Una competencia desleal y perversa

Elizabeth II

Por Xavier Caño (*)

 
La fiebre de EEUU y de la Unión Europea por firmar casi en secreto tratados bilaterales de pretendido libre comercio con países empobrecidos ha sido denunciada de manera reiterada por organizaciones solidarias de ayuda al desarrollo. Uno de los hechos que explican la oposición a tales tratados la ha publicado recientemente la prensa inglesa.

 

 

No puede haber bilateralidad justa entre una potencia económica y un país empobrecido, cuando los tratados desarman los aranceles de los países pobres, en tanto que los grandes exportadores agrícolas europeos se benefician de generosas subvenciones. Subvenciones, además, que van a parar mayoritariamente a personas riquísimas o a potentes empresas.

 

Tres riquísimos ciudadanos británicos se beneficiaron en el 2007 de casi dos millones de euros en subsidios agrícolas. El dato no tendría importancia de no ser que una de esas subvenciones (casi 600.000 euros) fue a parar a la reina Isabel II, a la que se le calcula poseedora de más de 375 millones de euros. Otro beneficiado, a quien correspondieron más de 700.000 euros, fue el duque de Westminster, el tercer hombre más rico del Reino Unido. Y el tercer favorecido fue el duque de Marlborough con algo más de 600.000 euros. También la poderosa iglesia mormona se convirtió en uno de los principales receptores de subvenciones del Reino Unido con algo más de 2 millones de euros. Los herederos de Lord Vestey, poderoso empresario de la industria alimenticia, recibieron algo más de 1 millón de euros. Y por empresas, el primer beneficiado fue Co-op, el mayor grupo agrícola británico, que recibió más de 3 millones de euros. Alberto de Mónaco y gigantes como Nestlé o Danone han sido también grandes beneficiados de la generosa Política Agraria Comunitaria de la UE.

 

En España, la duquesa de Alba, Alberto Alcocer, las poderosas familias Entrecanales y Mora Figueroa y Mario Conde (banquero actualmente en tercer grado penitenciario, condenado por falsedad documental, apropiación indebida y delitos del mismo gremio) copan los primeros puestos de beneficiados por subvenciones agrícolas.

 

La propia Comisión Europea ha revelado que apenas una quinta parte de los beneficiados por subvenciones recibe más de las tres cuartas partes de las ayudas agrícolas.

 

La Comisaria de Agricultura de Bruselas, Mariann Fischer, ha propuesto reducir los subsidios, más altos. Lo grave es que lo proponga ahora y no hace tiempo. Y lo que clama al cielo es que durante años los ciudadanos europeos hayan malversado sus impuestos, sin saberlo, favoreciendo a las mayores fortunas o empresas más poderosas del Viejo Continente. Sobre todo porque esas injustas subvenciones han permitido vender productos agrícolas por debajo de su precio de coste, perjudicando de manera desleal a las familias campesinas de los países empobrecidos, que no pueden bajar más los precios.

 

Una de las razones de que la inmensa mayoría de pobres de América Latina sean campesinos es que con esas políticas perversas no pueden levantar cabeza. Y subvenciones y desarmes arancelarios impuestos a los más pobres son causas que contribuyen a que en América Latina y el Caribe más de 52 millones de personas, el 10% de la población, sufran desnutrición o hambre.

 

Y es injusto, porque dos de cada tres personas que sufren pobreza extrema viven en el medio rural y con esas condiciones de competencia desleal nunca podrán salir de la pobreza. Y es injusto porque, como ha denunciado reiteradamente Intermón Oxfam, “los subsidios incrementan artificialmente la producción, saturan el mercado y generan excedentes agrícolas que son vendidos en los países empobrecidos por debajo del precio de coste. Las millonarias ayudas de la PAC sostienen un modelo de producción agraria intensiva que premia al que más tiene y provoca graves distorsiones en mercados internacionales a costa de los países empobrecidos”.

 

Mejor que las ayudas de la UE y los EEUU para cooperación al desarrollo, el desmantelamiento de las subvenciones agrícolas haría mucho más por los países empobrecidos para que salieran por fin de la pobreza.

 

 

(*) Escritor y periodista

 

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