El terrible caso de niños rescatados de una pareja de misioneros evangélicos torturadores evidencia el pésimo criterio de la burocracia peruana encargada de entregar en adopción a los menores.
Como varios medios señalan, la pareja de torturadores “cristianos” encontró a los niños en sus viajes a la selva y tramitó su adopción. Para la burocracia peruana, que se caracteriza por su mente estrecha y sus ansias de ocupar un puesto por un sueldo y no para cumplir sus deberes, basta que un solicitante de adopción sea estadounidense o europeo para avalar su idoneidad para hacerse cargo de los niños.
En cambio, muchas familias peruanas buscan adoptar y todo lo que encuentran son trabas. Los peruanos solicitantes de adopción deberían ser puestos por delante de los extranjeros, pues estando tan mal la calidad de los servicios sociales, al menos el hecho de radicar en el Perú facilitaría las acciones de control de los servicios sociales para verificar por años y realizar seguimiento de las condiciones en que crecen los niños adoptados. Está demostrado que hay incapacidad para controlar lo que les sucede en el exterior.
Como se sabe, los menores estaban desnutridos y sufrían palizas con cucharones de palo y otros objetos contundentes y sólo fue cuando uno de ellos logró escapar que se constató que incluso habían padecido fracturas antiguas y recientes.
Los tres niños fueron adoptados por Jim y Paige Nachtigal, un matrimonio estadounidense de misioneros evangélicos “cristianos”, quienes los sometieron a un Vía Crucis de sadismo en Kansas, en los EE. UU.
El 5 de febrero la policía halló en un descampado a C. N., el menor de los tres niños, aterrorizado, diciendoo que no quería regresar a su casa y las fuerzas del orden lo llevaron al domicilio de una de sus tías adoptivas, pese a que sus padres adoptivos habían denunciado su desaparición.
La tía relató a la Policía: "He visto cómo Paige les negaba comida, los he visto hambrientos, ella los obligaba a fregar el piso del garaje y de la cocina como castigo", cita La República. "Observé cómo Jim y Paige golpeaban a los niños con sus manos y cuando se cansaban cogían cucharas de madera y les pegaban con ellas, sobre todo a los más pequeños", declaró otra testigo.
Los dos niños más pequeños, de 11 años, presentaban diversas fracturas en costillas, brazo y dedos; mientras que la menos maltratada de los tres, una chica de 15 años, presentaba fracturas en dedo y pierna.
Los misioneros, que viajaron a la selva peruana, pudieron adoptar a la mayor de las niñas en 2010, haciendo lo propio un año después con los menores de 11 años.
Conclusión. Si no tienen cómo constatar el estado de los niños en el exterior, permitan adoptar sólo a peruanos.
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