Por Desco


En los últimos años se ha generado un proceso de «regionalización» del discurso político, producto de la ausencia de partidos que articulen adecuadamente el nivel regional con el nacional, favoreciendo el surgimiento de un imaginario regional autónomo y un discurso de lo local y regional como contraposición a lo central o limeño. Este fenómeno está referido al chovinismo regional ajeno a la necesidad de propuestas políticas regionales que logren puntos de encuentro con una política nacional.


Este discurso enarbolado por los movimientos regionales, resalta la incapacidad de los partidos políticos nacionales para resolver y atender los problemas y necesidades de las regiones, incidiendo en las dificultades que tienen para comunicar y articular adecuadamente la dinámica de la dirigencia nacional con las dinámicas de las dirigencias regionales. Muchas veces, parece que los principales rivales de las dirigencias políticas regionales son sus mismos dirigentes nacionales.

En un universo político regional caracterizado por la ausencia de partidos políticos nacionales o movimientos regionales consolidados y caracterizados por dinámicas internas que garanticen la renovación de cuadros, elecciones internas, acciones programáticas, vinculados con la representación nacional; podemos estar construyendo una personalización y particularización peligrosa de la política, que puede generar una acumulación y centralización excesiva de poder en una persona o grupo de personas.

Un claro ejemplo de este fenómeno es la «sorpresiva» candidatura de Juan Manuel Guillén Benavides en Arequipa. El jueves 3 de junio el Presidente del Gobierno Regional de Arequipa (GRA) manifestó, mediante un comunicado público, su decisión de no postularse a la reelección indicando, entre otros aspectos, que se sentía frustrado por los obstáculos surgidos para la ejecución de los principales proyectos emprendidos por su gestión como Majes–Siguas II y el Puente Chilina, por lo tanto se mantendría en el cargo para insistir en la ejecución de estos proyectos.

De esta manera, ponía fin a las pretensiones de las distintas organizaciones políticas que le pedían y ofrecían ir a la reelección, y sobre todo ponía en riesgo la inscripción de la Alianza por Arequipa, conformada por Arequipa Tradición y Futuro (ATF), Compromiso (C) y el Partido Nacionalista Peruano (PNP), quienes asumían a Guillén Benavides como el candidato natural al GRA, y así consideraban asegurarse el triunfo en las elecciones de octubre.

El no categórico desestabilizaba las relaciones en el interior de la Alianza, y se replanteaba el peso político de cada organización, así el PNP era el más beneficiado pues, con la ausencia de Guillén, se le presentaba el camino allanado para promover y consolidar la candidatura de Jaime Mujica Calderón, y esperaban el apoyo de ATF, del cual Guillén es integrante, y C, cuyo máximo representante es Carlos Leyton Muñoz, ex Vicepresidente Regional y ex  Ministro de Agricultura, quien no participa en las elecciones.

Sin embargo, el viernes por la tarde, Guillen Benavides claudicó de su decisión de no postular a la reelección y aceptó ser el candidato de la Alianza por Arequipa, luego de sostener una reunión con dirigentes, alcaldes y pobladores quienes fueron a buscarlo y pedirle reconsiderar su decisión.

Esta decisión volvió a replantear el correlato de fuerzas en el interior de la Alianza por Arequipa, siendo perjudicado el PNP pues su militancia se fraccionaba entre quienes apoyaban a Guillén y los que pretendían consolidar la candidatura de Mujica, generando desconcierto y recelos en la dirigencia regional, situación que se agravó por el respaldo de la dirigencia nacional (Humala, Abugattás, Mendieta) a la decisión de Guillén, afirmando que es el candidato natural de la Alianza, declaraciones que fueron asumidas por los dirigentes y la militancia nacionalista arequipeña, como imposiciones e intromisiones rechazando estas declaraciones.

Si bien han logrado inscribir la Alianza, esta nació debilitada y ahora enfrenta una crisis severa producto de los cuestionamientos mutuos, críticas y conflictos internos. Al parecer las idas y venidas de Guillén, su presencia misma, sumadas a los desencuentros a
en el interior del PNP entre la dirigencia nacional y regional, son las causas de esta situación.

Todo esto ha provocado que la población cuestione la seriedad del candidato, dando la sensación de que hay un afán desmedido de poder, y en general desconfianza en una persona que cambia de decisión de un día para otro, por más legítima que esta pueda ser.

Por ello, resulta sumamente peligroso erigir organizaciones políticas alrededor de una o varias personas haciendo depender de su presencia la fortaleza de éstas, sin preocuparse por identificar y promover nuevos liderazgos que puedan darle continuidad y vigencia en el tiempo. Lo narrado es una muestra de ello.
La región y el sur peruano no escapan al mal nacional del debilitamiento del sistema político en todos los niveles. Aquí también hay «vientres de alquiler», «movimientos combis», alianzas oportunistas, y ausencia de planes de gobierno. Todo en desmedro de la formación de nuevos cuadros y del alejamiento cada vez mayor de la juventud de la política.

(*) Declaración de Guillén al diario La República (6-06-2010) en entrevista, luego de anunciar su candidatura a la reelección.

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