¡La DBA quiere su liquidación!
Jorge Manco Zaconetti

La defensa de PetroPerú es un imperativo histórico y moral ante tanta infamia desatada por la derecha bruta y achorada (DBA) que demandan la insolvencia de la petrolera estatal y que supuestamente estaríamos ante una “empresa quebrada”, cuestión ajena a la realidad. En verdad, en esta campaña sucia y oscura se suman, exfuncionarios, exgerentes despechados de la empresa, que cuestionan los altos costos de inversión que significan los 16 procesos industriales de la Nueva Refinería de Talara de PetroPerú, que recién en diciembre del 2023 ha dado término a su construcción plena.

 

Petroperu edificio 4

Ahora deberá operar al 100 % de su capacidad, y debe generar excedentes anuales en promedio de US $ 470 millones de dólares en los próximos quince años, según consultoras internacionales de reconocido prestigio como Arthur D´Little.

Históricamente desde su creación en julio de 1969, con el gobierno progresista del general Juan Velasco Alvarado, PetroPerú siempre ha sido una empresa rentable, salvo el período 1986/1990 donde fue obligada como empresa estatal a subsidiar los precios de los combustibles, generándole cuantiosos déficits, que el régimen de Alberto Fujimori, resolvió con un sinceramiento de precios, alineando los precios internos de los combustibles a los vigentes internacionales, adoptando el marcador WTI y los precios del Golfo de México.

Así, una empresa que generaba pérdidas durante el gobierno de Alan García, en 1990 con el “shock de precios” conocido como el fujishock hacia 1993 obtenía utilidades que tenían que ser maquilladas, pues en julio de 1992, el gobierno del dictador, sin estudios ni proyectos había asumido la decisión política de privatizar por partes, es decir fragmentando las actividades de PetroPerú.

Por ello la presente situación económica financiera de PetroPerú tiene como telón de fondo los costos de la irracional privatización de los lotes petroleros, de rentables filiales como Solgás, Naviera Transoceánica y la Refinería de la Pampilla entre otros, que fueron vendidas a precios de remate, por decir lo menos.

De esta forma desde 1996 hasta diciembre del 2021 la petrolera estatal no ha producido un barril de petróleo, ni una molécula de gas natural, y ha tenido que comprar el crudo que antes producía abonando más de US $ 16 mil millones de dólares entre 1997 al 2022, favoreciendo a las empresas privadas que se beneficiaron con la privatización de los lotes petroleros que antes fueron de PetroPerú.

En verdad, son tantos los problemas internos y externos que tiene que asumir y resolver PetroPerú que está pasando por un momento crítico, sobre todo por el endeudamiento internacional que tiene que honrar con los bonistas en especial de los Estados Unidos por más de US $ 3,500 millones de dólares, pasivos que se deben pagar y asumir en un período mayor a los quince años.

Así, PetroPerú tiene que honrar una deuda internacional por cerca de US$350 millones anuales en promedio, en una coyuntura donde ha perdido su participación en el mercado de combustibles. Así, adoptada la decisión del directorio de 2019 de cerrar las operaciones de la vieja de refinería de Talara con una capacidad de 65 mil barriles diarios, para construir una nueva refinería sumamente compleja con una capacidad mayor de 95 mil barriles diarios de procesamiento; esta nueva unidad tiene la ventaja de producir combustibles limpios de azufre, de re procesar el petróleo residual, generar su propia energía entre otras características.

Así, la petrolera estatal de tener una participación en el mercado de combustibles del 50 % hoy no participa ni con el 30 %, pues al no refinar en Talara durante los años 2020, 2021, 2022 forzosamente se convirtió en un importador neto de combustibles para poder abastecer el mercado interno de combustibles, en especial de la Amazonía donde no resulta rentable para las empresas privadas transportar los derivados del petróleo.

Es más, duramente la pandemia del 2020 prácticamente los ingresos de la petrolera estatal se redujeron en un tercio, pero igual tenía que asumir los compromisos de deuda externa. Es más, desde febrero del 2022 con la guerra entre Rusia y Ucrania los precios del petróleo y los márgenes de refinación subieron, cuestión inédita en la historia pues se elevaron en simultáneo. De allí la racionalidad de la integración vertical.

NECESARIA INTEGRACIÓN VERTICAL
Es decir, produces tu propio crudo y lo refinas, por tanto ganas como productor y refinador, como lo hace ENAP de Chile, donde el propio dictador Augusto Pinochet reconoció la importancia estratégica de su petrolera estatal. En nuestro país la derecha bruta y achorada (DBA) se opone a la integración vertical de PetroPerú, en defensa de los beneficios privados.

Al no tener producción propia de crudo, la petrolera estatal tenía que comprar y pagar precios internacionales por el petróleo que antes le pertenecía. Es decir, si el promedio de precios en el 2020 era de US $ 40 dólares el barril, para el 2022 superaba los US$80 dólares, con lo cual PetroPerú tenía que endeudarse con la banca privada para poder comprar productos refinados que se dispararon llegando en algún momento a los US$250 dólares el barril. ¡Algo jamás nunca observado en la historia del petróleo!

Es más, también se elevaron los márgenes de refinación, es decir la diferencia entre el precio del petróleo y de los productos refinados (diésel limpio y gasolinas en especial), llegando por ejemplo a ser superiores al 50 % del precio del crudo.

Lamentablemente al estar cerrada la refinería de Talara durante los años 2020, 2021, pero sobre todo en el 2022, PetroPerú no percibía el margen de refino.

Está demostrado por la experiencia e historia la rentabilidad de PetroPerú salvo el período 2022, 2023 y 2024, donde solamente produce 1,500 barriles diarios de una producción diaria superior a los 40 mil barriles. Con la refinería de Talara operando al 100 % de su capacidad, y con lotes propios como el lote I, VI y sobre todo el lote X, los resultados serán positivos. Por ello, el apoyo y capitalización del Estado a su petrolera es necesario por el interés nacional.

Con una producción propia de 20 mil barriles diarios y la nueva refinería operando al 100 %, las utilidades estimadas serían superiores a los US$700 millones anuales, algo que le “quita el sueño” a la DBA y sobre todo a los grupos empresariales que están tras la liquidación de PetroPerú y su participación en el rentable mercado de combustibles del país.

 

Diario Uno, 13.01.2024