Ayuda, pero no cualquiera

Por David Álvarez Rivas*

“La elección es nuestra. Podemos ser recordados como una generación que optó por prolongar las disputas del siglo XX en el siglo XXI... o podemos ser una generación que se une para servir los intereses comunes de los seres humanos”. Éstas son palabras del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ante la Asamblea General de la ONU el pasado 23 de septiembre.


El multilateralismo, a juicio de Obama, debería estar basado en cuatro pilares: la no proliferación de armas, la promoción de la paz y la seguridad, la preservación del planeta y una economía global que dé oportunidades a todos los ciudadanos. Las mismas exigencias que piden las organizaciones de la lucha contra la pobreza ante un dato agravado por la crisis, 1.100 millones de personas carecen de los recursos necesarios para subsistir.

Los líderes mundiales usan una doble vara de medir. Las declaraciones que hacen ante la ONU, el G-192 que es el grupo de países legitimado para erradicar prácticas que aumentan las desigualdades, acaban en papel mojado. No ponen la necesaria voluntad política para suprimir prácticas inmorales e injustas en el comercio internacional, en el sistema financiero o en la lucha contra el hambre. En apenas tres meses, los países ricos han puesto sobre la mesa 27 veces más dinero para paliar la crisis financiera, que el que las organizaciones sociales venimos reclamando desde hace décadas para que millones de personas tengan sus propias posibilidades.

Ni Obama ni los representantes del llamado G-20 en el encuentro de Pittsburgh van a atreverse a cambiar políticas donde los poderosos dejen de imponer su voluntad a los demás, socializar las pérdidas y salvar un sistema que provoca la muerte diaria de 30.000 personas por inanición.

Las organizaciones de la sociedad civil debemos exigir más que nunca en estos momentos. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, una hoja de ruta que se impuso la comunidad internacional para avanzar en el acceso universal y gratuito a la educación, la sanidad, los sistemas básicos, etc., deben ser enarbolados con mayor ahínco. Exigir que no se detraigan recursos comprometidos en las cumbres sobre financiación al desarrollo e incluso que de los comprometidos se acometan los pagos sin excusas. Que se habilite un espacio financiero global con cantidades reconocidas como bien público y se reformen los organismos financieros internacionales. La intención del G20 es reforzar las instituciones que han sido instigadoras y materialmente responsables de la aplicación de las políticas que han provocado la crisis; el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), seguirán siendo quienes decidan lo que hacer y lo que no en la economía internacional.

La ayuda al desarrollo en este contexto no sale mejor parada. También hay crisis de ayuda internacional, agravada por el incremento especulativo que sufrieron los alimentos, el petróleo y por un cambio climático cada vez más asociado a pobreza. La ayuda de la comunidad internacional a los países empobrecidos en 2007 descendió un 9% respecto al año anterior. Europa, aún siendo el mayor donante de la comunidad internacional, ha reducido su aportación del 51 al 49%. Y de los recursos adicionales comprometidos en cumbres como la del G-8 contra la pobreza, o de la de Financiación para el Desarrollo, no se ha desembolsado nada.

En España, según el informe de Intermón Oxfam sobre la realidad de la Ayuda, el Gobierno ha materializado esta apuesta con el mayor incremento de la ayuda en todos los países donantes de la OCDE. Y parece que, en el borrador de Presupuestos Generales del Estado para 2010, la cooperación podría rondar el 0’56%. Una cantidad importante, pero no lo es todo. Hay carencias en la cooperación española que se deben seguir trabajando para hacer verdaderas políticas de desarrollo. Mejorar los mecanismos de ejecución y hacer reformas para poder abordar ese fuerte incremento de recursos, la coherencia de políticas entre ministerios y escasa intención de reformar los créditos FAD, serían los “peros”. Tan importante es el fondo como la forma cuando hablamos de lucha contra la pobreza.

Los ciudadanos no debemos dejarnos dominar por la lógica inhumana de los mercados, y debemos exigir con toda nuestra fuerza, justicia económica e igualdad efectiva.

* Director de SOLIDARIOS para el Desarrollo y periodista
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.