javier perez de cuellar 2Por Rocío Ferrel

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya recortó el dominio marítimo peruano hasta las 80 millas, lo cual deja en el desamparo a los pescadores tacneños. Teniendo instrumentos jurídicos válidos, como el Tratado de 1929, la traición al Perú tiene un nombre: Javier Pérez de Cuéllar, quien en 1968 y 1969 firmó unas notas reversales que desconocieron el Punto Concordia y se sometió a la orden chilena de aceptar en su lugar el Hito 1 como inicio del paralelo de frontera marítima entre ambos países, para que el Perú pierda dominio marítimo desde la primera milla del Punto Concordia.

Leeremos todos los diarios y será excepcional encontrar el nombre de este traidor y su responsabilidad en la pérdida de mar, pues es considerado una vaca sagrada por el hecho de haber sido Secretario General de las Naciones Unidas y por los numerosos amigos que tiene entre la prensa y los políticos, entre quienes se cuenta a la primera dama Nadine Heredia, quien para alardear de su avidez por acercarse a ese sujeto y sus familiares no duda en romper el protocolo y las formas que debe guardar la esposa de un Presidente.

Sorprendentemente, unas notas reversales no tienen carácter de tratado, pero la CIJ interpreta que hubo algún acuerdo de límites para la existencia de esas notas, que son el instrumento de derrota de la posición peruana argumentdo por la CIJ y una traición sin nombre a Tacna, que sufrió más de 50 años de asesinatos y persecución chilena antes de su reincorporación al Perú.

Las notas reversales firmadas por Pérez de Cuéllar, mantenidas en secreto con sello especial por la Cancillería peruana, secreto que ayudaron a guardar los periodistas prochilenos salvo honrosa excepción, significan la pérdida de 80 millas de línea marítima en un paralelo que jamás se nos debió imponer, y más del 30% del mar que el Perú demandó, lo cual afecta a las faenas dentro de las 80 millas, donde se encuentra la mayor parte de la riqueza pesquera, que debió corresponder a los pescadores artesanales peruanos.

¿Qué va a hacer Pérez de Cuéllar para compensar a los pescadores tacneños de aquí a la eternidad? Hasta ahora no ha dicho una sola palabra sobre el daño irreparable que ha causado al Perú, por el cual debería responder con la fortuna que ha amasado. Debería ser demandado para que en algo mitigue el perjuicio infligido a Tacna, ya sea por ignorancia o por corrupción promovida por los billetes chilenos.

Cuando asumió el cargo de presidente el dictador Alberto Fujimori en 1990 criticó a la Cancillería. Entonces se habló de esa institución como de un nido de homosexuales y alcohólicos. Esos calificativos son nada al lado de la traición, y tienen razón quienes hablan de la necesidad de “fumigar” la Cancillería prochilena.

La Haya, la traición tiene un nombre, Javier Pérez de Cuéllar.

 

 

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