La cuestión nuclear en Irán y el Oriente Medio

Por Manuel Rodríguez Cuadros


Cuando se observan movimientos en los procesos internacionales existe la certeza que el statu quo ya no es suficiente para los intereses de, por lo menos, los actores principales. Esto está pasando en el Medio Oriente y en la seguridad nuclear. Y entre ambos procesos nunca antes se han presentado las interrelaciones que hoy observamos.


Que Israel se haya convertido en un Estado nuclear no reconocido, violando las normas del Tratado de No Proliferación y las de la Organización Internacional de la energía Nuclear, no ha tenido mayor consecuencia en el Oriente Medio, más allá de consolidar y fortalecer sus políticas de fuerza contra Palestina. Para los Estados Unidos antes que un problema fue un acto de consolidación de su alianza con Tel Aviv.

Pero el mundo da vueltas y uno de los giros más decisivos de la política internacional, en los últimos años, es el desarrollo de la tecnología nuclear en Irán. Está cambiando los términos de referencia del escenario de la seguridad nuclear y, como subproducto, alterando las tradicionales correlaciones de fuerzas en el Medio Oriente.

El TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear) es injusto, pero indispensable. Por un lado reconoce a los EE. UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China la condición de potencias nucleares; y, por otro, prohíbe terminantemente al resto de los estados acceder, producir o adquirir armas nucleares. Es injusto porque es discriminatorio. Y es indispensable, pues la no proliferación nuclear es una necesidad imperativa para la seguridad del planeta. Sucede, sin embargo, que en la práctica algunos estados han violado las prohibiciones del TNP y han accedido a la producción de armas nucleares: India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. No obstante la ilegalidad de esos procesos, la comunidad internacional no los sancionó.

Con Irán la situación es distinta. Según el gobierno de Mahmud Ahmadineyad el enriquecimiento de uranio es con fines pacíficos, según los Estados Unidos y los países occidentales con el fin oculto de producir armas nucleares. Para los Estados Unidos y la OTAN el escenario de un Irán con armas nucleares es el peligro mayor para la estabilidad del sistema, con repercusiones en el Oriente Medio muy graves. No sólo porque se añada un país aliado del mundo árabe a la lista de potencias nucleares no reconocidas, sino porque —dadas las características del conflicto en la zona— se estaría en un escenario con posibilidades reales de utilización de las armas nucleares.

La estrategia de la administración Obama ha evolucionado del diálogo a la presunción de que las sanciones son la única alternativa. Pero no tiene el respaldo necesario en el Consejo de seguridad, pues China y Rusia se resisten. En el ínterin dos potencias emergentes, Brasil y Turquía, han concluido con Irán un acuerdo que hace más inviables que nunca las sanciones: Irán enviaría 1.200 kilos de uranio poco enriquecido a Turquía; que, a su vez, le devolvería ese uranio lo suficientemente enriquecido, en un tercer país, para ser utilizado en su reactor nuclear con fines médicos.

De esta manera se desactiva la política de sanciones como única alternativa. Pero el acuerdo tampoco asegura que, en el futuro, Irán acceda al arma nuclear. Por ello la alternativa más razonable es la desnuclearización total del Oriente Medio. La Asamblea del TNP —con el acuerdo de las potencias nucleares— acaba de aprobar una decisión dirigida a obtener ese objetivo. Es quizás la única solución. Con un gran perdedor: Israel. La Primera, 01.06.2010.