Cuando sube el petróleo, todos se preocupan

estacion_petroleo_selva.jpgPor Humberto Campodónico

Ahora que sigue subiendo el precio del petróleo, las sirenas llaman a la alarma. Dice Nouriel Roubini que si el petróleo supera los US$ 140/barril, el mundo —que recién está saliendo de la recesión del 2008— podría recaer en la “doble” o “segunda” zambullida recesiva (double dip recession). En los EE. UU., Barack Obama acaba de decir que —de ser necesario— echará mano a la Reserva Estratégica de 727 millones de barriles (almacenada en cuevas en Texas y Luisiana) para aumentar la oferta y bajar los precios. En Chile, el presidente Piñera acaba de anunciar un nuevo sistema de precios para “aliviar a los consumidores frente al alza de la gasolina y del kerosene” (La Cuarta, 11/03/2011).

En el Perú, el gobierno ha anunciado que no actualizará hasta mayo la banda de precios de la gasolina. Debido a ello, las refinerías no pueden subir sus precios de venta a los mayoristas, lo que hace que los precios al público se mantengan estables. En la teoría de funcionamiento del Fondo, eso no es problema, pues se supone que cuando los precios del petróleo bajen, esa rebaja no será transmitida en su totalidad a los consumidores, y una parte se destinará a pagar la deuda acumulada.

Ajá. Pero qué pasa si los precios no bajan, que es lo más probable ahora. Pues que en algún momento habrá que pagar la deuda a las refinerías. Eso pasó el 2008, cuando el gobierno pagó una deuda de S/. 2,150 millones con las refinerías. Luego, en enero del 2009, como parte del Plan Estímulo, el gobierno promulgó los DU 006 y 009, cancelando S/. 1,000 millones adicionales. Inmediatamente después, el gobierno redujo la banda de precios y el precio de los combustibles bajó. O sea que el gobierno no “esperó” que “el mercado” reduzca los precios para, recién allí, saldar la deuda a las refinerías.

Por eso, si se va a usar este instrumento (algo con lo cual discrepamos) el precio de los combustibles que fijan las autoridades debe acercarse a los costos de producción reales de las refinerías. Eso no sucede con la metodología de los Precios de Paridad de Importación (PPI), pues se consideran los precios de los EE. UU. (más el flete), lo que muy poco tiene que ver con los costos reales de las refinerías en el Perú (1). ¿Cuáles son las alternativas? En Chile se ha suprimido un sistema que era parecido al peruano (o el nuestro parecido al de ellos) y ahora Piñera anuncia el Sistema de Protección de los Precios de los Combustibles (SIPCO) en el cual también hay una banda de precios, que mantiene los precios iguales siempre y cuando no varíen en 12.5% para arriba o para abajo.

La novedad es que el gobierno ya no le “presta” al Fondo para asumir la deuda con las refinerías, pues lo que ahora sube y baja es el “impuesto específico” a las gasolinas (equivalente a nuestro impuesto selectivo al consumo). Dicho de otro modo: 1) aumenta el precio de venta de las refinerías; 2) baja el “específico” y, por tanto, la recaudación; 3) el precio al público se mantiene igual.

Si bien este sistema “arregla” el problema de la deuda a las refinerías (de propiedad de la estatal ENAP), lo hace a costa de los ingresos fiscales. Esto no estaría mal pues en Chile la carga tributaria petrolera es parecida a la peruana (es decir, excesiva). Pero tiene el defecto de seguir con la metodología de los PPI, aunque en Chile esto se justifica más que aquí: importan más del 95% de los combustibles que consumen, lo que no sucede en el Perú. Lo que se aprecia en el mundo en general es que los gobiernos adoptan políticas ad hoc para tratar de atenuar el alza del precio de los combustibles que, ojo, no ha sido causada por factores “de mercado”, por sus implicancias macroeconómicas. Pero aquí los neoliberales quieren que suba el precio de los combustibles sí o sí, lo que genera inflación y perjudica a los más pobres. No, pues, así no es. Volveremos con las alternativas en un próximo artículo.

(1)  “Cómo bajar los precios de los combustibles”, www.cristaldemira.com, 9/3/11.
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