En el portal del diario argentino Clarín del 25 de agosto de este año, con el título ”California tembló con el mayor terremoto de los últimos 25 años”, se lee:

Por lo que respecta a estar habituado a convivir con la idea del terremoto, la población de California ahora teme que antes o después se produzca a la altura de la Falla de San Andrés un terremoto colosal, que muchos expertos llaman “The Big One”, un sismo de proporciones épicas capaz de dividir en dos California.

 

Comentario

De vez en cuando los malos traductores introducen en el español palabras o frases erróneas, como “proporciones épicas”, que por lo general las emplean refiriéndose a grandes desastres.

Se trata de un calco semántico. A partir de una expresión en inglés:epic proportions,el traductor, en actitud cómoda y facilista pasa al español una frase calcada: “proporciones épicas”, con un sentido indebido.

En inglés la locución adjetiva epic proportions designa algo muy grande e impresionante. En español “proporciones épicas” no es una expresión que pueda aplicarse en cualquier contexto; lo épico es una gran hazaña, una acción destacada por el heroísmo o el sacrificio en la guerra; también épico se emplea para referirse a un género literario: la poesía heroica, que nada tiene que ver con dimensiones muy grandes ni hechos o catástrofes impresionantes, como es en inglés.

El adjetivo épico proviene del latín epĭcus, y este del griego ἐπικός. De ese origen griego surgen el inglés epic y el español épico (a estas palabras de diferentes idiomas que tienen significado y forma similares se denomina cognadas). En este caso que criticamos, en inglés epic ha desarrollado un significado o acepción que no está presente en la palabra española épico. En inglés es correcto aplicar el adjetivo epic a situaciones o elementos que nada tiene de heroísmo (idea que sí evoca épico en español). En resumen, en inglés, para describir una catástrofe se puede decir epic proportions, lo cual no sucede en español, por las razones expuestas.

Podemos decir por ejemplo:

Por lo que respecta a estar habituado a convivir con la idea del terremoto, la población de California ahora teme que antes o después se produzca a la altura de la Falla de San Andrés un terremoto colosal, que muchos expertos llaman “The Big One”, un sismo de magnitud gigantesca, capaz de dividir en dos California.