Los Ex Plebiscitarios

Y la reincorporación de Tacna al Perú 

Escribe: Juan Carlos Herrera Tello (*)  

Nuestra historia, tan rica en acontecimientos que enaltecen el honor de nuestro pueblo; existe en ella un capitulo que no se ha escrito del todo, o en todo caso, no se ha scrito como debiera ser. Me refiero al martirologio que afrontaron los peruanos que vivían en Tacna y Arica durante aquellos terribles años iniciados el 26 de mayo de 1880 (batalla del Alto de la Alianza ) hasta el 28 de agosto de 1929 (entrega de Tacna vía Tratado de 1929),  provincias indiscutiblemente peruanas, por la heredad de viejo virreynato, por la historia y sobre todas las cosas por el derecho internacional de ayer de hoy y de siempre. (Caso aparte es el de nuestra señera provincia de Tarapacá).  

Auxiliares de la Comisión Jurídica del Plebiscito sobre Tacna y Arica, 1926. Fototeca municipal de Tacna.

Nos ocupamos de Tacna y Arica, porque la población oriunda de ambas provincias lucharon hasta el final por retornar al Perú posibilidad primero vía el artículo tercero del Tratado de Ancón por una consulta popular y porque después el Laudo del Presidente norteamericano Coolidge hizo viable no obstante el tiempo, la realización del Plebiscito.  

Desde que llegó la Comisión Plebiscitaria a Arica, comenzaron a llegar el contingente de peruanos que habían sido expulsados. Carlos A. Tellez natural de Tacna en un excelente trabajo jurídico llamado “ La Cuestión de Tacna y Arica” impreso en Lima en 1925, vivió el cautiverio y en prefacio de su obra nos describe el éxodo tacneño y ariqueño que él presenció:   

“Difícil es encontrar un pueblo como el de Tacna y Arica, haya soportado con mas abnegación, firmeza y patriotismo, el yugo extranjero. Vencido el Perú en la Batalla del Campo de la Alianza , sufre desde entonces la dura opresión chilena.  
Durante los años que han transcurrido hasta la fecha, ha resistido todas las tentaciones, todas las amenazas, todas las hostilidades inimaginables.  

Primero se trató de atraerlo con halagos fiestas y promesas, que su patriotismo supo declinar cortésmente. Después viendo que los hombres eran inaccesibles se pretendió por medio de la educación ejercer influjo sobre los niños; pero los niños también supieron resistir… 

Viendo que las palabras no eran suficientes se intenta captar las voluntades por el interés, se inician entonces varias obras, unas se terminan y otras quedan inconclusas, pero siempre se habla de grandes proyectos que transformarán el territorio…  

Más como los peruanos permanecen reacios, Chile inicia el régimen de hostilidades los empleados peruanos de oficinas públicas son despedidos y bastaba ser peruano para que se le cerraran todas las puertas de trabajo…


Como este nuevo medio tampoco surtiera efecto, Chile comienza a perder la paciencia. Cree que la acción de tanta resistencia, esta en la acción de los maestros, los curas, la prensa y los centros sociales peruanos; y resuelve acabar con ellos.  

Se cierran entonces las escuelas de niños y niñas. Ningún peruano puede enseñar, los curas peruanos son expulsados y clausurados los templos que más tarde se reabren con curas chilenos; las imprentas son asaltadas y destrozadas y los centros sociales robados y destruidos.
 
Pero el patriotismo tacneño y ariqueño se mantiene intacto. Los niños son educados en sus casas y los padres que no pueden hacerlo mantienen con su ejemplo el santo amor a la patria. Las mujeres rezan en sus hogares, sin oír misa, sin practicar ninguno de los sacramentos administrados por los curas enemigos. ¡Sublime ejemplo en que el patriotismo de las tacneñas y ariqueñas, se sobrepone al sentimiento religioso que es uno de los más profundos en el corazón de la mujer!  

Ante este nuevo fracaso se piensa que no queda más camino que llevar población chilena. No había más que desalojar a los peruanos, para que los chilenos llevados ocuparan sus puestos.  

Y entonces comienza una de las fases más dolorosas de este largo martirologio, los fleteros y toda la gente que ganaba su sustento en las faenas del puerto son lenta pero tenazmente eliminados, ¡Pero la miseria con todas sus penalidades no fue tampoco suficiente para doblegar su patriotismo  

Al culminar la gran guerra, Chile juega su última carta y se lanza por las vías de la violencia y del terror. Los peruanos son insultados, amenazados y maltratados en las calles, por pandillas formadas ex profeso; sus hogares son asaltados, robados y hasta destruidos. En anónimos, en pasquines, en los mitings, y en reuniones callejeras se les injuria y se les conmina para que salgan del territorio.  

Como estos medios de intimidación y de fuerza no produjeron el objeto deseado, las autoridades y las llamadas Juntas Patrióticas, organizan la expulsión, primero son arrojados los principales, los que podían ser directores de resistencias; después las clases medias; y por último las más humildes hasta los pequeños propietarios y los trabajadores del campo.

  En los cinco años que dura este régimen de violencia y de terror han salido en caravana interminable, miles de hombres mujeres y niños ¡Caravana doliente, que tras de si deja la tierra en que nació y empezar de nuevo la dura lucha por la vida!

  Hay que saber lo que esto significa, hay que haber pasado por el duro trance de perder en un momento una situación ya hecha y encontrarse al día siguiente en tierra desconocida, sin recursos, sin trabajo, para comprender los mil sufrimientos, las mil penalidades que esa pobre gente ha tenido que soportar ¡Y cuantos han sucumbido en esta lucha, víctimas del dolor y la miseria! ¡Y cuantos siguen arrastrando una vida llena de angustias y de privaciones, muy lejana de la holgura que antes tenían!

  Pues bien, a ese pueblo que ha sufrido durante años con firme patriotismo, todas las tentaciones, todas la amenazas y todas las hostilidades; a este pueblo que con fe inquebrantable ha soportado todos los dolores y todas las miserias del ostracismo; a esa tierra santificada por el sufrimiento de miles de hombres mujeres y niños; a ese pueblo mártir, le dedico este pequeño trabajo que ojala sirva de algo para su liberación.”

  Este legado imposible de olvidar y que demuestra que a pesar de las vicisitudes nuestra nacionalidad está por encima de todo, es a veces olvidada por ignaros que ocupan cargos públicos cuyo afán es no el de servir, sino el de maltratar y olvidar a todos aquellos que si realizaron acciones honrosas por nuestro país.

  Hoy los pocos Ex Plebiscitarios que sobreviven están pidiendo que el Estado les pague lo que les debe y puedan vivir con tranquilidad sus días, y esto no es posible gracias a funcionarios que no conocen de este pasaje terrible de nuestra historia y que apostados en sus escritorios tanto en la Secretaria General del Ministerio de Justicia, y en el Ministerio de Defensa vía Dirección de Administració n de Derechos del Personal del Ejercito, quieren demostrar que la ignorancia puede más que la dignidad.  

Al igual que el ilustre tacneño Carlos A. Tellez, espero que mis trabajos sirvan de algo para la consolidación de los derechos de los Ex Plebiscitarios y me siento honrado en ser parte de su defensa, lastima si, que esta se realice contra el estado que ellos defendieron y que por los azahares de la vida deben de demostrar a pesar de sus años, quienes fueron, quienes son y que hicieron por el Perú!!!

(*) Abogado de los Ex Plebiscitarios de Tacna y Arica
      Asesor en Asuntos Internacionales