Rocío Ferrel

La categoría de Untermenschen (‘subhumanos’), empleada por los nazis, es errónea y usualmente atribuida (incluso por historiadores) al libro Mein Kampf (‘Mi lucha’), de Adolf Hitler, como si hubiese empleado ese término para referirse a razas o etnias inferiores como eje central del discurso y acción racistas hitlerianas. No obstante, en ese libro no figura dicho término ni Untermenschentum (‘subhumanidad’).

 

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El término Untermenschen fue usado aparentemente una sola vez por Hitler en un discurso para referirse no a los judíos ni a razas, sino a una categoría de humanos inferiores que quedaron tras el asesinato de la intelectualidad en Rusia, y que fueron esclavizados por los judíos bolcheviques, según detalla Guillaume Durocher en counter-currents.com, quien añade que en sus discursos el Führer empleó la palabra Untermenschentum  tal vez sólo en dos oportunidades, una para referirse a los comunistas españoles[1] y otra a los alemanes susceptibles de ser influidos por los comunistas.

Aclarado lo anterior, podemos decir que ahora vemos una especie de nuevos Untermenschen europeos reducidos a una nueva esclavitud organizada por los grandes poderes de los Estados Unidos,  que no los representan gente como Joe Biden —quien no es más que el payaso del circo, otros son los dueños— sino que se trata principalmente de grandes empresarios y sus sirvientes políticos que empujan al gobierno a actuar de conformidad con sus objetivos de ser creciente e inmensamente ricos, parte de los cuales, curiosamente, son más o menos judíos, como Mark Zuckerberg, George Soros, Michael Bloomberg, etc.

La geopolítica estadounidense ha entendido que ya no puede someter a las potencias rusa y china para obtener más riqueza, pues estos países defienden su soberanía. Sobre todo, consideran a China una amenaza para su poder económico. Entonces han visto en Europa un territorio dominable, no de una sola vez sino con un plan que data de años.

Para ello promovieron la creación de entidades supranacionales como la Unión Europea y la OTAN, las cuales, ante el adormecimiento de la intelectualidad europea (como si hubiesen asesinado a los intelectuales), han crecido constantemente en poder y han rebasado los ámbitos de las relaciones comerciales, humanas y de defensa razonables, y se han convertido en una tiranía, no para bienestar de los europeos, sino para someterlos y empobrecerlos, por lo que —en relación con sus propios países— son peores que Hitler, quien con todos los crímenes que perpetró, siempre buscó, aunque por vías perversas, el bienestar de los alemanes, si no su supremacía.

 

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Economía

Las relaciones comerciales de los europeos ya no tienen nada de razonables y se han reducido a un libreto servil a los Estados Unidos, que dicta sanciones unilaterales, que deberían ser competencia de las Naciones Unidas, pero que Europa obedece genuflexa, aunque estas órdenes empobrezcan  a los europeos y enriquezcan cada vez más no al pueblo estadounidense, sino a los grandes ricos de ese país.

Por ejemplo, las sanciones que prohibieron la exportación a Rusia de productos agrícolas empobrecieron a los agricultores europeos (aunque hayan recibido ayuda en algunos países), pues Rusia buscó otros mercados. Las más frescas sanciones contra las exportaciones de trigo ruso dispararon los precios y ahora los europeos deben pagar más para alimentarse, son más pobres. Ahora incluso se ve a gente de lo que era la clase media alimentándose en comedores populares o comprando menos comida.

Pero lo que ya es un escándalo son las sanciones contra el gas y el petróleo rusos —obtenibles en condiciones seguras y con precio no especulativo—, porque han vuelto la energía tan cara para los europeos, que ya no sólo golpea a los ciudadanos comunes, sino que amenaza a la industria europea, que no podrá competir con los productos estadounidenses y menos con los chinos. En estas condiciones, las grandes empresas de hidrocarburos  de los Estados Unidos son cada vez más ricas y por ello presionan para mantener las sanciones contra Rusia, se han vuelto insaciables.

No es difícil imaginar lo que se viene: más pobreza, sufrimiento por el frío o calor, desempleo, quiebra de empresas y otras desgracias para los europeos.

 

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Niños que mató la OTAN en Afganistán. Reuters.

 

Defensa

En defensa, el complejo militar industrial de los Estados Unidos también hace lo suyo acumulando mucha más riqueza con la tensión provocada por los EE. UU., que siempre encuentra un pretexto para crear conflictos en diversas partes del mundo, no sólo para probar sus armas, sino para sostener y enriquecer a su industria de armamento.

En cada conflicto creado por los Estados Unidos, los europeos deben participar sumisamente enviando armas (parte de estas compradas a los EE. UU.) o asesores militares e incluso combatientes, sin cuestionar la inmoralidad ni la injusticia de dichas invasiones, como sucedió con Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania, etc.

En esta dinámica de opresión, está prohibido que el europeo opine sobre el conflicto ruso-ucraniano condenando a Ucrania, país que desde 2014 masacró por odio a unos 14 mil civiles[2] en el Donbás, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Pero todos están obligados a condenar a Rusia, de lo contrario la prensa y las redes sociales los censurarán.

Derechos y costumbres

Los europeos han sido dóciles y esclavos al ceder soberanía para que organismos supranacionales dicten lo que es moral, inmoral, aceptable, no aceptable, como si un país independiente fuese incapaz de gobernar su moral y forma de vida: se da la promoción de la homosexualidad, del aborto, la imposición de ingreso de inmigrantes no deseados. Así, para su mal, se obliga a los europeos a tolerar todo ello, y no son los ricos los que sufren sino los ciudadanos comunes, con atentados terroristas, y las mujeres europeas, que en número creciente son acosadas o violadas principalmente por islámicos y africanos.

A tal punto llega la esclavitud europea en estas materias, que la prensa es censurada si quiere informar y poner de relieve los delitos perpetrados por extranjeros, a quienes se teme “ofender y herir” si se les denuncia. Ni qué decir de las redes sociales, que se han convertido en un instrumento de dominación que censura todo tipo de opinión e información que esté contra los mandatos internacionales de los EE. UU.

Salud

En la Segunda Guerra Mundial se denunció el uso de judíos en experimentos por parte de científicos nazis. Las grandes transnacionales farmacéuticas estadounidenses o Farmafia ya no necesitan de un campo de concentración para experimentar con europeos. Los alambres de púas son ahora la prensa y las redes sociales censuradas. Para enriquecer principalmente a Pfizer y sus seudovacunas, la operación montada fue gigantesca.

 

Auschwitz

Arbeit macht frei (el trabajo hace libre) decían carteles en la entrada de los campos de concentración. Hoy dicen que la “vacuna” Pfizer te hará libre, con nuevas alambradas que impedían viajar, comprar, etc. a los no vacunados.

 

Con motivo del COVID-19, cuyo origen apuntaría a laboratorios financiados por los EE. UU., se ha obligado a la vacunación con caldos experimentales que ahora se sabe que están causando inmunodeficiencia, males cardiacos, cánceres agresivos o turbocáncer, derrames cerebrales, problemas de esterilidad y otros. La avidez por la riqueza no ha respetado a los niños, que son ahora también conejillos de indias, y no sólo los europeos, sino los propios estadounidenses y de otros países que aceptaron sin analizar este producto y otros como las “vacunas” Moderna, AstraZeneca o Johnson & Johnson.

Fue tan grande el poder de Pfizer, que los EE. UU. maniobraron para manipular a la OMS con el fin de que no apruebe la vacuna rusa Sputnik V, pese a que revistas científicas independientes como The Lancet reconocieron que es una vacuna de alta eficacia, con la cual no se han presentado efectos adversos en los países en que se usaron.

 

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Protesta por medidas contra el coronavirus, Berlín 2020

 

Futuro

¿Hasta cuándo durará el yugo impuesto a los europeos, reducidos a una penosa sombra de su pasado de agresores romanos, españoles, alemanes, británicos y otros? Cada día se acerca más el invierno y la situación de la energía se agrava, especialmente por los atentados contra los gasoductos rusos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, los cuales quedarán fuera de servicio largos meses o quizá definitivamente[3]. Según diversos analistas, el golpe para los ciudadanos será tan fuerte por la falta de recursos, que se desatarán olas de protesta que pueden terminar en violencia y caos.

En tanto, mientras la izquierda europea perdió su cerebro en manos de diversas ONG y cargos políticos, los únicos que parecen estar ejerciendo el derecho de pensamiento libre son ahora los líderes de derecha, que abogan por ser países con su propia soberanía, como está sucediendo en Hungría, Suecia e Italia, donde ganaron en las elecciones, o en Francia, donde no ganaron pero crecieron hasta ser la segunda fuerza política en importancia. Es la derecha la que está liderando el despertar europeo.

Sin embargo, no lo tendrán fácil. Este mes, antes del día de las elecciones italianas, la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como si fuese la rottweiler de los EE. UU., lanzó una velada amenaza a Italia si las elecciones daban un resultado no deseado, asegurando que tienen mecanismos para “disciplinarla”, se entiende, si ganaba la derecha, como finalmente sucedió.

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[1] Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), el Partido Comunista de España compartió el poder con el gobierno republicano ganador de las elecciones, que enfrentó la sublevación nacionalista, apoyada con armamento, asesores militares y combatientes, por los gobiernos fascistas de Italia y Alemania.

[2] Información que se suprime o minimiza para presentar a los ucranianos como víctimas cuando son genocidas, pues durante la Segunda Guerra Mundial se aliaron con los invasores nazis y asesinaron a más de 30 mil polacos, judíos y rusos.

[3] Situación que beneficia enormemente a las empresas de EE. UU. que exoportan gas a Europa.