Políticos corruptos y cortoplacismo en energíaalan_garcia_201.jpg

Estamos habituados a escuchar mensajes triunfalistas que proclaman políticos inmorales y corruptos, según los cuales “al Perú lo envidian” por su “desarrollo”, o “al Perú no lo para nadie”.

Quienes hablan estas barbaridades “olvidan” decir que lo sostenido de nuestras ganancias por exportación de materias primas beneficia solamente a algunas empresas grandes y a los políticos que les facilitan sus negocios, no traen bienestar al 80% de la población del país, que vive en la pobreza. La realidad es la de un “crecimiento” que acentúa nuestra dependencia de la exportación de materias primas, modelo en el que el Perú continuará siendo un país atrasado, sin proyección al futuro.

En otras palabras, los corruptos de siempre están eufóricos por las coimas que reciben por fomentar la minería y la agroindustria, de la misma manera en que se alegraban los rateros que gobernaron el Perú en las épocas de auge exportador de guano, salitre, caucho, algodón, etc. O sea que en lo esencial, seguimos igual de atrasados que en el siglo XIX: simples exportadores de materias primas.

Incluso si para efectos de análisis consideramos que es verdad lo que nos dicen los políticos venales que gobernaron y gobiernan el país, los hechos demuestran que estos delincuentes no tienen visión de estadistas, puesto que —para mencionar sólo un aspecto de nuestra realidad— la capacidad de producir energía pronto entrará en crisis y hará que el Perú pierda competitividad, incluso en este modelo económico basado en la exportación de materias primas.

La nota que reproducimos, del ingeniero Luis Incháustegui, especialista en temas de energía, muestra que pronto veremos las dificultades que por falta de planificación en el campo de la energía enfrentará nuestro decimonónico sistema de “desarrollo”.



http://elcomercio.pe/impresa/notas/no-hay-desarrollo-sin-energia/20110316/728334

El Comercio.pe

UN PROBLEMA AÚN NO RESUELTO
No hay desarrollo sin energía

Por: Juan Incháustegui *

Miércoles 16 de Marzo del 2011

Como expresan en estos días analistas y líderes institucionales, es preciso corregir la ausencia o ligereza con que se ha considerado el tema del abastecimiento oportuno de energía para el país, en su indesligable y conocida relación con el crecimiento económico y el desarrollo social. Es, asimismo, un imperativo político que este tema se trate y se debata con suficiencia en el proceso electoral que vivimos y que lamentablemente está más plagado de anécdotas, cuando no de insultos y agravios, que dicen muy poco de sus protagonistas.

En efecto, si nuestra economía siguiera creciendo en promedios mayores al 6 % anual, como parece muy probable y hasta seguro y, según algunos, sin importar qué presidente nos gobierne, tendríamos que contar —hablando solo de electricidad— con nuevas centrales de generación y sistemas asociados de transmisión equivalentes a una central del Mantaro cada tres años; que como sabemos se construyó en su etapa final hace 26 años. Nada menos. O tendríamos que duplicar la electricidad que se genera con el gas de Camisea en los próximos cinco años y que también nos tomó un cuarto de siglo desarrollar y utilizar. Hay, pues, verdaderamente muchísimo que hacer. Y hay que hacerlo ya.

Lo preocupante es que las condiciones ambientales y sociales no están haciendo fácil el proceso de inversión, sino todo lo contrario: tenemos proyectos hidráulicos paralizados por problemas de aceptación social o entrampados en complicados análisis de impacto ambiental. Y los caudales aprovechables por muchos de esos proyectos enfrentan ahora las amenazas del cambio climático por sus efectos sobre nuestros glaciares tropicales.

Por añadidura, las experiencias de grandes proyectos hidroeléctricos que han generado efectos no previstos en su entorno más la consideración del significado particular y diferente —y desde luego respetable— que tiene el territorio para las comunidades de la selva del Perú configuran una realidad concreta y diferente que no se puede ignorar.

Es preciso, pues, darle al tema la prioridad que tiene y difundir su importancia y su análisis dentro de los mejores términos de seriedad y búsqueda de consenso. Si no logramos formar una corriente de opinión ciudadana, basada en información suficiente y si el gobierno —el presente y el próximo— no acelera una propuesta compartida de cómo enfrentar estos retos, podemos agravar primero las restricciones de abastecimiento de energía, que ya se están aproximando y, luego, caer en racionamientos y a la vez, entonces, perder la competitividad del país, que en los últimos diez años ha gozado de la sustantiva ventaja de energía barata, que no advertimos aún en su enorme significado y que ha sido uno de los motores claves de nuestro progreso.

[*] Ex ministro de Energía y Minas