Historia, madre y maestra La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima, pp. 115-149


Guerra del Pacífico, la batalla de Lima. 36 Se organiza la defensa


El Dictador Piérola, desde su asalto al poder en diciembre de 1879, hasta el 17 de junio de 1880, contempló la guerra como cosa ajena y distante a la capital, seguramente a la espera de un milagro. Recién cuando se perdió Arica y desintegró totalmente el primer ejército del Sur y cuyos restos llegaron a Puno; que el segundo ejército se encontró en franca desorganización bajo el comando de Leyva en Arequipa, es que recién se dio cuenta que los chilenos podían llegar a Lima y, con el uso de la improvisada ineptitud que lo caracterizó en la conducción de la guerra, por decreto de la fecha indicada dispuso la movilización en Lima de todos los ciudadanos menores de sesenta años y mayores de diecisiete, bajo el mando del coronel Juan Martín Echenique, a quien nombró Comandante en Jefe del Ejército de Reserva y desempeñara igualmente como Prefecto de Lima.

Guerra del Pacífico, soldados peruanos en Lima
Guerra del Pacifico, combatientes peruanos

El decreto estableció la formación de diez divisiones de infantería formadas con criterio gremial o de ocupación, les señaló el comandante y lugar del adiestramiento. Igualmente todo aquel que tuviere que ver con el manejo de caballos, asnos o acémilas en general, formaría parte de la caballería y, la brigada de artillería, quedó conformada por bomberos, carreteros, carroceros y aparajeros, además de la cruz roja. Para mejor ilustración se trascribe características de algunas divisiones: (101).

"Los ciudadanos de la primera División, comandada por el coronel José Unánue, y que se formará de los señores vocales y jueces, abogados y bachilleres, empleados judiciales, procuradores y escribanos y amanuenses de abogados y de escribanos, concurrirán al Palacio de Justicia.

Los de la cuarta División, comandada por el señor coronel don Juan de Aliaga y Puente, y que se formará de los arquitectos, empresarios de obras públicas, carpinteros y albañiles, concurrirán a la Plaza de Santa Ana. Los de la sexta División, comandada. .. Que se formará de los plateros, hojalateros, maquinistas, herreros, caldereros, fundidores y molineros, concurrirán a la Plazoleta de Bolívar.

Los de la octava División, comandada por. . . y que será compuesta por los dulceros, bizcocheros, pasteleros, panaderos, sirvientes de casa y hoteles y dueños de fondas y chinganas, concurrirán a la Plazuela del Teatro. Los de la décima División, comandada por. . . que se formará de los empleados, operarios y peones del ferrocarril y tranvía, de las empresas del gas y del agua, lo mismo que los plomeros y gasfiteros, concurrirán a inscribirse en la Plazuela de Monserrate".

Los ciudadanos de la Brigada de Caballería, comandada por... que se formará de los aguadores, dueños y peones de caballerizas, albéitares, cocheros y camaroneros, concurrirán a la Plazuela de San Lázaro".

Sobre estos últimos no señaló si debían concurrir con sus acémilas o quién las proveería.

Esa increíble organización, motivó que un mes después, el 17 de julio, Echenique promulgara nuevo Bando tratando de fijar un límite a la inscripción de los ciudadanos en sus respectivas divisiones y, que a partir del 18 de ese mes, se cumpliera lo establecido, que de 3 a 6 de la tarde, los inscritos deberían abandonar sus labores dedicándose al adiestramiento. Además se modificaron los lugares de concentración.

Como las disposiciones no lograron sus objetivos, el 23 de noviembre, por otro decreto se dispuso la reorganización total del Ejército de Reserva. Tres días antes, se dispuso por el Subprefecto de Lima, que los comisarios supervisaran el comportamiento y adiestramiento de los movilizables en sus obligaciones, tanto en el manejo de las armas, como de otras actividades que se les señalara. Indicativo que la organización de la Reserva no marchaba como se dispuso, después de cinco meses de ordenarse su formación.

En el Callao, recién el 29 de noviembre, el Prefecto del Callao dispuso la movilización del puerto para organizar el Ejército de Reserva.

Como la asistencia voluntaria adoleció de múltiples fallas, el 6 de diciembre el acuartelamiento de las tropas de la Reserva de 8 de la noche a 9 de la mañana y acudieran a cumplir con sus labores; los adiestramientos se efectuarían a partir de las 6 de la mañana. Lo que no dice el decreto de acuartelamiento de todo el Ejército de Reserva, es en qué local albergarían teóricamente el íntegro de la población masculina de la capital entre los 17 a 60 años. Para su sustento o socorro, a las 9 de la mañana se entregaría a cada conscripto "un décimo de inca" papel moneda completamente depreciado y cada día se hizo más difícil su aceptación por los comerciantes al menudeo, muchos de los cuales prefirieron cerrar sus puertas para no aceptar dicha moneda, generando un desabastecimiento en la ciudad, de aproximadamente ciento veinte mil habitantes.

Se debe tener presente que los instructores conocían de técnica militar tanto como los alumnos, por eso no hubo efectiva preparación al haber sido nombrados por amistad a Piérola, debido a sus espíritus genuflexos frente al Dictador, y no por una preparación bélica que carecían. Todo fue una suma de improvisaciones. Se cayó en acciones simples que, si bien llenaron las apariencias, carecieron de valor práctico, desaprovechándose el inmenso contingente de entusiasmo que el pueblo de Lima volcó desinteresadamente a la defensa de la ciudad. Nuevamente la carencia de conocimientos militares de Piérola lo hicieron jugar con el pueblo y sus esperanzas y, por ese camino, llevaron a muchos de esos contingentes, más que a una batalla, a una carnicería, donde las ya veteranas tropas chilenas, que tampoco eran un buen ejército, ya que muy fácilmente caían en indisciplina, resultaron excelentes contingentes frente al conjunto de noveles tropas y su ignorante y supremo Dictador.

La manía legislativa de Piérola lo llevó a inundar el país con decretos que dejaron en suspenso o contradijeron a los anteriores, incrementando el desconcierto, en un país al borde del desastre y el caos. Para compensar ese estéril juego legislativo, también surgieron disposiciones concretas como características y color de los uniformes y los centímetros de cintas, en largo y ancho, que podían adornarlos.

Anexo 28-A.37