Sergio Camargo (especial para ARGENPRESS.info)

“Dime con quién andas y te diré quién eres”

 

Como narraría el más cuidadoso de los narradores, todo comenzó por allá por esa época en que la voluntad de unos señores sin dignidad alguna recibieron unos cuantos dólares a cambio de una inestimable porción de tierra perdida hasta siempre, y proclamando con su jefe a la cabeza, en forma tan tétrica como cínica: “Recibimos un país, entregamos dos”.

¡Oh, Panamá, igual de prostituida y vapuleada por el imperio!

En seguida no vino sino dolor, lágrimas y sangre para ti Colombia, a manos de propios y el intruso yanqui, mientras las canallas elites disfrutan las mieles que ofrece el mancillado poder imperial.

Cuántos mártires en las bananeras Colombia, para dar razón al amo imperial, cuántos caídos en la Oil Petroleum Colombia, tiempo después, para satisfacer el mezquino interés del amo.

Cuánta barbarie y desolación en tus campos Colombia, entregado tus tierras al amo, en medio de la puja sectaria de los canallas. Cuánta ignorancia y atraso Colombia caminando por los consejos y sermones cavernícolas de la inquisición siempre presente.

Cuántos inmolados Colombia, por estar mirando a través del ojo del delincuente forastero, cuantos desaparecidos sin identidad a manos de los canallas amangualados con su amo. Es una bajada hacia los infiernos.

Cuánta retórica para que no seas tú misma, Colombia, para que te asemejes al amo imperial, cuántos consejos desviados para que incendies tu patria y quemes tus sueños Colombia, troncando tu progreso.

Cuántos enemigos imaginados y reales han puesto en tu camino, Colombia, los primeros nativos y los segundos forasteros, para desgracia y dolor de los primeros…Han dividido y reinado en ti Colombia.

Cuánta ayuda envenenada del imperio ha aterrizado en tu suelo, Colombia, para el entretenimiento macabro de muchos de tus hijos, inconscientes e indolentes, veneradores de lo forastero y tan arrastrados como tus elites, Colombia. ¡Oh, tanta muerte y desolación en tus tierras y cuánta sangre inocente en tus entrañas, Colombia!

Hasta te arrastró el imperio Colombia, a una guerra que no era la tuya, sin importar los cientos de miles de mártires inocentes ardiendo sobre las bombas “justas” y anticomunistas en Corea.

¡Y en un chasquido de dedos, tus “valientes” hijos en uniforme y a la bota del imperio, regresaron a tu terruño Colombia, para continuar el sucio trabajo de nunca acabar, Colombia!

Con rodilla hincada, Colombia, tus riquezas han sido entregadas al imperio y sus vasallos, por los canallas de siempre, por los herederos de los canallas de siempre, mientras tus hijos Colombia, con el título de parias tienden la mano ignorando sus haberes y sus derechos…

Si hasta pobretones de cuerpo y alma, hijos tuyos del campo y la fábrica Colombia, que han pasado por la escuela del imperio, han retornado con más ínfulas que el soldado del imperio, para sonsacar tus bienes, destruir tu honor y corromper la sal; protegiendo tierras y empresas con la plusvalía producida por el sudor de tus obreros y decentes trabajadores.

Los del imperio nadan en abundancia y a nuestro pueblo le escasea hasta el agua.

Y no contentos con tanta afrenta, se dieron a la tarea de envenenar nuestras aguas y nuestros suelos productivos, Colombia, agredir y enfermar a nuestras hermanas y hermanos con sus grandes pájaros de acero y sus venenos de Monsanto, Colombia. Sin que nadie en el mundo se haya sonrojado, pues esos son caprichos del imperio que tus canallas, Colombia, acatan con cabeza gacha.

Cuánta estupidez, Colombia, no te han contado en la supuesta lucha contra el narcotráfico, mientras que los químicos, verdaderos productos utilizados para prostituir la hoja de coca, entran y se pasean por ti, Colombia, sin control alguno.

¡Pues la hoja de coca no es cocaína, Colombia!

Y cuánta bazofia militar, Colombia, no ha sembrado el imperio en tu suelo con el permiso canalla, para amedrentar a tus hijos y los hijos de nuestra América, Colombia…

Y entre esas malditas cadenas y esa oscura noche lo peor ha llegado, ya el soldado del imperio tiene todos los permisos y el nativo no se queda atrás, Colombia; nuestras hijas deben estar prestas a saciar los cochinos apetitos sexuales del criminal forastero, del criminal nativo en uniforme…

Silencio, que la ramera a la cual te han llevado, Colombia, abrió sus piernas…

Nuestras dulces y bellas niñas, ingenuas e inocentes como todo lo que es amor ¿por qué deben ser rapiña de estos monstruos, Colombia? ¿Por qué te refugias en el oscurantismo y por qué haces de la bellaquería tu consigna, Colombia? ¿Por qué no amas a tus hermosas hijas, Colombia? ¿Por qué no las proteges?

Como se me desgarran mis entrañas, como se me desangra mi corazón Colombia, cuando mis niñas son violadas y mi pueblo sodomizado.

Entre tanto, tus magistrados como invitados de piedra Colombia, sufren el mal del autista y cuando no, complicidad de horribles crímenes. No existe justicia, Colombia; los escribidores del régimen que villanos y arrastrados son, tienen la complicidad como honor y la felonía como consigna.

Los unos y los otros solo maltratan tu verdad, Colombia.

En tu nombre Colombia, los canallas avalan todas las bellaquerías y crímenes del imperio en todos los rincones del planeta.

El imperio te sigue pisoteando, vapuleando y violando impunemente, Colombia…

¿Hasta cuándo?


Argenpress.info, 09-10-2013

http://www.argenpress.info/2013/10/colombia-la-ramera-de-los-estados-unidos.html

 

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