por Marco Antonio Flores Villanueva

Con el repudio a Jorge del Castillo, manifestado por un gran sector de los asistentes a su "desagravio" el lunes último en el patio de deportes del local del APRA, el pueblo aprista, indignado por la vergüenza de la corrupción, ha dado el primer paso para reivindicar al Perú y al Partido del Pueblo para el pueblo.


A los gritos de "¡Congreso Nacional!", "¡El APRA es de izquierda y no de derecha!", "¡Lealtad con Haya y no con las mineras!", "¡Fuera la corrupción!" y "¡El Perú primero!", el Aprismo comprometido con los pobres del Perú y con la memoria limpia y sin mancha de Haya de la Torre interrumpió, una y otra vez, el alegato vacío y mendaz de un hombre manchado por las voces oscuras y antipatriotas del crimen organizado.

De nada sirvió al principal orador de una noche negra como su conciencia, la "portátil", que bien pagada en la planilla del PCM o de la burocracia estatal, se presentó con el disfraz de técnico para solidarizarse con el patrón y justificar el sobretiempo. De nada sirvió la mesa improvisada como tabladillo y el megáfono para el "tribuno de las corporaciones", que encontró cerrado el local del partido por orden expresa de Mauricio Mulder, otro demoledor de la institucionalidad democrática en el interior del APRA y responsable directo de la debacle moral que afecta al oficialismo "aprista", concentrado en sus propias y mezquinas batallas privadas.

Porque mientras los medios de comunicación dan cuenta aplanadoramente de la verdad con evidencia indubitable, porque mientras hombres y mujeres del Perú se informan de la obscenidad clamorosa de una clase política culpable, porque mientras en el exterior llega a la gran colonia peruana y sacrificada los ecos absurdos de un liderazgo político falaz y coaligado con la mafia traidora a la patria; mientras todo ello ocurre en el país y rebota al mundo, de un lado, las luchas intestinas por el control del APRA entre las hordas corruptas de García, Jorge del Castillo, Mulder y Mantilla, es el punto primero de la negra agenda de la oficialidad del PAP, vencida por la inmoralidad del dinero y el juicio implacable de la ciudadanía. Y, de otro lado, la búsqueda de puestos de trabajo en la administración pública con la captura de Ministerios y Viceministerios, es la agenda interesada de una "renovación aprista", senil y claudicante, que ha puesto el tiro en ese drama únicamente para sacar vil beneficio culpable.

Pero hubo el lunes por la noche varias voces firmes y gallardas que expresaron sin ambages su indignación ante tanta infamia. Fueron la voces espontáneas de un pueblo aprista sin quincena, que no se vende con el oro del poder, que no claudica, que no reclama ministerios, ni viceministerios, ni embajadas ni consulados, ni viajes al exterior con Resoluciones Supremas.

Ese es el pueblo aprista que puso al Perú primero antes que al partido y que reclama justicia, levantando su dedo interpelatorio e impugnador al influjo señero de aquél que yace inmortal en Trujillo, limpio y sin mancha, y que rememorando el apotegma inmortal del patricio Francisco de Paula Gonzáles Vigil, dijo implacable y henchido de peruanidad: "¡Yo debo acusar, yo acuso!".

¡Que se vayan todos!

Marco Antonio Flores Villanueva, desde Boston, USA


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