Sin la OEA es la pelea

Por César Lévano


Hace algún tiempo, Fidel Castro definió a la Organización de Estados Americanos (OEA) como el ministerio de Colonias de Estados Unidos. La cita que empieza en Lima acusa los síntomas de una crisis en esa institución imperial. Ocurre que muchas colonias se han puesto bravas.


Pocos países, entre ellos el Perú, por obra de Alan García, persisten en el papel del servilismo extremo.

La reunión no tiene agenda ni proyecciones. Puede adelantarse que nada provechoso va a salir de su gimnasia verbal.

García ha buscado que se coloque en la orden del día el punto del armamentismo. Difícil es que se discuta en serio, y que se actúe realmente. Después de todo, el secretario general de la OEA es el Chileno José Miguel Insulza, que fue ministro del Exterior y ministro secretario general de la Presidencia de Eduardo Frei en los días del contrabando de armas a Ecuador, en plena guerra del Cenepa. Insulza declaró en 2004 a su compatriota José Rodríguez Elizondo: “un país construye su fuerza armada mirando hacia fuera, pero también lo hace mirando hacia dentro”.

Consta en el libro Chile-Perú. El siglo que vivimos en peligro, página 324. Rodríguez Elizondo afirma, con desparpajo eminente, que en aquel momento el único trasiego de armas a Ecuador lo cometió Argentina (página 224 del mismo libro).

Por otra parte, Colombia es el país de nuestra región que más gasta en armas (más que Chile, más que Venezuela, mucho más que Brasil). Tiene el apoyo y los suministros de Washington.

El gobierno tramposo de Honduras no participa, debido al repudio general de los países latinoamericanos.

Desde los días vergonzosos de Augusto B. Leguía, postrado de hinojos ante el imperialismo, no había tenido el Perú una política exterior tan sumisa y tan aislacionista.

La invitación a Porfirio Lobos, el aborrecido mandón hondureño; la ausencia de García en la última reunión de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur); la inasistencia de García a la celebración del bicentenario de la independencia de Argentina en la embajada de ese país en Lima (me consta que lo esperaban): todo eso indica que el presidente peruano ha optado por una política exterior de condición leguiísta, condenada al fracaso.

La visita relámpago de García al presidente Barack Obama me hace pensar en el trato que los amos suelen dar a sus siervos más sumisos, los pongos pusilánimes que ni siquiera tienen sueños.

La llegada de Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, no remedia la situación. Es un saludo a la bandera… norteamericana.

Saben los gringos que García es el más incondicional de los gobernantes de América latina. Para él bastan las inversiones (depredadoras) y la tecnología (que les venga en gana). Para el régimen aprista, el Perú es un país que se vende a precio de remate. La Primera, 07.06.2010.