Sarkozy, Betancourt y sus despropósitos

A poco de la liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tanto ella como el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, parecen no dar a los hechos las debidas proporciones e importancia.


Esta historia se parece a la de la liberación de los rehenes de la embajada japonesa en Lima, realizada el 22 de abril de 1997, meses después del secuestro de los invitados, ocurrido el 17 de diciembre de 1996. En esa oportunidad la dictadura y la prensa adicta no escatimaron toda clase de halagos y términos superlativos para endiosar a Fujimori y sus secuaces. Ahora sabemos que esos medios de prensa (unos ya desenmascarados con videos y documentos, otros todavía) recibían buenos millones de Vladimiro Montesinos.

Casi nadie indicó que esa toma de la embajada no debió haber ocurrido si hubiésemos tenido un verdadero servicio de inteligencia preocupado en brindar seguridad a la ciudadanía, a locales privados y públicos y a las embajadas. La acción escogida por los terroristas del MRTA fue un viejo método, harto conocido en todos los servicios de inteligencia del mundo: ingresar a una casa vecina y perforar la pared adyacente para así incursionar en la embajada (hasta el Che Guevara empleó este ardid).

A lo que se dedicaba el servicio de inteligencia era a perseguir a políticos e intelectuales y a todos aquellos que fueran o parecieran ser opositores; también extorsionaba, sin contar la célebre salita del SIN de Montesinos, tan recordada por las torres de dólares que allí compraban a personajes que, no obstante, se promocionaban ante la opinión pública como ciudadanos respetables. Es también historia la denuncia de ejecuciones extrajudiciales realizadas con terroristas rendidos y la repugnante risa del dictador andando entre cadáveres ensangrentados.

Colombia

En nuestro país vecino sucede algo parecido. Que Betancourt y otros rehenes hayan sido liberados es una buena noticia, pero en este caso, además del inepto régimen de Uribe, incapaz de derrotar a las FARC*, una actora imprudente fue la propia Ingrid Betancourt, que fue advertida del peligro de ser secuestrada, pero cometió la estupidez de no oír los consejos de quienes conocían la realidad y —en su afán de ganar figuración para su campaña electoral— incurrió en la torpe temeridad de ingresar a la zona controlada por los terroristas, quienes rápidamente la secuestraron.

En este caso, si hubiese un presidente inteligente y honesto, con unas fuerzas armadas que cumplan su deber, el secuestro no hubiese ocurrido y hace mucho tiempo que deberían haber sido derrotados los drogadictos de las FARC, pero a Uribe y a Estados Unidos les conviene mantener la situación de caos para que EE. UU. se beneficie prolongando por tiempo indefinido la presencia de su tropa, mientras que el cómodo Uribe recibe los millones que ese país le da y que no se sabe en qué los utiliza,  lo real es que no ha hecho nada para derrotar a las FARC.

Las declaraciones de Betancourt

El primer despropósito de Betancourt fue decir que admiraba la actitud del presidente colombiano y señaló que Álvaro Uribe debería ser reelegido (uno próximo sería un tercer mandato).

Otro despropósito de la Betancourt es haber dicho que está de acuerdo en que se ataque a cualquier país donde se encuentren las FARC. Esta gran aberración, especialmente originada por su rechazo a Venezuela, incluye también a Ecuador, Perú y Brasil. No sólo eso, sino que estuvo de acuerdo con la violación de territorio ecuatoriano que se produjo este año por parte de Colombia. Si los miembros de las FARC ingresan a otros países es a causa de la ineptitud, corrupción y complicidad del gobierno colombiano, que medra con la propalación del fenómeno terrorista que ellos tratan irresponsablemente y de acuerdo con los intereses de los EE. UU., que también necesitan de las FARC para justificar su presencia en América del Sur.

La sinvergüenza declaración de la Betancourt implica un apoyo a la invasión de nuestros países, que tendrían que pagar las consecuencias de un gobierno corrupto y en el fondo promotor del terrorismo, como es el de Uribe, quien prefiere mantener la vigencia de los terroristas de las FARC. Pese a todo, algo de lucidez le quedó a esta veleidosa mujer, que por lo menos reconoció que sin el problema de las FARC Uribe no tendría sitio en la política y en ello le damos la razón, pues Con Nuestro Perú ya había indicado que Uribe no es más que un parásito de las FARC*.

El exceso descarado de Betancourt para proponer la perpetuación de Uribe en el poder y su aval a la invasión de nuestros países puede deberse a una crisis emocional postsecuetro, pero no tiene justificación la prensa internacional, que se ha contagiado de la propaganda Colombiana. Así, por pereza mental (o por su defensa estrecha de EE. UU. y Colombia), que les impide analizar el asunto desde sus causas, los medios internacionales aplauden a Uribe, cuando deberían recordar que a causa de su incapacidad todavía las FARC reinan en Colombia y son un peligro para los países vecinos y que si Uribe hubiese derrotado a las FARC a tiempo no hubiese sucedido el secuestro. Del mismo modo, deberían señalar la imprudencia de la Betancourt, que tantos ríos de tinta ha hecho correr inútilmente.

Sarkozy

Para completar la ópera bufa, el presidente Sarkozy no sólo que dio un recibimiento de jefe de estado a Ingrid Betancourt y acudió él mismo, acompañado de su esposa Carla Bruni a recibirla al pie de la escalinata del avión que trajo a la ex secuestrada a París, sino que, como si fuese poco, ayer, en pleno día nacional de Francia, 14 de julio, le otorgó la Orden de la Legión de Honor.

¡Eso sí que es increíble! Ha premiado la imprudencia y la estupidez de una mujer que a sabiendas eligió el peligro que implicaba un secuestro seguro. ¿Qué le pasa a Sarkozy? ¿No tiene asesores? ¿Tomó la decisión en una de sus francachelas, como aquella que le hizo dirigirse al público en estado de ebriedad en una conferencia de prensa?
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* Ver: Álvaro Uribe, amenaza y sinvergüencería.