Nuevo aporte de Cayetana Aljovíncayetana aljovin

Por Herbert Mujica Rojas        

Comentando el viaje conjunto que hicieron a Madre de Dios, el primer ministro, Oscar Valdés y la señora Nadine Heredia de Humala, la locutora Cayetana Aljovín de Radio Programas del Perú, afirmó, no sin razón, que una fotografía vale más que mil palabras y que entonces se había producido un “respaldarazo” al vapuleado Valdés. Lo dijo en dos oportunidades y con claridad meridiana. Decidí entonces saludar, previa comprobación, la inventiva de la señora y por la simple razón que el “término” era novísimo a mis oídos.


 
Busqué exhaustivamente en la edición 2011 del Diccionario Larousse y no encontré la palabra “respaldarazo”. Es probable que los de tan prestigiosa marca no hayan incorporado aún lo dicho por la celebérrima Aljovín.
 
No del todo convencido navegué en Internet y ¡oh sorpresa!: tampoco habían llegado a los picos de altura y sapiencia que Cayetana Aljovín y no daban ninguna descripción de una palabra que no registran bajo búsqueda alguna.
 
Me atreví entonces a ubicar otra palabra más familiar y recordada: espaldarazo. En la página 410 del Larousse, se dice:
 
ESPALDARAZO s.m. Reconocimiento de la competencia o habilidad de alguien en una profesión o actividad. 2 Golpe dado de plano con la espada en la espalda de alguien como ceremonia en el acto de armar caballero.
 
A esta altura del comentario el lector ha debido sacar su propia conclusión categórica: “respaldarazo”, la palabreja que usó la locutora Cayetana Aljovín, sólo existe en su imaginación versátil que también se expresó en carcajadas celebratorias que el terrorista motejado de “camarada Artemio” había sido herido a balazos, días atrás*.
 
¿No debieran los locutores o narradores ser transmisores fieles de las noticias y contar con la indispensable mínima preparación en idioma castellano? La gente que presta atención a los noticieros y, entre estos el de RPP que comienza a las 5 am., concita atenciones a lo largo y ancho del país, tiende a repetir acríticamente las burradas o monsergas que, como en este caso, perpetran quienes tienen esa opción como vedada. ¿O es que la ignorancia ha trocado en política de Estado para los medios de comunicación radiales?
 
No llama pues la atención que los jóvenes y otros que ya no lo son tanto, sean natural born killers del idioma: sus conversaciones son síncopes de gestos y alguna locución inteligible y millones de groserías que se escuchan en damas y caballeros y ¡en cualquier parte! No es difícil colegir que la estulticia comienza en los medios de comunicación que exhiben impúdicamente locutores y redactores cuasi analfabetos, de pésima dicción y un desamor profesional por el castellano.
 
Y cuando no pulverizan el idioma, entonces “olvidan” su honorable papel de simples transmisores de noticias para “convertirse” en “referentes” de opinión política y de sus simpatías hacia fulano o mengano. ¿A quién le importa que el conductor de un programa de noticias sea militante de un partido o del otro? ¿no es su única tarea, la de transmitir, con fidelidad la ocurrencia de hechos? ¿No señor Hudtwalcker?
 
Como la señora Cayetana Aljovín, a diferencia del resto del personal que arriba antes en la madrugada a RPP y ella lo hace a las 5.50 am., no sería mala idea que alguien le sugiera que se dedique a estudiar un poco más. En la vida no todo constituye auparse en puestos públicos para vivir de la inacabable –para algunos- ubre del cansado Estado peruano. El castellano, su buen uso, la galana narración, son también, para los periodistas, un deber y una misión. Ambas inabdicables.