Aprovechando la oportunidad del mercado mundial
Jorge Manco Zaconetti

Siempre hemos sostenido que el crecimiento económico de la economía peruana del 2002 al 2019 ha sido inducido por la demanda externa especialmente de la China Popular en pleno proceso de urbanización e industrialización, que necesitaba el abastecimiento de materias primas, en especial del cobre y petróleo.

 

minas cobre zinc molibdeno

La importancia mundial de nuestro país radica en sus recursos naturales que son explotados como materias primas desde el guano en 1845 al cobre, oro, plata, hierro, gas etc. en el presente.

Más que las bondades de la Constitución de 1993, en cuanto a la estabilidad jurídica, seguridad de los contratos e inversiones, la libre remisión de utilidades, con beneficios tributarios entre otros, el crecimiento se vio favorecido por el “boom de precios” de los minerales, donde la inversión minera de US $ 25 millones de dólares en 1992 se incrementó por encima de los US $ 9,000 millones en el 2010. Previamente se tuvo que derrotar a Sendero Luminoso y al MRTA, y establecer un “golpe de estado” en abril de 1992 para hacer viables el ajuste económico y las llamadas reformas estructurales.

Fuera de los proyectos inaugurados en el 2015 como Las Bambas y Chinalco, las ampliaciones de la Mra. Cerro Verde, Southern Copper (SPCC), Constancia y Antapaccay; la última gran inversión está constituida por la entrada en operaciones de Mra. Quellaveco a fines del 2022 con una inversión que supera los US$ 5,500 millones.

Si se tiene presente que el proyecto Quellaveco, que pertenecía al Estado a través de la empresa Minero Perú, fue privatizado en 1992 por la módica suma de US $ 12.5 millones a favor de la transnacional Angloamerican asociada a capitales japoneses. En Chile por un yacimiento similar como Inés de Collahuasi las empresas privadas pagaron más de US $ 300 millones para hacerse de un yacimiento parecido.

En la práctica de 1992 al 2022 el proyecto cuprífero de Quellaveco demoró casi 30 años, demostrando las dificultades del financiamiento, la negociación social, y el tiempo que significa una gran inversión minera. Se tiene en cartera más de 47 proyectos mineros sobre todo cupríferos por inversiones superiores a los US $ 56 mil millones de dólares, no debemos “perder el tren de la historia”, la oportunidad de monetizar, poner en valor los recursos naturales y negociar su industrialización doméstica.

En realidad, hacer proyectos posibles como La Granja, Galeno, Los Chancas, Río Blanco, Tía María, Zafranal entre otros supone una visión de Estado y un proyecto nacional de desarrollo, demostrando la viabilidad técnica, material y ambiental que sí es posible hacer minería y agricultura en conjunto.

Ello supone una estrategia política, social, cultural que por ahora no tenemos, por la debilidad de la clase política, la soberbia empresarial de los mineros, la comunicación parcial sobre las bondades de la minería, y las oportunidades de liderazgo social que otorga la oposición política a las inversiones mineras, sobre todo de la gran minería.

El ministerio de economía y finanzas (MEF), el ministerio de energía y minas (MINEM), Proinversión entre otros debieran estimar lo que el país deja de percibir en impuesto a la renta, canon y regalías mineras, empleo regional, y la demanda derivada en otros sectores como electricidad, construcción, servicios, alimentos, finanzas.

Exponer en las universidades, colegios, municipales, gobiernos locales y regionales entre otros, lo que el país deja de percibir en rentas y empleo.

Siempre he sostenido que la minería en el Perú es el sector más importante de la economía peruana, no solamente por los capitales que se invierten, por su participación en el PBI, cercana al 15 % y no del 9% como sostiene el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), ello en razón del incremento de la producción de cobre entre el 2007 al 2022.

En el 2007 durante el segundo gobierno de Alan García, se elaboraron unas Cuentas Nacionales y la Tabla Insumo Producto, que estima la interdependencia entre los sectores económicos. Este instrumento de política económica no ha sido actualizado, pues en el 2007 la producción física de cobre era de un millón de toneladas. En el 2022 la producción fue de casi 2.4 millones de toneladas y se espera que en el 2023 gracias al efecto “Quellaveco” supere los 2.8 millones de toneladas métricas del metal rojo.

Si a ello se agrega los dos millones de onzas anuales de oro que se registran en promedio como exportaciones auríferas de un total de casi seis millones onzas anuales, pero que no tienen registrado un productor directo gracias a la grave informalidad e ilegalidad en la producción aurífera, que se extiende en la costa, sierra y selva sobre todo en la frontera con el Ecuador, en la provincia de Condorcanqui/Amazonas, y de la sierra de Sullana/Piura. Es más, una parte significativa del oro extraído en Madre de Dios y Puno se traslada a Bolivia convirtiendo a dicho país en un productor de oro.

Solamente estas dos consideraciones bastarían para justificar la subestimación de la minería en la economía peruana. A pesar de ello, con la estadística oficial la exportación minera entre enero/octubre del 2023 en relación al similar período del 2022 se ha incrementado en un 9.9%, pasando de los US $ 31,747 millones a US $ 34,891 millones gracias al efecto de la mayor producción de la Mra. Quellaveco.

Lamentablemente no estamos aprovechando la oportunidad externa en relación a los altos precios del cobre y oro, que se mantienen elevados con tendencia al incremento. Con precios del cobre por encima de los US $ 3.70 la libra y precios del oro que superan los US $2,000 dólares la onza, existe una ventana de oportunidad, que como país debiéramos aprovechar.

En el caso del cobre por una serie de razones asociadas al cambio climático y el uso de energías limpias, se está apostando por la energía solar y eólica ambas intensivas en cobre. Si a ello se suma los acuerdos en Europa Occidental por sustituir los combustibles fósiles derivados del petróleo por el parque automotriz eléctrico, también intensivos en cobre, podemos entender las tendencias del mercado mundial en relación a la demanda del metal rojo.

A estos factores debieran agregarse la importancia creciente de las “casas inteligentes” intensivas en cobre, y sobre todo la demanda bélica del metal rojo. Las balas, las municiones de artillería por ejemplo que se disparan en la guerra entre Rusia y Ucrania que compromete cada vez más a las tropas de la OTAN demandan intensivamente cobre. Después de todo, un cartucho de fusil o de obús está básicamente constituido de cobre y zinc.

Por ello, diversas proyecciones de oferta y demanda del cobre para el 2030 pronostican un déficit en la producción cuprífera, lo cual significa una fuerte presión hacia arriba en los precios que estiman un precio superior a los US $ 6 dólares la libra. En tal sentido, como país el Perú no debiera desaprovechar esta coyuntura internacional favorable.

MAYOR VALOR AGREGADO
Así como se debe aprovechar la oportunidad externa con los precios de los minerales en alza, se debe promover los proyectos mineros sobre todo de cobre con responsabilidad social, tributaria y ambiental. Es más, se debe promover la industrialización de los productos mineros, pues no se reconoce ninguna experiencia internacional, donde un país haya alcanzado el desarrollo y el crecimiento sostenido con la producción y exportación de materias primas.

Se debe promover la industrialización de las materias primas en especial del cobre y oro, pues con la excepción de la producción minera de SPCC que exporta alambrón de cobre y cátodos de cobre con un 99.9 % de pureza aptos para su uso industrial, la gran parte de cobre se exporta como concentrados, para ser refinados en China, Europa o Japón.

En estas condiciones el Perú como país productor pierde por la falta de valorización de una serie de subproductos que se obtienen de la refinación de los concentrados de cobre, zinc, plomo, plata. En tal sentido, se debiera estimar el valor que deja de percibir el país, por no valorizar los subproductos como el litio, cadmio, molibdeno, tungsteno, y otros minerales raros que se derivan del proceso de refinación, y que tienen más valor en el mercado que los concentrados de origen. ¡El Perú no puede seguir siendo el
país de las oportunidades perdidas!

 

Diario Uno, 06.01.2024