Benedicto XVI acepta el uso del condón  "en algunos casos"

Para "reducir los riesgos de contagio" del virus del sida


Benedicto XVI aceptó el uso del condón en algunos casos, "reducir los riesgos de contagio" del virus del sida, en un libro de entrevistas que debe salir a la venta el martes.


Las declaraciones resultan históricas después de décadas de oposición del Vaticano a ese método de planificación familiar. Preguntado: "¿No está la Iglesia católica fundamentalmente en contra de la utilización de los preservativos?", el Sumo Pontífice respondió: "en algunos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio, puede incluso ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, vivida de otro modo".

Hasta ahora el Vaticano había prohibido toda forma de contracepción que no sea la abstinencia sexual, para prevenir las enfermedades de transmisión sexual. En marzo de 2009, Benedicto XVI declaró que el uso de preservativos "agrava" el problema del sida, una pandemia devastadora en África.

En este libro de entrevistas, escrito por un periodista alemán, titulado La luz del mundo y que abarca temas como pederastia, celibato, ordenación de mujeres, relación con el Islam, etc., Benedicto XVI cita un único ejemplo el de un "hombre prostituto", que lo emplea como un primer paso de "responsabilidad", pero no es el modo adecuado de combatir el "horror" del sida. Este es un punto de vista se enmarca en los planteamientos de moral católica que ven al condón como un medio de evitar la muerte, en oposición a su empleo para evitar la vida.

El Romano Pontífice indica que puede ser un primer paso hacia una moralización, un inicio de responsabilidad que permita tomar de nuevo conciencia de que no todo está permitido, y que "no se puede hacer todo lo que uno quiere".

Benedicto XVI recuerda que para el Vaticano el preservativo "no es, verdaderamente, la forma de acabar con el mal de la infección por VIH. Polarizarse en torno al preservativo significa una banalización del sexo, y ése es exactamente el peligro, que mucha gente considere el sexo no como una expresión de su amor, sino como una especie de droga, que se administran a sí mismos", advirtió.

Sobre los escándalos de pederastia el Papa reconoce que "la amplitud" del escándalo fue para él "un choque inaudito". Lo comparó a una súbita explosión de un volcán que con su nube de pestilencia oscurece y ensucia todo cayendo sobre todo el sacerdocio, que  de pronto pareció estar colocado en una condición de vergüenza que puso bajo sospecha a cada sacerdote. No obstante, descarta dimitir. "No hay que huir cuando el peligro es grande", dice, pero no rechaza que un Papa dimita si sus capacidades físicas y mentales disminuyen, tendría el derecho, y bajo ciertas circunstancias, la "obligación" de renunciar, dijo.

Acerca del islamismo,  defiende un diálogo "sincero". "Es importante que nos mantengamos intensamente en contacto con todas las fuerzas musulmanas abiertas al diálogo, para que puedan producirse cambios, ahí donde el islam relaciona verdad y violencia", declara.

A la pregunta: "En Francia, el Parlamento prohibió el uso del burka. ¿Pueden alegrarse los cristianos?", el Sumo Pontífice responde: "En lo que concierne al burka, no veo motivos para una prohibición general".

El obispo de Roma también defendió a su antecesor Pío XII contra las acusaciones de que no hizo lo suficiente para salvar a judíos de las deportaciones a los campos de concentración nazis. Pío XII (1939-1958) fue "uno de los grandes justos, que salvó más judíos que nadie", declara Benedicto XVI en pasajes señalados por el Sunday Telegraph.

Por otro lado, advierte del riesgo de un cisma en la Iglesia, y rechaza de momento la idea de un Concilio Vaticano III. El Concilio Vaticano II, organizado entre 1962 y 1965, abrió a la Iglesia Católica al mundo moderno.

Este libro de entrevistas, el primero de su papado, será traducido a 18 idiomas y comprende 20 horas de entrevistas realizadas entre el 26 y el 31 de julio de este año en Castel Gandolfo, la residencia de verano de los pontífices, cerca de Roma, con el periodista alemán Peter Seewald, antiguo comunista convertido al catolicismo tras un encuentro con el cardenal Ratzinger.

En otro pasaje, Benedicto XVI admite que sus fuerzas están "disminuyendo", pero se mostró determinado a combatir por el lugar de la fe en el ámbito público.

Drogas

El Papa describió el tráfico de droga como un "monstruo maligno" que surge del "aburrimiento y la falsa libertad del mundo occidental" y agregó que "destruye a los jóvenes, a las familias, conduce a la violencia y amenaza el futuro de naciones enteras". Advirtió sobre la responsabilidad de Occidente, que emplea las drogas, con lo cual crea países que tienen que proveerla, lo cual al final los desgasta y destruye.

Continuó —refiriéndose a las drogas— que se ha desarrollado ansias de felicidad que no pueden contenerse en sí mismas con las cosas y los lugares en que se está.

También criticó al turismo sexual calificándolo de un proceso destructivo en marcha salido de la arrogancia y el aburrimiento, así como de la falsa libertad del mundo occidental.