La derecha no debe seguir gobernando

Por Humberto Campodónico


La nominación de Yehude Simon como primer ministro suscita serias interrogantes en el tema económico. Una de ellas es: el gobierno de García continúa con el modelo económico de libre mercado (instaurado desde la época de Fujimori). Por ello nombró como ministro de Economía a Luis Carranza, quien acaba de ser reemplazado por el ex funcionario del FMI Luis Valdivieso.


Así, el ministro Valdivieso, en el marco del "combate contra la inflación", ha propuesto recortar el gasto corriente y, también, las inversiones del gobierno central y de los gobiernos regionales y locales, tanto del presupuesto en marcha como en el 2009.

Esta política es el exacto opuesto de lo que la Asamblea de Gobiernos Regionales (GR), donde participa Yehude Simon, le planteó al ex premier Del Castillo en agosto: 1) instalación de una comisión mixta para impulsar la descentralización fiscal y mecanismos de compensación a las regiones que no reciben canon; 2) medidas para agilizar la inversión pública; 3) la implementación del Ceplan; y 4) que no les recorten sus presupuestos de 2009 y, por el contrario, les transfieran recursos en Salud y Educación. Los presidentes de los GR se han reafirmado en esta política, el viernes pasado, en la reunión con el presidente García.

Por tanto, se debe poner en práctica, no un recorte del consumo y de la inversión pública (que solo representa el 11% de la demanda interna), sino del consumo y de la inversión privada (el 89% de la demanda interna). Para ello se pueden aplicar varias medidas como, por ejemplo, la elevación de la tasa de interés del Banco Central y una estricta regulación de la SBS, que impida la elevación acelerada de los créditos de consumo.

También, con una recesión económica internacional en marcha, deben elevarse los ingresos tributarios, que están entre los más bajos de la región. Esto pasa por derogar las rebajas arancelarias unilaterales e inconsultas de Carranza, que en el 2007 han significado una menor recaudación de S/. 3,000 millones, según la jefa de la Sunat, Dra. Graciela Ortiz.

Asimismo, hay que eliminar las exoneraciones tributarias al sector financiero y extractivo (minería e hidrocarburos) que representan S/. 700 millones anuales, según el Marco Macroeconómico del MEF (ver "Crecer y redistribuir", Le Monde Diplomatique, octubre 2008, www.eldiplo.com.pe). También se debe revisar el drawback a los exportadores (S/. 700 millones anuales) para eliminar a los "infiltrados".

La defensa del mercado interno es igualmente importante, lo que implica (además de derogar la rebaja de aranceles) que el TLC con China no se debe negociar "sí o sí", como el TLC con EEUU. No se debe aceptar que nuestros productos más importantes no puedan entrar al mercado chino, ni que las confecciones chinas ingresen al país sin aranceles, porque eso significaría la pérdida de miles de empleos. No es esta la política de la ministra Aráoz, que parece va a quedar en el gabinete.

Además de estas y otras medidas que podrían implementarse, la cuestión central es superar el enfoque que plantea que la economía la maneja la derecha neoliberal (que no ganando ninguna elección) para satisfacer los intereses de los grandes grupos de poder económico, mientras que la población tiene que esperar el "chorreo" (que nunca llega) y contentarse con políticas de asistencia social.

Hay que dejar de lado, por tanto, al "perro del hortelano" y derogar buena parte de los 100 decretos legislativos que persiguen la liberalización a ultranza de la economía, lo que podría ser el eje de buenas relaciones con el Congreso. El nuevo premierato debiera contemplar políticas de inclusión social y redistribución del ingreso, tales como un aumento de sueldos y salarios y la propuesta de una pensión mínima universal (como en Bolivia, Argentina, Chile y Brasil), comenzando por las regiones más pobres.

Igualmente, hay que potenciar la actividad empresarial del Estado en los sectores estratégicos, poniendo, por ejemplo, al mando de Petroperú a personas altamente capacitadas técnicamente y probadamente honestas, como Juan Incháustegui y/o Carlos Herrera. Se necesita poner el péndulo al medio en las relaciones entre Estado y mercado. Pero esa no es la política de Valdivieso ni de Aráoz, que se dice quedarían en estos ministerios clave. Pero si no se cambia la política económica, ¿para qué aceptar el premierato? ¿Para terminar como Federico Salas en la época del fujimorismo? Espero equivocarme, pero creo que hacia allá vamos.

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