barack obama 13Miguel Ángel Rodríguez Mackay

Resulta histórico el anuncio al mundo por Estados Unidos y Cuba, primero del valioso y humano gesto de canjear presos políticos y segundo, lo más importante en términos políticos, dar inicio a una nueva etapa donde la mirada está concentrada en el reinicio de las relaciones congeladas por 53 años luego del asalto de La Habana por Fidel Castro, iniciándose la Revolución Cubana en la madrugada del 1 de enero de 1959.

Luego del primer año de la toma del poder por los comunistas, vino el bloqueo económico de la Isla por parte de Washington y con ello cinco décadas de una relación áspera, de grandes tensiones y de ofensas recíprocas donde la lid estuvo determinada por las ideologías en un mundo bipolar cuyo marco fue la Guerra Fría.

Los dos países han llegado a una conclusión: el aislamiento -mírelo desde la orilla que le parezca- no le ha hecho nada bien a ninguno. Barack Obama ha reconocido que el bloqueo a Cuba no logró el objetivo que buscaban, es decir, llevar a La Habana a un estado de zozobra interna que los hubiera obligado a rectificar el modelo.

Washington reconoce que el bloque lo aisló del propio continente resultando ineficaz su influencia sobre los países de la región. Nadie puede ocultar el liderazgo cubano en el marco del CELAC. Desde Cuba, el cambio en la conducción del Estado por Raúl Castro atenuaría el orgullo de Fidel, cuyo discurso contestatario inexorablemente debió dar paso a otro de cambio, pues Cuba estaba a punto de colapsar.

Las remesas que ahora llegarán a la Isla (500 y 2000 dólares) evitarán la asfixia social. Los Castro son conscientes que su modelo fracasó. Ahora los dos países deben afirmar sus intenciones con reapertura de embajadas y reingeniería a la relación bilateral.

Correo, 18.12.2014