El colapso de los servicios en ESSALUD

Por Juan Sheput


En un país donde no existe una Contraloría autónoma y en donde no se defiende a los consumidores es lógico que una entidad como ESSALUD abuse con sus millones de usuarios.


Mientras el directorio de ESSALUD se encarga de construir y construir hospitales, para felicidad de empresas constructoras, brasileñas y españolas con subcontratistas peruanos, los servicios de ESSALUD son de pésima calidad y andan por los suelos.

¿Son necesarias tantas construcciones? ¿En qué se van los recursos necesarios para otro tipo de atenciones?

Las unidades de investigación periodísticas, esas que tienen recursos para investigar asuntos sin importancia ¿se han tomado la molestia de acudir a los hospitales de ESSALUD para que vean el deterioro de los servicios públicos?

¿Saben acaso si los pacientes tienen medicinas de manera oportuna?

¿Se han dado cuenta de cuánto tiempo se tiene que esperar para una cita?

¿Se han percatado el drama que significa sacarse un análisis y esperar un resultado?

¿Conocen el periodo de espera para una operación?

Como se puede observar pareciera que estas unidades de investigación no tienen tiempo para darse un salto para ESSALUD. Sí lo tienen en cambio para dar con el teléfono del Congreso en un inocente aviso inmobiliario. Pero informar al público y denunciar el deterioro de los servicios públicos en ESSALUD, para eso no hay dedicación, tiempo ni esfuerzo.

El papel que cierto sector del periodismo juega en la actual coyuntura de corrupción generalizada es deplorable y sintomático. Deplorable porque no ha aprendido la lección del fujimontesinismo y sintomático porque expresa las características de un sistema que sabe que debe comprar silencios para ser exitoso.

Un análisis clínico en ESSALUD bien puede durar 45 días y luego de esta espera todavía pueden decirle que su análisis, ese que necesita para su tratamiento, se ha perdido. Una operación urgente puede ser programada para los siguientes meses con lo cual su estado de seguro se agrava. Las medicinas escasean en tanto los hospitales, como en Chiclayo, son relucientes pero fantasmales pues no tienen ni siquiera médicos. Hay dinero para ladrillos pero no para servicios. Hay, en síntesis evidencias de corrupción generalizada. Y ante ello la mayoría de la prensa ni la política dicen nada.