Trasplantes y dilemas

Por Carlos Miguélez Monroy*


Casi 70 mil riñones, 21 mil hígados y 6 mil corazones. Son las cifras anuales de trasplantes de órganos en el mundo que calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS).  Los trasplantes de órganos encarnan uno de los logros más importantes de la medicina moderna. Sólo en Estados Unidos, esta práctica ha inclinado la balanza a favor de la vida de más de 300 mil personas que se encontraban al borde de la muerte. Cada año mueren miles de personas en la espera de un órgano que a veces no llega.


Sólo en India, 150 mil pacientes con insuficiencia renal aguda necesitan un nuevo riñón, 200 mil necesitan un trasplante de hígado y 80 mil de corazón. En Estados Unidos, sólo 6.100 de las 17 mil personas  que lo necesitaban lo pudieron conseguir en 2004. En China, se estima en 10 mil los ciudadanos con “suerte” cada año, cuando hay un millón de enfermos que necesitan un trasplante para sobrevivir. En España, más de mil pacientes recibieron un nuevo hígado, pero 127 murieron a la espera de un posible donante.

Esta creciente produce un dilema cuando los enfermos no encuentran donantes en su país o cuando ven desestimada su petición de órgano y tienen que buscar en el extranjero un órgano cuya procedencia desconocen.

Así le sucedió al español Óscar Garay. Los médicos denegaron su petición de trasplante al analizar su cáncer de hígado y considerar que sus perspectivas de supervivencia eran escasas y que otros pacientes con más posibilidades calificaban mejor en el proceso, cuenta el diario El País. Le habían pronosticado sólo un año más de vida. Tampoco cumplía los Criterios de Milán, establecidos a nivel internacional para seleccionar pacientes con cirrosis y cáncer de hígado, asegura la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

Óscar viajó a China con su esposa Teresa, donde tuvo que pagar no sólo por la operación, sino también por “servicios” y gestiones del hospital que les surgían cada día. Su esposa ingresó los 130 mil euros en una cuenta de un banco chino y, de ahí, lo iba sacando un “gestor” chino para pagar los gastos que “surgieran”.

En la misma planta del hospital coincidían pacientes de todo el mundo que, como el español, esperaban a que les confirmaran que había un órgano para ellos. Pero al operatorio no pasarían hasta que se hubiera completado el pago.

Después de la operación, Óscar sufrió insuficiencia renal y, tras duros días de “recuperación”, volvió a España con un nuevo hígado y con instrucciones para el tratamiento que debía seguir. Ahí se encontró por primera vez frente al temor de decir en por qué necesitaba un tratamiento en un hospital español.

Óscar no sabe nada de dónde procede el hígado que le salvó la vida. En China, la gran mayoría se extraen sin el consentimiento de presos ejecutados. También se especula sobre su posible procedencia de miembros asesinados de la secta Falun Gong, de los que se extraen órganos que compran los extranjeros que hacen el llamado “turismo de órganos”. Aunque China haya prohibido el tráfico de órganos de manera oficial, algunos expertos consideran que la práctica continúa, como sucede en otros países de Asia. Esto ha llevado a autoridades sanitarias de todo el mundo a debatir sobre posibles maneras de sensibilizar sobre las ventajas de la donación en todo el mundo y promover la donación voluntaria.

Como en Estados Unidos y otros países, en España se extiende la práctica conocida como “la donación del buen samaritano”, que consiste en donar en vida y de forma anónima un órgano (suele ser un riñón, pues se puede vivir con uno solo) a una persona que lo necesita. Hay quienes adivinan posibles motivaciones ocultas en esta práctica y problemas éticos. Sin embargo, cuestionar posibles “motivaciones ocultas” y aludir a cuestiones éticas será innecesario si se garantiza el principio de anonimato. Se trata también de promover el consentimiento en vida de la extracción de órganos para cuando las personas mueran. Así se podrá satisfacer la necesidad de quienes dependen de un gesto altruista para poder sobrevivir sin necesidad de recurrir a órganos de “desconocidos”.

*Periodista y Coordinador del CCS

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