Historia, madre y maestra La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima, pp. 115-149

Guerra del Pacífico, la batalla de Lima. 40 Depredación chilena
Guerra del Pacifico Patricio Lynch
Patricio Lynch


Acciones del criminal Lynch: Los cupos, los incendios, la destrucción de haciendas, maquinarias, plantaciones, puertos, ferrocarriles.

Chile, para librarse de su complejo de inferioridad, una vez lograda la destrucción de la flota peruana se lanzó al cumplimiento de lo anunciado por el gobierno de Santiago, exigido por la prensa y aplaudido en las cámaras y el público, cual era, la destrucción del Perú en todas sus formas y manifestaciones, comenzando por quitarle sus riquezas naturales y continuar con la destrucción de todo elemento de producción o desarrollo, llámense fábricas, factorías, sistemas de transporte como muelles, dársenas o ferrocarriles incluidos rieles y vagones, además de un genocidio desembozado y abierto con heridos y prisioneros y continuando con la población civil en cada ciudad o pueblo al que ingresasen. Además de saqueo sistemático de la propiedad pública y privada.

 

Habían manifestado que el Perú no debería levantarse en cien años, que durante ese tiempo deberían vivir postrados e incapacitados de defenderse y mucho menos intentar la recuperación de lo que Chile se apoderara. Para cumplir esa amenaza, mientras Lima se preparaba para defenderse, Chile encomendó al comandante Lynch la realización de la "Expedición Merodeo" que él mismo propusiera al Presidente Pinto en carta por demás cínica al escribir: (118)

"De ninguna manera comprendería su objeto causar daños que no nos reportaran un provecho directo. Nada de incendios ni de destrucciones vandálicas".

Lo que no tiene explicación es la razón de Lynch para mentir sobre sus aviesos propósitos, para los cuales recibió autorización plena departe de su gobierno al nombrarlo comandante de la "División de Operaciones del Norte", elegida ex profeso al tener conocimiento que su litoral estaba completamente desguarnecido, carente de defensa y tropas. Para luchar contra esos pueblos, Lynch quedó investido de poderes omnímodos que lo facultaron para, en resumen, robar, asesinar y violar, incendiar, destruir y asolar. Realmente en la historia de América no hay comparación al vandalismo desatado por esa expedición y, en las guerras mundiales, sólo es comparable con las barbaridades cometidas por la Gestapo hitleriana.

Al frente de 2.600 soldados, transportes y escoltas navales, tuvo como teatro de operaciones todos los puertos que quedaran al norte de Arica hasta llegar a la frontera con el Ecuador. Zarparon del puerto mencionado el 4 de setiembre de 1880 y llegaron donde su primera víctima el día 10 del mismo mes, fue el puerto de Chimbote, al cual lo devastaron y convirtieron en centro de operaciones depredativas. Comenzó su tarea destructora con la hacienda "Palo Seco" de Dionisio Derteano, enrolado en el ejército. Emplazó a los propietarios a pagar un cupo de cien mil pesos oro y un plazo de 48 horas. Al no satisfacer el pago en el tiempo fijado, se procedió a la destrucción de la hacienda, escribiendo sobre el tema en su informe el jefe de demoliciones, ingeniero Federico Stuven: (119).

"El día 13 a las dos y media de la tarde, recibí la orden de destruirla preciosa maquinaria de la hacienda. Daba lástima emprender esta destrucción. Conocedor de la maquinaria, di orden de aplicar dinamita a las piezas nobles; los valenciers de las máquinas a vapor saltaron en pedazos; los cilindros de las mismas se inutilizaron, las pilastras de fierro del establecimiento se rompieron con dinamita; el tiempo era corto para una destrucción completa. El fuego invadía los pisos superiores; las escaleras de fierro se derretían al calor del fuego intenso; los tachos vacíos de cobre se inutilizaron con dinamita; la maestranza perdió sus máquinas importantes; los tornos, taladros y herramientas se inutilizaron; los tornos calderos que dan calor amuchas máquinas a vapor, pudieron destruirse completamente. El humo, el fuego y otras circunstancias dificultaron la operación de destruir algunas otras piezas. El inmenso trapiche para exprimir el jugo de caña, quedó casi por completo intacto. . . El alambique, lo más completo que ha visto, hermoso edificio, preciosos cubos, estanques, etc. quedó completamente roto e inutilizado; el ingenio de arroz se destruyó del todo; las casas de habitación del ingenio de azúcar quemadas completamente y allí se encontraban cuadros, pianos, espejos y toda clase de muebles; no quedó nada, todo fue ruina completa excepto los trapiches de la caña y calderos".

Además de la destrucción de la casa hacienda, que de acuerdo al corresponsal del "Mercurio": (120) "era una verdadera ciudad. . . los edificios eran obras de todo lujo. . . Las maquinarias del establecimiento azucarero. . . costó en Inglaterra 160.000 libras esterlinas". Se destruyeron todas las plantaciones de caña que fueron incendiadas, además de la destrucción de otras haciendas como del Puente y Rinconada que corrieron la misma suerte de Palo Seco.

La desolación no sólo fue de las haciendas sino que en Chimbote se incendió el edificio de la aduana. La caballería fue destruyendo a su paso las instalaciones telegráficas, tumbando postes, cortando alambres y destruyendo los aisladores. El cronista continúa escribiendo:

"Desde lejos se contemplaba con emoción aquella enorme masa de llamas, coronadas de espesa cabellera de humo, que anunciaba a los pueblos de las cercanías el castigo y la venganza de Chile".

"Fue una verdadera lástima que el convoy no llevara algunos buques devela para cargarlos de ganado que tanto abundaban en la hacienda de Palo Seco, que habrían venido a la maravilla. . . por lo demás no pudo ser más divertida y pintoresca la correría de nuestros jinetes".

En esa expedición de rapiña participaron activamente oficiales extranjeros, mercenarios de Chile, como el capitán Krugg, el alférez Pohlhammor y de Stuven, que no dejaron a nadie, fuera rico o pobre sin exigirle algún rescate por su vida.

El día 14 le tocó la maldición a Supe, donde Stuven con el batallón "Buines" y ayudado por el capitán Latham se dedicaron a la destrucción, en especial la hacienda San Nicolás que fue asolada completamente con la participación de un alemán que trabajaba en la misma hacienda y explicó a Stuven sobre sus instalaciones que fueron dinamitadas, y después el fuego completó la obra devastadora, sumiendo al pueblo en completa desolación. No sólo saquearon y destruyeron, sino que el ensañamiento carecía de límites y tal como escribe el mismo corresponsal chileno del "Mercurio”: (122)

"Los 'Buines' sin embargo suplieron esa falta (se refiere a la ausencia de buques para embarcar el ganado) matando a palos como 500ovejas; así ya que no podían aprovecharlas los nuestros se impedía alo menos que fueran a alimentar a los famélicos estómagos limeños".

Demolieron a continuación las instalaciones del ferrocarril de Chimbote, incendiaron los carros y dinamitaron las maquinarias al ya no poderlas utilizar en sus excursiones de merodeo.

El día 18 pasaron a la isla de Lobos, donde desmantelaron las instalaciones portuarias y todo aquello que no pudieron llevarse. Después le tocó el turno a Paita el día 19 donde (123) "iban a llevarla consternación y el espanto" al decir del corresponsal chileno. Después de imponer un cupo y asolar con su caballería hasta siete leguas a la redonda, destruyeron e incendiaron toda la propiedad fiscal. En Paita se produjo una demostración de la íntima colaboración anglo-chilena. El cónsul visitó a Lynch y solicitó la mercadería en aduana consignada a su consulado o súbditos ingleses; el comandante chileno de sumo agrado entregó al cónsul lo solicitado, a continuación arrasó con la mercadería de otros extranjeros o nacionales.

Seguidamente fue el puerto de Eten la víctima. El día 24, el prefecto de Lambayeque, J. Manuel Aguirre, en lugar de hacer frente a los asaltantes, huyó al interior abandonando a la población. Al iniciarse el desembarco militar, la población atemorizada partió en algunos trenes que fueron cañoneados por la escuadra chilena. Después de dos días recién terminaron de desembarcar las tropas chilenas que impusieron un cupo de 150.00 pesos plata u oro al departamento de Lambayeque, al no cumplirse oportunamente el pago, se inició la obra de devastación, pillaje e incendios que Stuven llevó hasta Ferreñafe, y las haciendas de Llape, Cayaltí y otras. Después de arrasar con Lambayeque, por tierra pasó Lynch al departamento de La Libertad, llegando a San Pedro el 11 de octubre, donde fue recibido por un parlamentario del prefecto Adolfo Salmón para transar, a cambio de suspender las hostilidades, al margen del pago de un cupo de 150.000pesos. Los chilenos siguieron avanzando motivando la huida de Salmón, e ingresaron a Chocope el día 18. Seguidamente destruyeron el puente de fierro sobre el río Chicama, y los pueblos Ascope y Chocope.

Esa expedición de franca piratería, terminó en ese sector del norte el 26 de octubre para pasar a Quilca el 1 de noviembre, donde no encontraron resistencia así como tampoco en Camaná donde siguieron con su política de tierra arrasada, para regresar a Arica entre el 6 al 9 de noviembre.

Acciones de plena barbarie que no sólo se efectuaron en tierra. En el mar, a la salida de Chimbote el día 15 de setiembre se cruzaron con el vapor inglés "Islay", fue abordado por la "Chacabuco" uno de los barcos expedicionarios. Le incautaron de sus bodegas, o el inglés entregó de buena gana y voluntad, 28 cajones conteniendo billetes peruanos por 7'290.000 soles y estampillas postales por S/. 375.000.