Este fin de semana llegan alarmantes noticias del Asia Central. La fuerza armada de Georgia, país situado a orillas del Mar Negro y que limita con Rusia, Armenia, Azerbayán y Turquía, ha sostenido intensos combates con soldados rusos. ¿Qué pasa allí? Para comprender la situación, debemos retroceder un poco en el tiempo. Mientras existió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), agrupó múltiples naciones y grupos étnicos. Siendo el soviético un régimen autoritario, no permitió que se manifestasen rivalidades nacionalistas entre los países o naciones que integraban la URSS.

 

Al disolverse la Unión Soviética, proclamaron su independencia muchas repúblicas; unas decidieron apartarse de la dominante influencia rusa; otras prefirieron mantener estrechos vínculos con los rusos. Al desaparecer la disciplina y control del centralizado gobierno comunista soviético, renacieron los nacionalismos que hasta entonces habían estado en cierta forma controlados. De esta manera, en algunos países recientemente independizados, surgieron problemas con las minorías étnicas, algo difícil de comprender para los latinoamericanos y peruanos.

En el Perú, por ejemplo, regiones completas podrían formar países aparte, declararse independientes; pero no lo hacen porque las identidades regionales, culturales o étnicas no llegan al punto de que la gente piense en formar una entidad nacional y estatal diferente, que llevaría a separatismos. En otros continentes no es así: las etnias o naciones que conviven en un país pueden estar largo tiempo en guerra y hasta se cometen genocidios, como en Ruanda (1994). En el caso de las que fueron repúblicas soviéticas se dan ejemplos de minorías que no desean estar bajo la soberanía del país en que viven; así se forman los llamados enclaves. Pongamos el ejemplo de Armenia: es un país pequeño pero tiene un pequeño enclave azerbayano, que es Najicheván, que estando dentro de Armenia se proclama azerbayano y así viven. En Azerbayán, colindante con Armenia, existe la contraparte, que es el enclave armenio de Nagorno-Karabaj (entre 1992 y 1994 hubo guerra entre Azerbayán y Armenia porque los azerbayanos no toleraban que hubiese una parte de su territorio que proclamase su autonomía y lealtad a otro país).

Con Georgia pasa algo similar. Disuelta la Unión Soviética, nace a la independencia con un centenario problema no resuelto de minorías. Así, desde los primeros días de la independencia georgiana, las regiones de Osetia del Sur* y Abjazia no aceptaron la soberanía de Georgia, por lo cual se desató una guerra interna cuyo resultado fue que el gobierno central de Georgia perdió el control de esas dos regiones. A esto hay que sumar otros factores.

La OTAN y el gas

Al disolverse la URSS, su integrante más grande, Rusia (o la Federación Rusa) quedó en estado de gran debilidad y caos político, económico y social. En este contexto, los EE. UU. y la Unión Europea (UE) alentaron la formación de democracias en los países que habían sido parte de la URSS. Los invitaron, además, a ser parte de la UE, siempre que cumplieran determinados requisitos. Todas las naciones de Europa Central y los países bálticos que estaban descontentos con la URSS aceptaron la oferta. Pero esta apertura a un mundo nuevo, de libertades democráticas y de intercambio cultural, comercial y con el libre tránsito de personas era una especie de “gancho” que se ha manifestado en la forma de alinearlos militarmente a los países invitados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entidad multinacional europea que se creó con el fin de enfrentar una posible guerra con la URSS. Disuelta ésta, ahora el objetivo estratégico de la OTAN es cercar a Rusia instalando bases militares en el territorio de los antiguos integrantes de la URSS. Aquí es donde entra en escena Georgia.
Este país ribereño del Mar Negro ha elegido un presidente prooccidental que con mucha claridad expresa su deseo de unir Georgia a la OTAN. Además, el territorio georgiano es vital para un gasoducto que, compitiendo con Rusia, lleva el gas del Asia Central a Europa. Rusia ha dado cierto apoyo a las separatistas Abjazia y Osetia del Sur, cuyas poblaciones tienen abierta simpatía por los rusos (piden abiertamente anexarse a Rusia).

El estallido
 
El presidente georgiano Mikhail Saakashvili decidió de una vez por todas combatir el separatismo, empezando por Osetia del Sur. Se estima que él necesitaba una victoria contundente para asegurar su entrada a la OTAN, que no recibe a países que tienen problemas territoriales pendientes. La madrugada del jueves (hora de Georgia) la fuerza armada georgiana lanzó una poderosa ofensiva contra los osetios del Sur, cuyo pequeño componente militar más se acerca a una milicia o guerrilla que a un ejército. Los georgianos atacaron con tanques, infantería, artillería y aviación, lo cual no sólo golpeó duramente a los separatistas armados y a la fuerza de paz rusa sino que destruyó en un 95% la capital de los rebeldes, Tskhinvali.

Los osetios del Sur, reacios a aceptar la soberanía de Georgia están en una especie de limbo o tierra de nadie: no son ciudadanos georgianos y su autonomía no es reconocida por ningún país. Esta situación se ha atenuado en parte cuando Rusia otorgó a los osetios del Sur la ciudadanía rusa (con pasaporte y todo), sin que Osetia del Sur sea parte de Rusia. Pese a todo, ese reconocimiento de ciudadanía es tomado en Rusia como base legal para intervenir en el conflicto acudiendo en defensa de ciudadanos rusos (los osetios del Sur).

Ya producida la intensa arremetida de Georgia, Rusia respondió enviando tanques, infantería y fuerzas especiales (Spetsnaz) para repeler el ataque. Además, aviones rusos han bombardeado bases militares y un puerto georgianos. Aunque la fuerza armada de Georgia se encuentra bien preparada y equipada y se puede decir que barrió con los separatistas, tampoco está en condiciones de resistir el contraataque de los rusos. Los georgianos han destruido numerosos tanques rusos y derribado aviones, pero sin ayuda de los EE. UU. y Europa Occidental, es imposible que pueda resistir más tiempo a Rusia. Sintiendo los golpes propinados por la fuerza armada rusa en aire, mar y tierra, los georgianos, que se han retirado de todas las posiciones ganadas en su ofensiva, piden un cese del fuego, a lo que los rusos responden que todavía el ejército de Georgia sigue disparando.

La verdad es que por no haber intervenido hasta ahora, los rusos estaban perdiendo credibilidad en las separatistas Osetia del Sur y Abjazia, quienes ven en Rusia su única esperanza de ayuda. Para contrarrestar esta pérdida de imagen y dar una lección a Georgia, los rusos demoran en aceptar el cese al fuego ofrecido o pedido por los georgianos, mientras su artillería y aviación continúan causando estragos en la fuerza armada georgiana y en sus cuarteles, puertos, aeropuertos (incluso ha habido edificios civiles dañados). Se ve que esta campaña militar rusa tiene por objeto no sólo expulsar de Osetia del Sur al ejército georgiano sino desestabilizar al gobierno de Georgia. Además, como resultado del fortísimo ataque de los aviones rusos a Poti, el principal puerto georgiano, ya se ven afectados los embarques del petróleo de Azerbaiyán, que saldrán por otra ruta.
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* Osetia del Norte está en territorio ruso.