explosion bombaMiguel Ángel Rodríguez Mackay

Las personalidades del planeta que fueron reconocidas en su momento con el Premio Nobel de la Paz, en el marco de su XIV Cumbre Mundial celebrada recientemente en Roma, consideran que el mundo está bajo la amenaza permanente de una guerra sin precedentes de alcance universal que puede acabar con la humanidad. Son cerca de 16,000 cabezas nucleares las que verifican esa amenaza.

Para los premios Nobel de la Paz las guerras entre las grandes potencias pueden ser el final de todo sin posibilidad para una nueva oportunidad. Los países están armados hasta los dientes, esa es la verdad y los gastos por este afán armamentístico llega a los 1.7 billones de dólares. Históricamente la sociedad internacional ha sido letalmente propensa al conflicto.

En realidad prácticamente toda la historia de la civilización ha estado signada por conflictos de diversas dimensiones. Solamente cuando sobrevino la Paz de Westfalia en 1648 poniendo fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa, el mundo pudo advertir las consecuencias de los enfrentamientos bélicos.

Pero será recién en el siglo XX con la nefasta experiencia de las dos conflagraciones mundiales (1914-1918 y 1939-1945) que el mundo es realmente remecido en su conciencia colectiva. Ahora sí, por primera vez, la humanidad conoció muy de cerca la inminencia de la desaparición de la especie humana cuando fueron lanzadas las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 para obligar la rendición incondicional del imperio nipón, como así se hizo.

 Aunque en la actualidad no enfrentamos una guerra en esa escala, las posibilidades que ello suceda son cada vez mayores. El brote de la amenaza no convencional que representa el terrorismo internacional contribuye en afianzar esa amenaza.

El mundo debe volverse y mirar este problema en su real dimensión

Correo, 16.12.2014