Hambre, palabra de nuestro tiempo


por Herbert Mujica Rojas

 
Por vez primera y como un lobo con orejas amenazantes, el hambre asomó con fuerza en el presente régimen gubernamental. La nueva subida del precio de los combustibles alentó una espiral hasta hoy incontrolable de los artículos de primera necesidad que conforman la alicaída canasta básica. El hambre, esa parca insolente, invadió los predios políticos y económicos del país.


¿Qué hacer? ¿Ponerse a denostar al gobierno y del presidente Toledo y echar lodo por toneladas sobre la indiscutible ineptitud de gran parte de sus ministros? Acaso resulte en una práctica divertida pero bastante superficial, porque la corrupción prosigue su curso y los sinverguenzas que medran en todos los gobiernos siguen haciendo de las suyas. Camionetas nuevas, casas flamantes, viajes al por mayor, tarjetas de crédito, negocios por millones, estos son signos de los nuevos ricos, ni fujimoristas ni montesinistas, más bien nacidos en un período recientísimo de administración. Y contra éstos hay que enfilar las baterías.
 
La sumisa estupidez de ciertos gurúes de la televisión, los radios y periódicos ha contrabandeado la especie que sin inversión extranjera no hay posibilidades de despegue y que el país se estanca en un marasmo paralizante. Ergo, si no nos ceñimos a las exigencias antilaborales, abusivas, de las grandes transnacionales, el Perú se hunde irremisiblemente. ¿Es posible haber sido más cipayos que durante el gobierno del delincuente Kenya Fujimori? ¿O acaso mientras que discurrió el abominable “gobierno de transición” de Paniagua? ¿O, para no ser injustos, durante la breve época en vigencia? Hasta hoy lo único que no ha importado un ardite es el interés de los millones de peruanos, sino la biblia y los versículos que empresas gigantescas rezan y predican.
 
¿Quién aclara lo ocurrido con el malhadado Contrato de Camisea? Pluspetrol, esa empresa argentina con amenaza de quiebra y que posee el 37% del trato, está desesperada impulsando que el Banco Interamericano de Desarrollo le preste varias decenas de millones de dólares. ¿Con qué aval y con qué respaldo? ¡Con ninguno! Quieren hacer un trato pero por sobre la producción futura y con un no difundido —pero real— apoyo del gobierno peruano. Esto se lee así: ¡si los de Pluspetrol quiebran o no pueden cubrir sus expectativas, los 26 millones de peruanos SI van a tener que pagar la deuda de esta firma trucha!
 
La propaganda de Pluspetrol sobre Camisea ha eliminado en la descripción de las empresas intervinientes en el contrato a Hidrocarburos Andinos SAC y en su lugar ha colocado, con el mismo 10% de participación, a Tecpetrol (propiedad de Techint). ¿Cómo ha ocurrido esto? ¿No debía ser el ministro de Energía y Minas, el vendepatria Jaime Quijandría, el llamado a aclarar este tema sumamente sospechoso? ¿Qué está haciendo el gobierno sobre este particular?
 
Este es un tema muy delicado. Camisea tiene un valor agregado de aproximadamente US$ 300 mil millones de dólares y compromete al Perú por los próximos 100 años. ¿Es justo que se regale irresponsablemente a empresas de anémico poderío económico y financiero tremenda posibilidad de desarrollo energético? Afirmo y subrayo que habrá que luchar hasta las últimas consecuencias porque esto se aclare y sea el pueblo el beneficiado y no unos cuantos vivos que trabajan en complicidad con los inmorales de siempre.
 
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
 
http://www.voltairenet.org/article166143.html