¿Se puede confiar en Allan Wagner?
La sensatez debe sobrepasar a la argolla fracasada y capituladora
Juan Carlos Herrera Tello*
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El asunto de los límites marítimos con Chile no es tema de un gobierno o de un partido. Es un asunto netamente nacional y para ello el gobierno debe abrir sus puertas a todos los aportes académicos, y así comprometer a toda la sociedad, incluida la misma oposición al régimen. ¿O es que se busca otro Tiwinza u otra negociación funesta como la de 1999? (...) Esperemos que más adelante no nos lamentemos ni le echemos la culpa a La Haya de la nueva pseudodefensa que se va a realizar. Esta es la opinión autorizada del experto Juan Carlos Herrera Tello, que ningún peruano puede dejar de tomar en cuenta.

Es muy fácil criticar, calificar y lanzar epítetos sobre la conducta de las personas. En estos tiempos donde se nos enrostra a nuestra Patria bajo designios ultranacionalistas para defenderla de la avidez del “expansionismo del sur” por un lado, o para alertarla de su posible desaparición por la globalización y convertirla en solo una despensa de productos básicos, la Patria más que nunca es invocada hoy para defenderla en el contencioso sobre sus límites marítimos que será visto en la Corte Internacional de Justicia, y para ello el Presidente de la República ha designado nada menos que al ex canciller Allan Wagner Tizón como el agente del Perú ante la Corte de La Haya.

Algunos han calificado la designación recaída en Wagner como la mejor y otros todo lo contrario. No es para menos, Allan Wagner es sin duda un diplomático con una brillante carrera en ese servicio y en política ha sido dos veces Canciller, una en el primer gobierno de Alan García y la segunda en el régimen de Alejandro Toledo y en la actual administración se desempeñó como Ministro de Defensa.

Pero ¿qué es lo que empaña y genera reacciones adversas tan encontradas por la designación de Wagner? Pues simplemente lo que hizo entre el 28 y 29 de noviembre de 1985 como Canciller al firmar un Acta con Chile, comprometiendo al Perú en una serie de acciones en detrimento del Tratado y Protocolo Complementario de 1929 y, para redondear su impericia, dicho documento se encontraba bajo el membrete de la Embajada de Chile.

Gracias a la denuncia planteada por el Embajador Alfonso Benavides Correa, esta negociación causó estupor en un grueso de la población, especialmente en Tacna, ya que se acordaba, aceptaba, concedía o en todo caso se capitulaba lo siguiente:

1) Acuerdo de Ejecución y Régimen Jurídico para el ejercicio del Perú en los establecimientos y zonas en Arica.- De acuerdo con la doctrina internacional, todos los países son iguales y todos son soberanos. Ningún país puede ejercer derechos bajo el imperio de otro; el ejercicio de derechos de una nación bajo el dominus de otro implica simplemente ser un estado vasallo, lo cual no está permitido en el Derecho Internacional Público. Por eso la doctrina de las servidumbres internaciones establece con claridad que estas son restricciones de la soberanía e implican derechos soberanos y el Tribunal Permanente de Arbitraje en el caso de las Pesquerías del Atlántico Norte ya había resuelto este tema en 1910. En conclusión el Perú no puede realizar ejercicios soberanos expresados en un Tratado bajo la tutela del Estado chileno.

2) Marco de cooperación de beneficio mutuo avizorado en el Tratado de 1929.- El Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario establecen los términos de cómo el Perú acepta la cesión de Arica ya que Chile incumplió el artículo tercero del Tratado de Ancón que definía la soberanía de Tacna y Arica por un Plebiscito el cual no se realizó. Entonces la cesión de Arica no está enmarcada en equidad o al beneficio mutuo sino simplemente en lo más conveniente al Perú, ya que cedía el puerto pero con condiciones.

3) Se difiere a un Acta Complementaria la definición de las competencias que corresponden a Chile y Perú.- Por esta Acta nuevamente se definirán qué es lo competente a Chile y qué al Perú, dejando claro que lo que respecta al Perú es la mera administración de los establecimientos que serán entregados.

4) Antiguos terrenos de la Estación del ferrocarril serán empleados a perpetuidad por EMPORCHI (Empresa Portuaria Chilena) incluyendo un acceso a los establecimientos que están al servicio del Perú.- Para cuando se firmó el Acta de Lima ya se encontraba construido el actual muelle al que se le da la denominación de “malecón de atraque”, pero éste se encuentra fuera de los 1575 m. de la bahía de Arica. Por lo tanto violaba el Tratado de 1929, que acordó debe estar dentro de la bahía de Arica, aprovechando los estratégicos emplazamientos del terreno de la estación del ferrocarril que ocupa media bahía, conforme a los planos que se encontraban en poder de los negociadores de 1929 y, así mismo, como consta en Plano que obra en mi poder que data de 1917. Entregar los viejos terrenos del Ferrocarril a Chile implica definitivamente una nefasta negociación y de derecho una abierta violación al Tratado de 1929.

5) Venta del predio “El Chinchorro” a una persona jurídica chilena.- Esto demostraba simplemente la falta de criterio y el poco conocimiento de la historia. Un territorio que fue adquirido por el gobierno peruano para que allí se alojasen los sufragantes al Plebiscito que iba a realizarse en 1926 y que constituyó un bastión de peruanidad, simplemente iba a ser vendido porque dificultaba el desarrollo urbano de la ciudad de Arica. Es decir, nuestra cancillería estaba preocupada por el desarrollo de una ciudad que no está bajo nuestra soberanía; realmente lamentable. Este hecho significó el rechazo de la población tacneña.

6) Chile reconoce que sólo los predios “Casa de la Respuesta” y “Yanulaque” se encuentran protegidas por el Tratado.- Con este acuerdo se deja implícito que “El Chinchorro” no está protegido por el Tratado y por lo tanto se hace pasible su venta. Por eso la cancillería peruana en vez de reclamar por la vía diplomática cuando se amplió la carretera panamericana por la Municipalidad de Arica al usar los terrenos del Chinchorro, lo hizo ante jueces chilenos, sacando a dicho predio de la esfera de protección que el Tratado de 1929 ofrecía a las propiedades peruanas.

7) Se acepta la revisión de los textos de historia a nivel de la enseñanza primaria y secundaria y una comisión mixta los armonizará.- Cuando aún no han sido cumplidas en su totalidad las cláusulas del Tratado de 1929, existiendo además el problema de la delimitación marítima y, especialmente, cuando en la misma Acta de Lima se vendía el predio “El Chinchorro”, se quería cerrar en bloque el diferendo con Chile con la tapia del olvido generalizado. Este punto muy criticado por las sociedades patrióticas de Tacna constituyó el escándalo mayúsculo a esta nefasta negociación.

Los dispositivos Novak y Aljovín

Puede decirse, con seguridad, que el Acta de Lima violaba los derechos peruanos establecidos en el Tratado de 1929, pero Fabián Novak Talavera en su texto “Las Conversaciones entre Perú y Chile para la Ejecución del Tratado de 1929” (Pág. 42) afirma que “La vigencia de esta Acta, lamentablemente, se frustró por la cerrada oposición del Almirante José Toribio Merino, que consideró como un enclave peruano el sistema integrado de servicios planteado por el Perú. Adicionalmente, se formularon ciertas críticas en el Perú contra algunas disposiciones de esta Acta, lo que contribuyó al fracaso de este proceso, cuyos resultados eran favorables a los intereses de nuestro país”.

Este pequeño párrafo demuestra por sí solo la presencia de Novak nada menos como Viceministro de Defensa al lado de Allan Wagner cuando ocupaba el titularato de ese portafolio. Recordemos que Novak fue el asesor jurídico de la Cancillería cuando se suscribió la llamada Acta de Ejecución e intervino también en la “negociación” con el Ecuador de 1998; ambas definitivamente contrarias a los intereses peruanos pero que Novak exhibe en su texto citado como estandarte la condecoración de Bernardo O'Higgins en el grado de Gran Cruz como reconocimiento a su participación como negociador peruano. Huelgan comentarios.

Como testigo de excepción aún recuerdo cómo en la audiencia preparada por la Cancillería en el Hotel Tacna para las Asociaciones Patrióticas y Sociedad Civil de esa ciudad, se presentaron, entre otros, hábiles negociadores peruanos los señores Valdez Carrillo, Carlos Pareja y Fabián Novak, a exponer las bondades de lo que se estaba acordando con Chile ya que, según ellos, aun no había nada concreto y solo se trataba de conversaciones informales, cuando la realidad era otra.

Lo que más me parecía trágico era cómo Henry Rondinel Cornejo y el entonces Decano del Colegio de Abogados de Tacna, Dr. Zomocurcio defendían la posición jurídica del Perú; en el caso del primero concluía en proponer que “no se puede llegar a una negociación final con Chile cuando no se contempla en absoluto el problema de los límites marítimos”. ¿Y qué respondían a ello los “negociadores peruanos”? Simplemente nada, especialmente Novak, porque él, como asesor jurídico, debía responder de porqué la inconveniencia del planteamiento de Rondinel.

Pero para rematar esta secuela de personas abiertamente conciliadoras con Chile, el nombramiento de Cristóbal Aljovín es de por sí un disparate. Este historiador que recientemente escribió un artículo para entender a Chile y de por qué nos atacó en 1879, así como sus consecuencias posteriores, apunta a que debemos “complejizar” la historia; ¿Qué historia? Si aún hay tanto por resolver y que no se quiere dar cumplimiento cabal. Esto demuestra simplemente que la mayor parte de nuestros representantes son abiertos al diálogo conciliador antes que a una lid jurídica, histórica y diplomática.

Un asunto de Estado

El asunto de los límites marítimos no es tema de un gobierno o de un partido. Es un asunto netamente nacional y para ello el gobierno debe abrir sus puertas a todos los aportes académicos, repito académicos, y así comprometer a toda la sociedad, incluida la misma oposición al régimen. ¿O es que se busca otro Tiwinza u otra negociación funesta como la de 1999?

Si tuviéramos una política de Estado en este tema, el representante más prestigioso que tenemos es el ex Secretario General de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, y en caso de una negativa por su salud, es obvio que debería asumir el encargo el Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, el ex Canciller que inició todo esto y que ha publicado una obra fundamental: “Delimitación Marítima con Equidad”, donde se demuestra la viabilidad de los derechos peruanos y de su éxito en la Haya. ¿Dónde está Rodríguez Cuadros? ¿Es miembro de alguna Comisión Consultiva, es parte de la Defensa Jurídica del Perú?

Si bien es cierto que el nombramiento de Marisol Agüero Colunga es una aguja en ese pajar de tibiedades intelectuales, los convocados deben ser lo mejor del país y no aquellos que ya demostraron con su incompetencia las últimas desgracias internacionales.

¿Si tanto se quiere imitar a Chile por qué no se hace lo mismo que ellos en materia de negociaciones internacionales? Recordemos que en 1898 se firmó el Protocolo Billinghurst - La Torre, el cual permitía por su contenido la vuelta de las Provincias de Tacna y Arica al Perú. La Torre, no obstante ser un héroe de la Guerra del Pacífico, fue rechazado por la opinión pública de su país y nunca más volvió a ocupar el cargo de Ministro de Estado.

En 1929 Chile al proponer las negociaciones directas sobre Tacna y Arica envía a Lima al ex Presidente Figueroa Larraín, quien era encarnizado adversario del Presidente Ibáñez del Campo, logrando lo que ya conocemos. Esta designación se hacía por los lineamientos intelectuales del enviado y no importaba la posición política de éste, ya que Chile y sus intereses estaban primero. Esos son ejemplos de consecuencia con su nación y su Estado. Esperemos que más adelante no nos lamentemos ni le echemos la culpa a La Haya de la nueva pseudodefensa que se va a realizar.

Hoy no contamos con un Melitón Porras, tampoco con un Raúl Porras Barrenechea y menos con un Alberto Ulloa o un Aníbal Maúrtua que le dieron prestigio a nuestras defensas internacionales, pero contamos sí con juristas e historiadores entendidos en la materia que ni por asomo se les convoca como Nelson Manrique, Fernán Altuve, Félix Calderón, Manuel Rodríguez Cuadros y otros más. La sensatez debe de sobrepasar a la argolla que ya fracasó. El mérito de Wagner debió ser que en sus gestiones como Canciller hubiese iniciado por poner en la agenda peruana el problema de la delimitación marítima con Chile, pero, por lo que hemos demostrado, hizo todo lo contrario llevando a nuestro país a capitular lo poco que se pudo rescatar de Arica en 1929.

(*) Abogado y asesor en Asuntos Internacionales