Dos Chiles

Por Humberto Campodónico

El impacto económico del terremoto en Chile va a ser fuerte, pero no parece que pueda afectar el crecimiento del país en el mediano y largo plazo. La producción de cobre ―que representó el 48% de las exportaciones de Chile en el 2008― está situada en el norte mayormente y no ha sufrido daños, mientras que el 25% restante está en zonas cercanas a Santiago (minas El Soldado, Andina y El Teniente), informes recientes dicen que las minas ya están produciendo nuevamente.


Por tanto, una vez superados los impactos negativos (infraestructura, transportes, electricidad y refinerías) Chile crecerá y es probable que las inversiones en reconstrucción tengan un efecto positivo en el PBI.

Dicho esto, es necesario detenerse sobre el impacto del terremoto en su epicentro, la VII Región (Bío Bío) y IX Región (Araucanía), las más pobres del país. En efecto, si bien la pobreza nacional solo llegó al 13.7% según la Encuesta Casen del 2006 (10.5% de pobres y 3.2% de indigentes), en Bío Bío y Araucanía la pobreza fue de 20.1 y 20.7%, respectivamente. En muchas comunas la pobreza supera al 35% (ver cuadro).        

Pero, ojo, el economista chileno Felipe Larraín (PhD de Harvard y profesor de la Católica de Chile) afirma que la Encuesta Casen es de 1998 y toma en cuenta los patrones de consumo de hogares del Gran Santiago, lo que acarrea serios problemas de medición. Si estos se corrigen, la pobreza en Chile se elevaría del 13.7 al 29%. Así, las cifras de pobreza de la VIII y IX Región serían superiores al 20% de Casen. (“Cuatro millones de pobres” (www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4120.html).

En cuanto a Bío Bío, el economista chileno Sergio Boisier dice que “lo relevante de su base económica es su diversificación productiva destacando las actividades ligadas con las áreas industriales, forestales, agropecuarias y de servicios”. Agrega que “Bío Bío tiene el 10% del PBI de Chile (solo lo supera la Región Metropolitana) pero que su PBI per cápita está por debajo del nacional”.

Pero “la desocupación regional se encuentra sobre el 9%, lo que supera el promedio nacional y el de las regiones vecinas. Esto agudiza las problemáticas sociales de pobreza e indigencia y se convierte en una variable crítica que deben abordar las políticas públicas, no obstante de los avances conseguidos a la fecha” (Territorio, Estado y Sociedad en Chile, Universidad de Alcalá, 2007).

Aquí, entonces, ha llovido sobre mojado: es un territorio con un importante PBI forestal y agrícola, pero con un bajo PBI per cápita y un alto desempleo. No han chorreado los beneficios económicos. A lo que debe agregarse que las poblaciones costeras han sido fuertemente afectadas por los tsunamis.

Finalmente, es conocido que el crecimiento económico de Chile está acompañado de una fuerte desigualdad en la distribución del ingreso ―el coeficiente de Gini es de 0.52, según Panorama Social de la CEPAL,  2009―, una de las más altas de la Región. Agrega Panorama Social que los chilenos que creen que “la distribución del ingreso es muy justa o justa” es solo del 10%, mientras que los que creen que ésta es “muy injusta” llega al 45%, solo superado por Paraguay (55%).

Por tanto, lo que se viene ahora con la reconstrucción económica es algo que el Chile moderno puede hacer perfectamente. Diferente es el problema de la superación de la desigualdad económica, pues esta viene con el modelo económico de los 80 que la Concertación no cambió en lo esencial. Y no parece que, dados sus antecedentes, el nuevo presidente tenga el enfoque o el programa que se requiere para unir al Chile moderno con el “otro”, el que tiene condiciones de pobreza muy parecidas a las nuestras. Salvo mejor parecer.

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