El fin de la nueva Europa

La crisis del euro refleja un fenómeno mucho más profundo. Para entenderlo hay que hacer un poco de historia.

Europa es la segunda península más poblada del Asia (la primera es la índica con casi el doble de habitantes), pero ésta se convirtió por primera vez en el continente líder de la humanidad entre la mitad del milenio pasado hasta la mitad del siglo pasado.

Europa unificó comercial y culturalmente al mundo colonizando la mayor parte del resto del planeta.

Tras las dos guerras mundiales que se libraron en su suelo y entre sus potencias, Europa fue perdiendo sus colonias y su hegemonía y quedó atenazada entre Moscú (cuyo territorio queda en su mayoría en Asia) y Washington (cuyo Estado queda en América).

 

Tras que EEUU desalojó a cualquier potencia europea en el liderazgo mundial, Japón y China han sacado de las 3 mayores economías a cualquier país europeo. Goldman Sachs estima que en 4 décadas las economías de India, Brasil y México habrán desplazado a cualquier otra del continente que antes les conquistó.

En la post-guerra Europa enfrentó su declive formando una Comunidad de Estados, que luego se anexó al antiguo Este ‘socialista’ creando una ‘nueva Europa’ basada en la unión política de 27 países, 17 de los cuales tienen una misma moneda:  el euro.

A medida que Rusia se fue recomponiendo, que EEUU se fue atascando en las guerras en el mundo islámico y con su recesión, y que vienen emergiendo nuevas potencias comerciales en el sur (particularmente China, que ya estaría desplazando a EEUU como la mayor economía de todos los tiempos), la UE se estanca, baja su peso en el mercado global, agiganta su número de desempleados y su moneda se agrieta.

No obstante, el declive de este continente empezó hace unos 2 siglos: cuando se dio el fin de la primera ‘Nueva Europa’.

En una época entre los países más grandes del mundo existían unos llamados Nueva Suecia, Nueva Holanda, Nueva Inglaterra, Nueva Francia, Nueva España,  Nueva Castilla, Nueva Granada y Nueva Extremadura.

Pocos se acuerdan de esos nombres, pues el fin de lo que fue la ‘Nueva Europa’ implicó la ruptura republicana con las monarquías europeas.

Hoy Nueva Suecia es Delaware (EEUU), Nueva Holanda es Nueva York, Nueva Inglaterra son las 13 colonias que fundaron EEUU, Nueva Francia quedó repartida entre Canadá (Quebec) y EEUU (todo el Misisipi hasta Nueva Orleans, bautizada así por una ciudad francesa), Nueva España (que iba desde Alaska hasta Costa Rica contorneando casi todo el Golfo de México) quedó repartida entre México, EEUU y Canadá, Nueva Castilla dio paso a la mayor parte de las repúblicas suramericanas, Nueva Granada fue fragmentada entre Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá y Nueva Extremadura es Chile.

Cuando la ‘Nueva Europa’ se les independizó la Vieja Europa se recuperó colonizando África y Asia.

La  actual ‘Nueva Europa’ de la post-guerra mundial y la post-guerra fría no tiene donde extenderse más, y, más bien, ella es inundada por capitales de otros continentes. Para recuperarse ésta necesita de nuevos mercados y, tal como Libia lo demuestra, de más intentos bélicos de ampliar sus zonas de influencias.