La Haya: ¿periodismo convidado de piedra?
Corte de La Haya

por Herbert Mujica Rojas


De esperarse, con agilidad política patriótica, es que el presidente García Pérez anuncie ante la Comisión Permanente del Congreso qué demanda el país y qué misiones tiene el periodismo de toda índole en caso de llegar a un contencioso por delimitación marítima con Chile en el futuro más que próximo. No hay, cuando se trata de temas de Estado, tareas tácitas o implícitas. Perú es un país donde las cosas se olvidan, de puro sabidas. Y no está demás notificar, a quienes transmiten noticias, que éste es un momento de aporte, cuota, sacrificio y disciplina ¡absoluta! no por un partido, una simpatía, sino por la patria en su integridad más completa y plural.

Es decir, si la demanda reúne en su presentación integral ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, los méritos que la hagan admisible, y eso es un asunto de enorme reflexión, en cualquier caso, entonces la clarinada del zafarrancho de combate habrá sonado a lo largo y ancho del país. En tiempos como los actuales, el periodismo deviene en un pilar de la defensa del país. Sobran los quintacolumnas y los claroscuros de dudosa o controvertida posición sospechosa.

¿Y qué puede defender un periodismo que ha demostrado enormes baches de ignorancia en el tema específico limítrofe con Chile, tanto en lo terrestre cuanto que en lo marítimo, razón por la que Perú expone su caso ante la CIJ? No tiene que ser especializado el periodismo, para eso están los diplomáticos de quienes se espera un comportamiento a la altura de las circunstancias, pero sí hay que exigir ciencia, tino, prudencia y garra, virtudes todas que robustecen cualquier posición de defensa y ataque.

Si el periodismo carece de entrenamiento, hay que simplemente agarrar el rábano por las hojas y Defensa, Cancillería y el gobierno, tienen que contribuir a eliminar esta deficiencia, lo antes posible. Regimentar a punta de úkases la información sólo degeneraría en dictadura repugnante y eso es impensable. Sí es necesario tener representantes en los medios que sepan de qué se trata el asunto y contribuyan a la difusión de los temas esenciales del decurso del contencioso, una vez admitido en la Corte.

Se ha dicho, no por mí, modesto difusor, por especialistas, que un juicio de esta naturaleza puede durar entre 5 y 10 años. En buen romance, hay mucha tela aún por cortar. Ni los devaneos de internacionalistas hambrientos de titulares, ni las predicciones de agoreros dolarizados, aquí o acullá, deben presidir las informaciones.Los extremos, en esta naturaleza específica de controversias, envilecen las perspectivas.

Esta partida de ajedrez tiene requisitos fundamentales. La primera —y esencialísima— que la Corte admita el contencioso y que la ciudadanía nacional esté enterada de sus alcances y de sus objetivos, a lo largo y ancho del país. Aquí comienza la vorágine y el designio multánime debe ser uno solo: ¡triunfar!

El vecino del sur, Chile, tiene larga trayectoria en que su lema "Por la razón o la fuerza", ha prevalecido por encima de cualquier otra clase de consideraciones. Su poder militar en que gastan miles de millones de dólares, no distingue a gobiernos socialistas o de derecha o de centro. A la hora de expresar sus ambiciones, no hay distinción posible. Comprender que su designio geopolítico fue, es y será el norte, es un tema que tiene precedentes guerreros de conquista y abuso como fueron 1836 y 1879. Entender que la complementariedad no nos será regalada, otro deber imprescindible con estricto e irrevocable apego a los tratados internacionales y por eso Perú acude a la Corte Internacional.

Si el periodismo no es convocado, en su entusiasta participación, supuesto negado, se habrá perdido otra oportunidad en un mundo en que las lides tienen mucho que ver con la información. Y hay aquí magníficos periodistas, hombres y mujeres, dispuestos a contribuir con la patria.

Una tarea inmediata, por ejemplo, sería la de ¡pulverizar a los que escriben en libros contra la posición oficial del Perú y ejercen cargos pagados por el pueblo en los ministerios! Conseguir su retractación y condena ¡inmediata! y su repudio para cualquier clase de efectos. Los insumos que sí aprovechará el adversario aminorarán y desaparecerán. Y el periodismo tiene una responsabilidad fulminante con los apóstatas y sinverguenzas.

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