“amén que”

En el diario Correo del 3 de febrero de 2009, en el editorial de Aldo Mariátegui, con el título “Menage a trois económico”, se lee:

Elmer Cuba coincide al 90%, pero piensa que se deben guardar bazas, pues teme que la crisis sea más larga y ya no tengamos balas si ésta se prolonga en el mundo más allá del 2010. La crítica que se le hace a su gradualismo es que precisamente los recursos acumulados no funcionan frente a una recesión si es que los usas muy tarde; metes plata y ya ni se nota, ya el tigre te devorará por más bala que le metas. Ya las expectativas de productores y consumidores estarían todas negativas y nadie gastaría o invertiría, tal como le sucedió al ministro Joy Way con su asesor Carlos Paredes en 1999, pues el fuerte incremento en el gasto público que éstos hicieron (se quemaron todo lo que quedaba de las privatizaciones) en el verano de ese año lo debió haber hecho su antecesor Baca en noviembre de 1998 a más tardar (amén que Baca rompió la cadena de pagos con su anuncio de que no habría redescuentos y Paredes disparó una devaluación letal con unos comentarios inoportunos con los banqueros).


Comentario

1) En la frase francesa “menage a trois” hay dos errores: falta un acento agudo a la primera palabra (debe ser ménage) y falta también acento grave a la preposición (debe ser à). Además, por ser un idioma extranjero, se debe escribir en cursivas.

2) Cuando amén equivale a “además”, como en el párrafo, esta palabra se emplea seguida de la preposición de.

3) Es preferible evitar el empleo de verbos demasiado genéricos como hacer cuando la construcción exige otros más apropiados o precisos. Si se habla de un ministro y su asesor y un “fuerte incremento en el gasto público”, más apropiados resultan los verbos dispusieron, ordenaron, etc.

Tenemos entonces:

Ménage à trois económico

Elmer Cuba coincide al 90%, pero piensa que se deben guardar bazas, pues teme que la crisis sea más larga y ya no tengamos balas si ésta se prolonga en el mundo más allá del 2010. La crítica que se le hace a su gradualismo es que precisamente los recursos acumulados no funcionan frente a una recesión si es que los usas muy tarde; metes plata y ya ni se nota, ya el tigre te devorará por más bala que le metas. Ya las expectativas de productores y consumidores estarían todas negativas y nadie gastaría o invertiría, tal como le sucedió al ministro Joy Way con su asesor Carlos Paredes en 1999, pues el fuerte incremento en el gasto público que éstos dispusieron (se quemaron todo lo que quedaba de las privatizaciones) en el verano de ese año lo debió haber hecho su antecesor Baca en noviembre de 1998 a más tardar (amén de que Baca rompió la cadena de pagos con su anuncio de que no habría redescuentos y Paredes disparó una devaluación letal con unos comentarios inoportunos con los banqueros).