Campaña propagandística chilena. ¿El Perú debe responder? (II)
Jose Garcia Belaunde


Qué hacer


Volviendo al tema jurídico y político que nos enfrenta con Chile, es indudable la necesidad de que, dejando atrás sus complejos y servilismo prochileno, la diplomacia peruana —entendiendo que no estamos en un coloquio amical con otro país sino en una seria confrontación con un probado enemigo en la que hay mucho en juego— prepare una sostenida campaña internacional sobre nuestros argumentos legales y jurídicos, que sirva para que cuando la CIJ dé el fallo favorable al Perú no haya países que presten su apoyo político y diplomático a los rateros chilenos. Cumplir este cometido es indispensable, hay que desacreditarlos diplomáticamente, porque cuando Chile desacate no tendremos otra opción que desalojarlos a las malas (¿tenemos fuerzas armadas al servicio del Perú o al servicio de Chile?).

 

En cuanto a las acciones diplomáticas, podríamos estar de acuerdo en no responder inmediatamente y en cada país en que el enemigo haya dejado su paquete de mentiras. Pero sí hay que ver las formas de hacerlo. Por ejemplo, la delegación peruana ante la Organización de Estados Americanos (OEA)1 debe poner en conocimiento de la asamblea general de ese organismo que Chile desconoce el tratado de límites de 1929 (caso punto Concordia); de igual manera, en el Consejo de Seguridad de la ONU2 hay que denunciar la usurpación chilena del triángulo de Tacna. Es obvio que la delegación chilena va a intentar negar y va a protestar, pero la contundencia de nuestras denuncias ya dejarían en el plano internacional el precedente informativo de que Chile quitó a Bolivia toda su costa, al Perú Arica y Tarapacá y, encima, se niega a cumplir el tratado de 1929, como también incumplió el de Ancón de 1883. El resultado es que estas acciones diplomáticas del Perú van a erosionar seriamente la imagen internacional de Chile, que hasta ahora la ha tenido fácil por la actuación sumisa de la diplomacia peruana y no ha sido claramente denunciado en foros internacionales como país agresor ni por Bolivia ni por el Perú (como decimos criollamente, Chile “está pasando piola”). El mundo contemporáneo no sabe que Chile está usurpando territorios del Perú y de Bolivia y que para hacerlo recurrió al asesinato, al robo y al terrorismo entre 1879 y 1883 y después (represión y muerte a los peruanos que vivían en territorios ocupados militarmente por Chile).

Finalmente, es necesario señalar que, como respaldo a estas acciones diplomáticas, se debe preparar en inglés y en español un documento que de manera sucinta exponga el caso en su contexto histórico:

a) cuando Chile desconoce el punto Concordia, viola el tratado de 1929;
b) cuando Chile vendió armas a Ecuador en 1995, durante el conflicto entre Perú y Ecuador, violó su condición de país garante del Protocolo de Río;
c) el tratado de 1929 se hizo necesario porque Chile se negó a cumplir el tratado de Ancón de 1883;
d) el tratado de Ancón se suscribió mientras el Perú estaba bajo ocupación militar de Chile, país con el cual no tenía frontera antes de la guerra que empezó en 1879. Esto, acompañado de mapas, mostrará claramente al mundo que Chile es un país que sistemáticamente viola la ley internacional, lo cual desanimará a cualquier estado que intente apoyarlo en su desacato.
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1 No sabemos si por ser algo planificado o por apoyar al Perú, Bolivia informa que va a plantear su problema de la mediterraneidad en la OEA. Si lo hace y además el Perú denuncia la usurpación del triángulo de Tacna, los chilenos, hagan lo que hagan, digan lo que digan, quedarán claramente al descubierto como país agresor y usurpador. Además, estas dos posibles acciones diplomáticas de Bolivia y el Perú pondrán en serios aprietos a José Miguel Insulza, el chileno que preside la OEA.

2 Esta denuncia en la ONU es necesaria porque fuera de Perú, Chile y Bolivia, los demás países del mundo no saben con claridad qué ocurrió durante la guerra de 1879 a 1883.

Leer:
Tratado de 1929
Tratado de Paz de Ancón
Campaña propagandística chilena. ¿El Perú debe responder? (I)
La difusión de nuestra demanda