Chile busca pegar fuerte

Por César Lévano


Chile recibe hoy 18 cazabombarderos comprados a Holanda y que serán equipados con misiles aire-aire fabricados en Israel. Hay que subrayar un hecho: el país del Sur no sólo es en América latina el primer importador de material bélico. Eso es archiconocido. Lo novedoso es el ritmo apresurado de esas compras. Un experto militar peruano interpretó el caso como muy grave. “Ese ritmo es propio de las vísperas de una guerra”, explicó.


La compra de los F-16 va acompañada de la adquisición de 46 aviones caza de combate.

En marzo último, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (Sipri) de Estocolmo, Suecia, indicó que las compras de armas por Chile entre el 2005 y el 2009 se multiplicaron por seis respecto de las efectuadas en el primer quinquenio del siglo.

Entre las compras recientes destacan, por su costo y poder destructivo, los 18 aviones holandeses F-16 y los 140 tanques alemanes del tipo Leonard, señalaba el analista Erik Struif.

A ese potencial de guerra se refirió el general Ricardo Ortega, jefe de la Fuerza Aérea de Chile, cuando declaró, en enero de este año, jactanciosamente, que su país tiene ahora, con el contrato de los F-16, la “capacidad de pegar fuerte”.

El Perú tiene frente a eso sólo la invocación reiterada e inútil del presidente García de un desarme general. El llamado, por lo visto, no conmueve el corazón de sus amigos Chilenos.

Mientras nuestro primer mandatario reanudaba ante la Asamblea General de la ONU, en Washington, su sentimental campaña en pro de un protocolo de Paz, Chile firmaba con Washington un acuerdo para una compra masiva de armas estadounidenses. En noviembre último, la Agencia de Cooperación de seguridad y Defensa de Estados Unidos notificó al Congreso de su país la decisión de vender a Chile misiles Stinger por 450 millones de dólares (mucho más que los 270 millones de dólares que han costado los 18 F-16 holandeses).

Detrás de eso no hay que ver simplemente el negocio del armamentismo. Los gobernantes tienen la obligación de analizar, más allá de la transacción comercial, el arco de alianzas, la geopolítica desplegada en la historia.

Inglaterra y Estados Unidos nos fueron adversos en la guerra del Pacífico (o, más bien, del salitre). Chile demostró su alineamiento con Inglaterra durante la guerra de Las Malvinas.

Los F-16 de Chile se van a instalar en bases del norte de ese país, con vistas al Perú y Bolivia. ¿Por qué será?

Los militaristas Chilenos se equivocan si creen que todo se resuelve con aviones, tanques y naves de guerra ultramodernos. Erróneo sería, por otra parte, responder al desafío de Chile con un alud de compras bélicas. La experiencia mundial demuestra que las guerras injustas –Irak, Afganistán– concluyen en derrota y vergüenza para los agresores. La Primera, 29.09.2010.