 2020 transfirió S/ 60 mil millones de soles pagaderos en cuatro años con bajísimas tasas de interés donde más del 60 % fue captado por grandes y medianas exitoso, por su baja morosidad el cual se debe reproducir exclusivamente para las empresas “Micro y Pequeñas Empresas” que son las responsables en la generación de empleo.

En tal sentido apuntan las declaraciones de Jesús Salazar Nishi, Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), cuando en una entrevista expone las medidas propuestas al gobierno: “ Propusimos que se den microcréditos, a través de las Cuentas DNI del Banco de la Nación, que vayan de S/ 1,000 a S/ 2,000. Debemos entender que Perú tiene dos mundos paralelos: uno formal y otro informal. La recesión golpea más al emprendedor informal, que trabaja con capitales de trabajo de hasta S/ 1,500 por que genera recursos día a día” (Diario Gestión 8/11/23).

Estas medidas promotoras para la Micro y Pymes, que transfieren recursos para aumentar la demanda interna, reactivaría la economía pero serían insuficientes. Recuerdo que a mediados de la década de los noventa del siglo pasado me desenvolvía como asesor de la Asociación Peruana de Confeccionistas (APIC) que agrupaba en gran parte a los fabricantes de Gamarra, y solicitamos al gobierno del Ing. Fujimori una serie de medidas reactivadoras. Así, se aprobó un programa exitoso de compras estatales como el
“millón de mochilas”, el “millón de buzos”, el “millón de zapatos”, el “millón de polos” etc. todas medidas que reactivaron a la
micro y pequeña empresa en su momento.

En verdad, la ortodoxia del MEF debe ser superada con medidas keynesianas de corto plazo, reactivadoras de la demanda que
transfiera recursos a los micro y pequeños productores, pues estas transferencias vuelven al circuito económico, vía incremento del consumo y pequeñas inversiones.

Sin embargo, no bastan las medidas reactivadoras a nivel económico y financiero. Existe la certidumbre que la crisis política y falta de gobernabilidad está afectando el desenvolvimiento económico y las inversiones privadas. Por ello, más que agravar la agonía política y económica, con mayores conflictos sociales, es de interés nacional la convocatoria a nuevas elecciones generales antes del 2026. De lo contrario, la recesión económica y falta de inversiones han de persistir por la inviabilidad política del presente régimen.

 

Diario Uno, 11.11.2023